Etapa 20 del Camino Olvidado: Noceda-Congosto | El Balcón del Bierzo

Posiblemente sea la última jornada con un perfil exigente: el recorrido sigue sorprendiendo con densos bosques e impresionantes panorámicas

Etapa anterior: Igüeña-Noceda

Primera etapa desde Bilbao

Congosto, junto al embalse de Bárcena, visto desde el Balcón del Bierzo.
Congosto, junto al embalse de Bárcena, visto desde el Balcón del Bierzo. / Emilio J. De los Santos

La comarca del Bierzo puede imaginarse como una gran sartén: una amplia depresión central rodeada por un anillo de montañas. En esta etapa recorreremos precisamente el flanco norte de ese filo montañoso, disfrutando de una impresionantes panorámicas abiertas a la llanura berciana. El final de jornada nos llevará hasta uno de esos espacios planos, junto al embalse de Bárcena.

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La etapa hasta Congosto alcanza los 25 kilómetros si, como en nuestro caso, partimos desde Noceda del Bierzo. Si se hubiese pernoctado la noche anterior en Labaniego, la distancia se reduce a unos 20. En cualquier caso, nos espera un itinerario exigente, con continuas subidas y bajadas cortas: un clásico rompepiernas. La ascensión más destacada será la que conduce al santuario de la Virgen de la Peña, con el pantano de Bárcena a sus pies. Un lugar que recibe el nombre del Balcón del Bierzo por sus extraordinarias vistas.

Al final de la pradera del principio, tendremos que cruzar la carretera.
Al final de la pradera del principio, tendremos que cruzar la carretera. / Emilio J. De los Santos

Partimos desde el albergue de Noceda sin necesidad de atravesar el pueblo, pues es el primer edificio de la localidad. Desde la puerta, seguimos de frente por la carretera LE-4306 durante apenas cien metros, hasta que un sendero de tierra arranca por la derecha. Lo tomamos, dejando atrás el asfalto y bajando suavemente entre praderas. A la derecha nos acompaña el río Noceda; a la izquierda, una colina alargada que cierra el valle.

La subida a Labaniego es fuerte, pero corta.
La subida a Labaniego es fuerte, pero corta. / Emilio J. De los Santos

Al fondo volvemos a encontrar la misma carretera del inicio. La cruzamos para tomar, justo en una curva, un amplio carril de tierra. Cuando este camino gire bruscamente a la izquierda, nosotros seguimos de frente por una trocha que se adentra en un denso bosque. Robles, encinas y madroños nos rodean mientras afrontamos una subida muy dura: poco más de 100 metros de desnivel en medio kilómetro.

Vistas sobre el valle del río Noceda.
Vistas sobre el valle del río Noceda. / Emilio J. De los Santos

Arriba, las vistas recompensan el esfuerzo: el valle del Noceda se extiende a nuestros pies. El sendero enlaza con una pista más ancha y comienza a descender suavemente hasta alcanzar la mina a cielo abierto de Odonel. Hay que recordar que El Bierzo es una zona minera... o al menos lo era.

Poco después, tras una amplia curva, aparece Labaniego, presidido por la ermita del Santo Cristo y varios miradores. El pueblo es un municipio estrecho y tranquilo. Aunque tiene una casa de acogida para peregrinos, apenas ofrece servicios. Eso sí, onserva su aire rural intacto con bonitas casas de piedra y en un entorno natural envidiable. Lo atravesamos por su calle principal hasta una fuente, donde una calle baja por la derecha hacia el bosque.

Cruzamos el arroyo del Rodicós por un puente de tablas.
Cruzamos el arroyo del Rodicós por un puente de tablas. / Emilio J. De los Santos

Entre castaños y helechos, descendemos hacia el arroyo del Rodicós, que cruzamos por un puente de tablas. El paisaje es de gran belleza. Poco después, iniciamos una nueva subida hasta una pradera donde el sendero se bifurca. Tomamos el camino de la derecha y, más adelante, volvemos a girar en esa misma dirección para ascender hacia Arlanza, donde llegamos tras cruzar el río Noceda.

Tramo de bosque antes de Arlanza.
Tramo de bosque antes de Arlanza. / Emilio J. De los Santos

En el borde del pueblo, tomamos la calle de la izquierda, que desemboca en la carretera LE-5332. Subimos unos metros y, en un ángulo muy cerrado, giramos de nuevo a la izquierda. Apenas dejamos atrás las últimas casas cuando abandonamos el asfalto por un sendero que atraviesa un cortafuegos.

Al salir de Arlanza, avanzamos por unos carriles que separan parcelas dedicadas a frutales.
Al salir de Arlanza, avanzamos por unos carriles que separan parcelas dedicadas a frutales. / Emilio J. De los Santos

El paisaje cambia. Entre fincas de frutales y viñedos, avanzamos alrededor de un kilómetro hasta reencontrarnos con la carretera, que seguimos unos metros hacia el sur. Pronto la dejamos por un camino agrícola a la derecha que nos lleva a una encrucijada; allí, volvemos a tomar la derecha. El recorrido serpentea entre pequeños cerros y arroyos antes de entrar en Losada. Hemos completado unos diez kilómetros de etapa.

