Cuatro monumentos de Sevilla que son medievales aunque no todo el mundo lo sepa
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El periodo histórico conocido como Edad Media se extiende entre los siglos V y XV. En la Península Ibérica sus inicios se marcan en el año 540, cuando se establece en Toledo la nueva sede del reino visigodo y finaliza en torno al año 1492, con la conquista cristiana de Granada, la llegada de Cristóbal Colón a América, la primera gramática de la lengua, de Antonio de Nebrija y la expulsión de los judíos de estas tierras. Hay algunos estudiosos que también sostienen que los primeros años del siglo XVI siguen correspondiendo a este periodo histórico. En cualquier caso, durante todos estos siglos, España vivió multitud de cambios y, con ellos, la ciudad de Sevilla fue una de las más importantes a nivel mundial debido a su puerto.
En Andalucía hubo una importante presencia judía y musulmana que dotaría a la región de un importante legado histórico, arquitectónico, cultural e incluso gastronómico que conforman aún en la actualidad una gran riqueza para ciudades como Sevilla, Córdoba o Granada. Muchas de las construcciones y monumentos que se erigieron entonces son hoy algunos de los principales puntos de interés turístico en la hispalense. Pero, ¿todo el mundo conoce cuáles son? Desde Vivir en Sevilla hemos querido hablar de seis edificaciones que forman parte de la etapa medieval aunque no todo el mundo conozca este dato.
Reales Alcázares
El conjunto del Real Alcázar de Sevilla tiene su origen en el siglo X, en la evolución que la antigua Hispalis romana experimentó durante la Alta Edad Media, cuando la ciudad pasó a denominarse Ixbilia. En este momento histórico el Califa de Córdoba Abderrahmán III an-Násir ordenó, en el 913, el levantamiento de un nuevo recinto de gobierno, la Dar al-Imara, en el flanco meridional de la ciudad. Antes de esto la sede del poder omeya de al-Andalus se situaba en una zona próxima a la Colegiata del Salvador. Al palacio de gobierno Omeya del siglo X se añadiría posteriormente el Alcázar Nuevo de los abbadíes, los gobernantes de Sevilla y su entorno durante el siglo X.
Torre del Oro
La Torre del Oro es una construcción defensiva del siglo XIII desde la que se extendía una gruesa cadena hasta la otra orilla del río, para así cortar el paso a los buques enemigos. Se trata de una torre albarrana, es decir, perteneciente a la muralla, que tiene 36 metros de altura y que está situada en el margen izquierdo del río Guadalquivir. Posee tres cuerpos, siendo el último de ellos del siglo XVIII. La torre defendía la entrada fluvial hacia el Puente de Barcas y, por tierra, el acceso al Arenal con su actividad industrial. En la actualidad, la Torre del Oro alberga un pequeño museo naval que comprende dos plantas visitables y una terraza panorámica.
Torre de don Fadrique
En la parte norte del casco histórico de Sevilla se encuentra el Real Monasterio de Santa Clara, junto al que se erige la Torre de don Fadrique. Esta fue construida en 1252, según la inscripción de la puerta, en las huertas del palacio de Don Fadrique, hijo del rey santo Fernando III, conquistador de la ciudad a los musulmanes. Constituye una interesante muestra de arquitectura de transición del románico al gótico. Actualmente considerada como Bien de Interés Cultural (BIC), fue declarada Monumento histórico-artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional mediante decreto de 3 de junio de 1931.
Sucesos como la enemistad entre don Fadrique y su hermano el futuro rey Alfonso X el sabio, que acabaría con la condena a muerte del primero en el año 1277, los amores incestuosos de aquel con su madrastra que la historia popular sitúa en esta torre, hacen que esta atalaya se haya convertido en objeto de cuentos, leyendas y mitos. Tan es así que la han acabado conociendo como «la torre encantada».
Muralla de Sevilla
Las Murallas de Sevilla fueron las cercas militares que rodeaban el casco antiguo de la ciudad. En la época medieval estas se vieron sometidas a importantes remodelaciones, especialmente en algunos de sus tramos. Las torres pasan de ser cuadradas a rectangulares primero y, luego, octogonales. Se construye un foso y una antemuralla en numerosas zonas y se ensanchan amplias partes de la línea defensiva.
En el siglo XIII, ya en el periodo de la Edad Media, más de 160 torres unidas por sus correspondientes murallas, defendían la ciudad del avance cristiano. Estas subsistieron en buen estado hasta el siglo XIX, cuando fueron parcialmente derribadas con la revolución de 1868. En la actualidad, el tramo mejor conservado es el que discurre entre La Macarena (incluido el Arco de la Macarena) y la Puerta de Córdoba, donde se conservan algunos lienzos de la muralla en el barrio y en el entorno de los Reales Alcázares.
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