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Bodega Delgado Zuleta

Los vinos blancos como fresca antesala a la manzanilla

  • La bodega sanluqueña Delgado Zuleta presenta en Sevilla sus novedosos monovarietales de moscatel y pedro ximénez

José Antonio Sánchez Pazos, enólogo de Delgado Zuleta, en plena cata.

José Antonio Sánchez Pazos, enólogo de Delgado Zuleta, en plena cata. / Juan Carlos Muñoz

Delgado Zuleta, bodega señera de Sanlúcar de Barrameda que frisa los tres siglos de antigüedad, eligió la terraza La Fortissima, del Hotel Convento la Gloria, para presentar en Sevilla sus nuevos vinos. Y los padres de la reputadas manzanillas Barbiana y La Goya también se alinean con la floreciente moda, dentro del ámbito jerezano y sanluqueño, de producir nuevos vinos blancos frescos, con menor graduación, para captar y luego conducir a los más jóvenes en el apasionante mundo de los generosos.

Por algo estos novedosos vinos contienen el alma de la manzanilla: el vino Tarabilla nace de la uva moscatel de Chipiona, que no palomino, es seco, se queda en los 12 grados y sugiere un trago de pie, con unos aperitivos. Tras dos semanas de fermentación, se ha criado en botas de las soleras de manzanilla La Goya.

José Antonio Sánchez Pazos es el enólogo en cuya mente también fermentan esas nuevas ideas: "De las botas que más me gustaron extrajimos la flor y la injertamos en las botas donde se criban estos vinos blancos. Pulverizamos la flor por encima de la superficie del vino, así el desarrollo del velo es mucho más rápido. Ha sido una niebla de levadura...". Tras seis meses bajo ese velo de flor, un pequeño filtrado y sin clarificar, en rama.

En esa línea nació Gallipato, monovarietal de uva pedro ximénez en su caso, que sigue las mismas pautas de crianza que Tarabilla, de acidez y frescura equilibradas, pero con más cuerpo: con sus 14,5 grados, apunta más a sentarse a la mesa con una buena carne roja o un guiso de cuchara.

Vinos en ambos casos de precio ajustado, por debajo de los 10 euros la botella de 75 centilitros, que pretende captar nuevos adeptos para la causa: su alma huele a manzanilla fresca, la que regó luego la cata. Al respecto, espléndidas la manzanilla Barbiana en rama, embotellada tras 4 años de crianza en cristal transparente –"los estudios dicen que no se oxida antes con este cristal, todo lo contrario", apunta Sánchez Pazos– y la manzanilla pasada La Goya XL, con la rotundidad de sus 10 años en bota.

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