Entramos en el núcleo urbano por el este y llegamos a la plaza central, donde giramos hacia el sur, en dirección al polideportivo. Aquí suele haber un bar abierto: una buena ocasión para descansar.

Hay un pequeño tramo por bosque muy denso al salir de Losada.
Hay un pequeño tramo por bosque muy denso al salir de Losada. / Emilio J. De los Santos

Con la salvedad de un pequeño atajo por medio de una densa arboleda, caminamos por el lateral de la carretera LE-5302 durante tres kilómetros hasta Rodanillo, otro pueblo sin servicios. Enfilamos su calle principal, pasando junto a la Iglesia de San Antolín y su crucero.

Iglesia de San Antolín, en Rodanillo.
Iglesia de San Antolín, en Rodanillo. / Emilio J. De los Santos

A la salida, veremos ya indicaciones del Camino Natural Ruta de la Conquista, una senda bien señalizada que conecta Labaniego con Congosto. A partir de aquí, coincidirá en muchos tramos con nuestro Camino Olvidado, lo que se agradece: la señalización, los paneles informativos y las áreas de descanso son frecuentes.

Tras cruzar con precaución la carretera LE-463, nos metemos por un camino de zahorra clara que avanza hacia la Peña del Gato, la montaña que domina el horizonte. Al alcanzar su base, la Ruta de la Conquista se bifurca (km 17). Seguimos de frente, en dirección a la ruta botánica del Zofreral, que recorre un hermoso bosque de alcornoques.

Tramo por la ladera de la Peña del Gato. Por esta zona tendremos ocasión de ver un alcornocal.
Tramo por la ladera de la Peña del Gato. Por esta zona tendremos ocasión de ver un alcornocal. / Emilio J. De los Santos

Un kilómetro y medio más adelante aparece Cobrana, con su iglesia de Santa María Magdalena. Mantenemos su calle principal hasta enlazar con la carretera LE-5303, que seguimos a la derecha unos metros hasta un bar en una esquina; allí giramos a la izquierda para continuar la etapa.

Iglesia de Santa María Magdalena, en Cobrana.
Iglesia de Santa María Magdalena, en Cobrana. / Emilio J. De los Santos

El sendero gana altura poco a poco, hasta que una curva en horquilla nos permite sortear el arroyo del Valle. Empiezan a dominar los pinares y no tardan en aparecer los carteles que indican el desvío al santuario de la Virgen de la Peña, uno de los grandes hitos del Camino Olvidado. La visita es opcional, pero muy recomendable.

Subida al santuario de la Virgen de la Peña.
Subida al santuario de la Virgen de la Peña. / Emilio J. De los Santos

El santuario se alza 100 metros por encima de la cota del camino, tras una subida de un kilómetro y medio con tramos duros. Su historia es notable: el edificio vivió su esplendor entre los siglos XIV y XVIII, cayó en decadencia con las invasiones napoleónicas y fue incendiado en 1936. En 1957 fue reconstruido gracias al mecenazgo de la familia alemana Honingman-Bayer. Aún se aprecian restos de la iglesia original.

El santuario de la Virgen de la Peña tiene muy buenos miradores a la depresión del Bierzo.
El santuario de la Virgen de la Peña tiene muy buenos miradores a la depresión del Bierzo. / Emilio J. De los Santos

Desde sus 865 metros de altitud, el lugar hace honor a su sobrenombre: el “Balcón del Bierzo”. Las vistas son imponentes. Al sur, el embalse de Bárcena refleja el cielo; más allá, Congosto se acurruca junto a sus orillas y al suroeste, si el día es claro, se adivina el ajetreo de Ponferrada, la capital berciana.

La bajada a Congosto es intensa. Unos zigzags la suavizarán.
La bajada a Congosto es intensa. Unos zigzags la suavizarán. / Emilio J. De los Santos

Cuando el nivel del pantano lo permite, todavía se distingue bajo las aguas el antiguo puente romano de la Vía Nova, que cruzaba el río Sil. Su desaparición obliga hoy a un largo rodeo por la presa. Pero esto lo afrontaremos en la siguiente jornada.

Descendemos por el mismo camino de subida hasta que llegamos a una parte que encadena numerosos zigzags que suavizan la pendiente. En apenas dos kilómetros perdemos unos 200 metros de desnivel.

Monumento dedicado a Álvaro de Mendaña, en Congosto.
Monumento dedicado a Álvaro de Mendaña, en Congosto. / Emilio J. De los Santos

Congosto nos recibe con la historia en cada piedra. Fue la cuna de Álvaro de Mendaña, explorador del siglo XVI que descubrió las islas Salomón y las islas Marquesas. Un monumento recuerda su figura. En el casco urbano destacan varias casas blasonadas, testigos de un pasado próspero.

El albergue de peregrinos se encuentra en la zona sur, instalado en los antiguos vestuarios deportivos.

El día termina con la vista puesta en el embalse, que nos recordará el obstáculo que nos espera en la próxima etapa: el largo rodeo por la presa para continuar el Camino hacia el oeste.

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