Camino de Santiago

Etapa 1 del Camino del Estrecho: Algeciras-Tarifa

La cala junto a la desembocadura del Río Guadalmesí

La cala junto a la desembocadura del Río Guadalmesí / Emilio J. de los Santos

Iniciamos el Camino de Santiago que avanza más al sur de la Península Ibérica: el Camino del Estrecho. Comienza en la ciudad de Algeciras y desemboca por Puerto Real en la Vía Augusta, que une Cádiz con Sevilla. Desde la capital hispalense, los peregrinos podrán seguir rumbo a Galicia por el Camino o Vía de la Plata.

Entre dos aguas, título del clásico tema de Paco de Lucía, ilustra perfectamente este recorrido que tiene un total de 144 kilómetros en siete jornadas. Combina paisajes costeros con sierras mientras atraviesa el Campo de Gibraltar y la Janda. Es un trayecto realmente bello, muy distraído y con muchísimo atractivo natural e histórico. 

Estatua de Paco de Lucía junto al Puerto de Algeciras. Estatua de Paco de Lucía junto al Puerto de Algeciras.

Estatua de Paco de Lucía junto al Puerto de Algeciras.

La primera etapa es la más larga, aunque posiblemente sea la más interesante. Con inicio en el casco histórico algecireño y final en Tarifa, sus 33 kilómetros recorren los últimos tramos de la costa mediterránea. Atraviesa el Parque Natural del Estrecho y ofrece imponentes vistas de África.

Empezamos, por tanto, con el plato fuerte en todos los sentidos: dureza y belleza. Su longitud se puede dividir en dos haciendo una parada en El Pelayo. El trazado pasa cerca de esta población y es posible encontrar hospedaje si no nos vemos con ganas de llegar hasta el final canónico de esta primera jornada.

El Camino arranca desde la Plaza Alta de Algeciras, donde está la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma. El Camino arranca desde la Plaza Alta de Algeciras, donde está la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma.

El Camino arranca desde la Plaza Alta de Algeciras, donde está la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma. / Emilio J. de los Santos

El primer paso consiste en salir de Algeciras. Como pasa con casi todas las ciudades, hay que armarse de paciencia pues puede resultar algo pesado. El Camino del Estrecho arranca justo en la Plaza Alta, ante la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma, templo de estilo barroco popular del siglo XVIII y sede de la patrona de la localidad. Mirando al este, vemos la Capilla de Nuestra Señora de Europa con una bella fachada tardobarroca. A su lado, la calle Murillo abandona la plaza. Bajamos por ella hasta el primer cruce: entonces doblamos a la derecha por la calle Muro. En la primera intersección que nos encontramos, viramos a la izquierda por la calle Ojo del Muelle. A los pocos pasos, nos deja en una glorieta con una escultura con anclas, ya con el Puerto de Algeciras delante. Las instalaciones portuarias son impresionantes. De hecho, es el mayor puerto de España y del Mediterráneo en tráfico de mercancías. Sus dimensiones hablan por sí solas.

El primer paso consiste en salir de Algeciras, con las instalaciones portuarias a nuestra izquierda. El primer paso consiste en salir de Algeciras, con las instalaciones portuarias a nuestra izquierda.

El primer paso consiste en salir de Algeciras, con las instalaciones portuarias a nuestra izquierda. / Emilio J. de los Santos

Por regla general, salir de una localidad grande suele un poco lioso por el callejeo. Afortunadamente, en el caso de Algeciras, la orientación es muy sencilla. Vamos a caminar un largo tramo con el enorme recinto portuario a nuestra izquierda. Enfilamos la avenida Virgen del Carmen que, justo a la altura de la estatua de Paco de Lucía, pasa a llamarse avenida de la Marina. Más adelante se convertirá en la CA-223 o carretera de Getares. Iremos siempre de frente durante unos cinco kilómetros, sin desvíos. Puede resultar algo aburrido. Cuidado, eso sí, con las rotondas y los cruces pues es una zona con mucho tráfico.

Vistas de Getares desde la carretera. Vistas de Getares desde la carretera.

Vistas de Getares desde la carretera. / Emilio J. de los Santos

En los últimos compases de nuestro paseo junto a la carretera, ésta se vuelve más sinuosa a la vez que ya tenemos una vista clara de la Playa de Getares. No abandonamos la CA-223. Tras un par de cruces, arranca a la derecha una pista peatonal por una zona ajardinada. Dicho camino pasa por debajo de la calzada y se coloca en paralelo al Río Pícaro. Dejamos, por fin, el tráfico atrás.

Cruzamos el Río Pícaro por esta pasarela. Cruzamos el Río Pícaro por esta pasarela.

