El Templete de San Onofre: el humilladero olvidado de Sevilla
Este monumento gótico-mudéjar del barrio de San Jerónimo, redescubierto en 1914 y restaurado en 2013, alberga al misterioso 'Santo Negro' que vigila la periferia norte
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En el extremo norte de Sevilla, alejado de las rutas turísticas habituales, el Templete de San Onofre permanece como testigo silencioso de la historia de la ciudad hispalense. Este singular monumento gótico-mudéjar, catalogado como Bien de Interés Cultural, se encuentra en el barrio de San Jerónimo, vigilando desde hace siglos el cruce de antiguas veredas en una ubicación que lo ha mantenido prácticamente desconocido para muchos sevillanos y visitantes.
El templete, uno de los escasos humilladeros medievales que han sobrevivido en Sevilla, permaneció oculto durante generaciones al estar integrado dentro de la antigua Venta del Santo. Fue en el otoño de 1914 cuando reapareció durante el derribo de dicha venta, revelándose como una joya arquitectónica que, de no haber sido por ese hallazgo fortuito, habría desaparecido para siempre. A pesar de este redescubrimiento, el monumento ha vivido décadas de olvido hasta su restauración en 2013.
La historia del "Santo Negro" de Sevilla
Originalmente dedicado a San Onofre, patrón de los tejedores, este humilladero adquirió una nueva identidad tras su redescubrimiento a principios del siglo XX. Las autoridades decidieron colocar en su interior una imagen del Sagrado Corazón de Jesús realizada en hierro fundido, figura que con el paso del tiempo y la exposición a los elementos desarrolló una característica pátina oscura que le valió el sobrenombre popular de "El Santo Negro".
Esta denominación resulta especialmente simbólica, pues representa perfectamente la esencia del monumento: un vigilante austero y resistente que ha permanecido en la periferia, luchando por su supervivencia entre las vías del tren y el nuevo cauce del arroyo Tamarguillo, ajeno al esplendor y reconocimiento que disfrutan otros monumentos del centro histórico de Sevilla.
Un tesoro arquitectónico entre el olvido y la resistencia
El Templete de San Onofre constituye, junto al conocido Templete de la Cruz del Campo, uno de los únicos ejemplos supervivientes de humilladeros medievales en la capital andaluza. Su estructura gótico-mudéjar representa una pieza única del patrimonio histórico de la ciudad que ha resistido el paso de los siglos y las transformaciones urbanas.
La historia de este monumento es también una historia de resistencia. Rescatado en dos ocasiones -la primera en 1914 cuando fue descubierto tras el derribo de la Venta del Santo, y la segunda en 2013 con una importante restauración tras décadas de abandono-, el templete ha sobrevivido contra todo pronóstico en una ubicación que lo ha mantenido alejado de las rutas turísticas convencionales.
Su emplazamiento en la periferia norte, donde la Sevilla histórica se encuentra con la industrial, ha contribuido tanto a su olvido como a su preservación, convirtiéndolo en un auténtico centinela de la memoria sevillana cuyo silencio solo se ve interrumpido por el paso de los trenes cercanos.
Leyendas e hipótesis sobre su origen
Diversas teorías rodean la fundación y propósito original del Templete de San Onofre. Algunas leyendas lo vinculan con el rey Fernando III y la Reconquista de Sevilla, sugiriendo que fue el lugar donde su caballo se detuvo antes de la toma de la ciudad. Otras hipótesis lo relacionan con un regalo de los Reyes Católicos al cercano Monasterio de San Jerónimo.
Independientemente de su origen exacto, lo cierto es que el templete ha sido testigo de más de cinco siglos de historia sevillana, resistiendo invasiones, guerras, cambios políticos y transformaciones urbanas que han alterado profundamente el paisaje que lo rodea.
Los historiadores coinciden en señalar su valor no solo arquitectónico sino también simbólico, como ejemplo de la religiosidad popular medieval y testimonio material de las antiguas rutas comerciales que atravesaban la zona norte de Sevilla, conectando la ciudad con el resto de Andalucía.
El Templete en la actualidad: un destino para el turismo alternativo
En 2025, el Templete de San Onofre se presenta como un destino alternativo para aquellos visitantes interesados en descubrir la Sevilla menos conocida. Situado en el barrio de San Jerónimo, no forma parte de los circuitos turísticos habituales del centro histórico, lo que le confiere un carácter especial y auténtico.
La visita al templete ofrece una experiencia diferente, alejada de las aglomeraciones turísticas, permitiendo al visitante conectar con una parte de la historia sevillana que permanece relativamente desconocida incluso para muchos locales.
Tras la restauración de 2013, el monumento presenta un buen estado de conservación, aunque su entorno urbano, marcado por infraestructuras modernas como las vías del ferrocarril y la canalización del arroyo Tamarguillo, contrasta fuertemente con su estética medieval, creando un paisaje urbano de gran fuerza visual donde pasado y presente se encuentran de manera dramática.
¿Qué es un humilladero medieval?
Los humilladeros son pequeñas construcciones religiosas que se ubicaban tradicionalmente a las entradas de las poblaciones o en cruces de caminos importantes. Durante la Edad Media y principios de la Edad Moderna, estos monumentos servían como lugares de devoción para los viajeros, que se "humillaban" (inclinaban) ante las cruces o imágenes sagradas que contenían antes de emprender o finalizar sus viajes.
Generalmente, consistían en una cruz protegida por una pequeña estructura arquitectónica, que en el caso del Templete de San Onofre adopta la forma de un pequeño edificio gótico-mudéjar con cubierta piramidal. Estos elementos eran comunes en toda España, pero la mayoría han desaparecido con el paso del tiempo y las transformaciones urbanas, lo que hace que ejemplos como el de San Onofre sean particularmente valiosos desde el punto de vista patrimonial e histórico.
¿Cómo llegar al Templete de San Onofre?
El Templete de San Onofre se encuentra en el barrio de San Jerónimo, en el extremo norte de Sevilla. Para visitarlo, es recomendable utilizar el transporte público, ya que existen líneas de autobús urbano que conectan el centro de la ciudad con este distrito periférico. También es accesible en bicicleta a través del carril bici que recorre la ribera del Guadalquivir.
La visita puede complementarse con un recorrido por el barrio de San Jerónimo, que conserva un interesante patrimonio industrial y el histórico Monasterio que da nombre al barrio, ofreciendo así una perspectiva diferente de la ciudad alejada de los circuitos turísticos más concurridos.
Este tesoro arquitectónico representa perfectamente la dualidad de Sevilla: una ciudad mundialmente conocida por su patrimonio histórico central, pero que esconde joyas igualmente valiosas en sus barrios periféricos, esperando ser redescubiertas por aquellos visitantes dispuestos a aventurarse más allá de las postales tradicionales de la capital andaluza.
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