Cruzamos el Río Pícaro por esta pasarela. / Emilio J. de los Santos

En el próximo kilómetro vamos a pasear plácidamente por el Parque Fluvial del Pícaro. La zona es muy agradable, con vegetación a los lados y un suelo cómodo. Abandonamos dicha pista por el puente que cruza el río (tendremos que dar un ligero rodeo para sortear el desnivel que sube hasta él). Ya en la margen opuesta, atravesamos un aparcamiento hasta reencontrarnos con la Carretera de Getares (CA-223). La seguimos hacia la derecha.

Empezamos a subir por una antigua carretera militar con escaso tráfico. Empezamos a subir por una antigua carretera militar con escaso tráfico.

Empezamos a subir por una antigua carretera militar con escaso tráfico. / Emilio J. de los Santos

Avanzamos por el lateral un poco. La primera salida de tierra no es nuestra ruta; la segunda, sí. Se trata de una antigua y estrecha carretera militar, conocida como Camino de las Pantallas. El firme no está en muy buen estado, aunque, por suerte, tiene muy poco tráfico.

Ahora empieza lo bonito. La carretera se va apartando del paisaje urbano y se interna en el Parque Natural del Estrecho. Pronto nos vemos rodeados de verde y los Montes de Getares. A un kilómetro del inicio de la carretera militar, pasamos sobre el Arroyo del Lobo e, inmediatamente, comenzamos a subir hacia el Cerro del Campanario. En algo más de un kilómetro y medio subiremos unos 120 metros. No es una cuesta dura, pero el ascenso es constante.

Las Pantallas, en el primer descanso de la subida. Las Pantallas, en el primer descanso de la subida.

Las Pantallas, en el primer descanso de la subida. / Emilio J. de los Santos

Arriba del todo tendremos un respiro. Una leve bajada nos hace pasar ante Las Pantallas. Son unas construcciones peculiares, pues se tratan de un muro de camuflaje construido en 1942 por presos republicanos. Su finalidad era ocultar los movimientos de las unidades militares por esta carretera por si se intentaba reconquistar Gibraltar, plan bélico que se acabó descartando. Efectivamente, desde esta altura se tiene una vista extraordinaria de toda la Bahía de Algeciras con el Peñón justo detrás.

Tras seis kilómetros de larga subida desde Getares, llegamos a la zona más elevada. A la izquierda tendremos unas imponentes panorámicas del Estrecho. Tras seis kilómetros de larga subida desde Getares, llegamos a la zona más elevada. A la izquierda tendremos unas imponentes panorámicas del Estrecho.

Tras seis kilómetros de larga subida desde Getares, llegamos a la zona más elevada. A la izquierda tendremos unas imponentes panorámicas del Estrecho. / Emilio J. de los Santos

El ascenso continúa. En los próximos dos kilómetros, subimos 135 metros por un paraje que gana belleza a cada paso. Arriba del todo dejamos atrás el asfalto y las vistas mejoran aún más al poder otearse ya la costa a la izquierda, con África al fondo. El recorrido nos obsequia con esta maravillosa panorámica durante otro par de kilómetros, mientras el perfil se relaja y mantiene la cota. Después iniciamos un leve descenso entre suaves barrancos y algunos arroyos a la vez que bordeamos varios cortijos y ranchos (Laurel, del Jerezano y Hermanillas).

El sendero baja serpenteante mientras supera varios arroyos. El desvío a El Pelayo está por esta zona en una encrucijada. El sendero baja serpenteante mientras supera varios arroyos. El desvío a El Pelayo está por esta zona en una encrucijada.

El sendero baja serpenteante mientras supera varios arroyos. El desvío a El Pelayo está por esta zona en una encrucijada. / Emilio J. de los Santos

De esta manera, en el kilómetro 16 de ruta, nos topamos con un camino que parte a la derecha: es el desvío a El Pelayo. Aún quedan 17 hasta Tarifa. Es posible que más de uno prefiera tomárselo con calma y decida hacer un alto en el camino. La población no está lejos y cuenta con hospedaje y bares.

En nuestro caso, no vamos a parar en la pedanía: continuamos por el camino principal, que describe una curva amplia a la izquierda para cruzar el Arroyo de la Ventilla y dirigirse a la Huerta de los Palos. Progresamos junto al Cortijo de la Hoya y nos despedimos del término municipal de Algeciras para entrar en el de Tarifa.

Alcanzados los aerogeneradores, tomamos el sendero que baja a la derecha. Alcanzados los aerogeneradores, tomamos el sendero que baja a la derecha.

Alcanzados los aerogeneradores, tomamos el sendero que baja a la derecha. / Emilio J. de los Santos

Acto seguido, nos acercamos a unos cerros con un parque eólico en sus cimas. Una leve cuesta nos lleva al Puerto del Turrado (194 metros), pasamos el eje del collado y tomamos la vereda que baja. Perdemos unos 180 metros en tres kilómetros. El zigzagueo de descenso nos permite ver en un primer momento el Cerro del Tambor (229 metros) a nuestra izquierda y, posteriormente, otra bella estampa del Estrecho de Gibraltar.

Aproximación a Guadalmesí. Aproximación a Guadalmesí.

Aproximación a Guadalmesí. / Emilio J. de los Santos

La bajada tiene algunas rampas con una inclinación importante. Sus últimos compases nos dejan en Guadalmesí, una pequeña y tranquila población sin servicios, situada junto al río del mismo nombre. El camino describe una curva hasta meterse entre las casas. En el primer cruce que veamos, doblamos  la izquierda en ángulo recto. Vamos rumbo a la costa.

La cala junto a la desembocadura del Río Guadalmesí La cala junto a la desembocadura del Río Guadalmesí

La cala junto a la desembocadura del Río Guadalmesí / Emilio J. de los Santos

En 500 metros, alcanzamos una pintoresca cala de cantos rodados. Es un rincón con mucho encanto. El trayecto nos manda a la Torre de Guadalmesí, justo en el lateral. Antes tenemos que cruzar el río por un vado de hormigón. Un pequeño repecho nos deja junto a la atalaya. Data del siglo XVI y su función, además de controlar el Estrecho, consistía en evitar que barcos enemigos hicieran acopio de agua dulce en el río que acabamos de atravesar, pues esta desembocadura era el único punto de toda esta zona costera donde podían aprovisionarse de agua apta para beber.

El sendero avanza por una cómoda pista de tierra a pocos metros de la línea costera. El sendero avanza por una cómoda pista de tierra a pocos metros de la línea costera.

El sendero avanza por una cómoda pista de tierra a pocos metros de la línea costera. / Emilio J. de los Santos

Lo que queda de esta etapa, unos 10 kilómetros, los vamos a andar a muy poca distancia del mar, siguiendo un cómodo camino, llamado Colada de la Costa, con una vista limpia en todo momento de la costa marroquí. El trasiego de barcos por la zona es constante y hasta podremos distinguir el enorme puerto de Tánger-Med.

Nuestro sendero avanzará serpenteante sobre un cantil de escasa altura (no hay playas de arena por aquí). Todo está perfectamente bien señalizado con flechas amarillas del Camino o con anillas y carteles del Arco del Mediterráneo, un GR que recorre toda esta costa. Iremos siguiendo el perfil de cuatro barrancos (Oliveros, Los Parentones, Becerrillos y Tres Hermanas). Tendremos ocasión de observar una gran concentración de instalaciones militares que vigilaban esta zona y que actualmente están en desuso, como búnkeres, baterías o barreras.

Podremos ver algunas infraestructuras militares desmanteladas. Podremos ver algunas infraestructuras militares desmanteladas.

Podremos ver algunas infraestructuras militares desmanteladas. / Emilio J. de los Santos

A unos dos kilómetros de Tarifa, llegamos al edificio del Observatorio del Estrecho. En la bifurcación, tomamos la izquierda y bajamos hasta las instalaciones del Centro Internacional de Migración de Aves (CIMA). A la altura de su puerta, doblamos a la izquierda por el camino vecinal. Lo seguimos unos 500 metros hasta desviarnos a la izquierda por una vereda más estrecha que, entre campos de cultivos, nos lleva al antiguo Centro de Control de la Marina Mercante, del siglo XIX (actualmente lo ocupa una ONG). Desde aquí vemos perfectamente Tarifa algo más abajo.

Perdemos altura para alcanzar las primeras casas de Tarifa. Perdemos altura para alcanzar las primeras casas de Tarifa.

Perdemos altura para alcanzar las primeras casas de Tarifa. / Emilio J. de los Santos

Tomamos el camino que desciende y atraviesa la cancela verde. Mientras perdemos altura por el lateral de la colada, veremos muchas casas en ruinas a nuestra izquierda. Así alcanzamos el nivel del mar. Tenemos delante la muralla de Tarifa. Caminamos a su izquierda, por la calle María Coronel y después por Aljaranda. Cuando pasemos el poyete, doblamos casi 180 grados a la derecha para remontar la calle Jesús. A la vuelta de la esquina podremos admirar lo que queda de la Iglesia de Santiago, sin culto y lamentablemente en muy malas condiciones. Es el punto ideal para concluir esta larga pero espectacular etapa.

El gran atractivo de Tarifa es, sin duda, su playa. El gran atractivo de Tarifa es, sin duda, su playa.

El gran atractivo de Tarifa es, sin duda, su playa. / Emilio J. de los Santos

Tarifa es una localidad con mucho patrimonio y encanto. Es una maravilla pasear por su alegre casco histórico, visitar el Castillo de Santa Catalina o disfrutar de sus espectaculares playas, todo ello en un marco natural de extrema belleza. Es un municipio con mucho turismo, así que conviene planificar la parada con tiempo, por si hay que reservar el hospedaje.

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