Historia de la mantilla: Del uso popular a señal de protesta entre las clases nobles

La historiadora del arte y experta en indumentaria histórica y tradicional Ángela López revela en una masterclass organizada por Lina Sevilla en el Hotel CoolRooms Palacio Villapanés sobre el origen, la historia y el protocolo de la mantilla en Semana Santa

Cómo vestir de mantilla en Semana Santa y no caer en los típicos errores

Todo lo que debes saber sobre el uso y protocolo de la mantilla, por la historiadora del arte Ángela López / Juan Carlos Muñoz

Hay estampas que nunca se olvidan, y más cuando se es pequeño y se viven las primeras experiencias de Semana Santa. El muestrario de túnicas y capirotes en casa de tu abuela, el escaparate de la Confitería La Campana repeleto de nazarenos de caramelos y la primera vez que ves a una mujer de mantilla forman parte de los primeros recuerdos (entre otros muchos) de los niños sevillanos. Ataviadas de negro riguroso, con una enorme peina que nada tiene que ver con la que las niñas llevan de flamenca y con cierto halo de misticismo, las mujeres de mantilla se quedan grabadas en la retina de cualquier pequeño que nunca antes ha visto a una fémina con semejante indumentaria. El contraste con el resto de estilismos que durante el Jueves y el Viernes Santo se ven por la ciudad o el uso de elementos no aplicados a ninguna otra manera de vestir, genera cierto interés en los más pequeños. Algunos guardarán en sus recuerdos la imagen de aquella mujer vestida de negro y con un velo cubriendo su cabeza que se perdía entre el gentío, otras sentirán la conexión con el atuendo y desearán convertirse en una de esas mujeres cuando sean mayores. Y puede que lo hagan. O que ya lo hayan hecho. Porque de esas primeras estampas de la infancia siguen viviendo las tradiciones, aunque a veces haya que profundizar hasta llegar a conocer el origen de éstas.

Inmersos en plena Cuarsema y con Sevilla convertida en un hervidero de prolegómenos cofrades, la emblemática firma de moda flamenca Lina acaba de organizar en el Hotel CoolRooms Palacio de Villapanés una masterclass para dar a conocer la historia y los protocolos del uso de la mantilla en Semana Santa. Impartida por la historiadora del arte y experta en indumentaira histórica y tradicional Ángela López, la charla profundizó en el origen del uso de esta emblemática indumentaria hasta llegar al día de hoy, diferenciando también entre los tipos de peinas y mantillas. En el evento, las asistentes pudieron acercarse a estos elementos icónicos y ver las diferencias entre los materiales de confección y el propio diseño. Si eres una adulta que de niña se enamoró de la primera mujer de mantilla con la que se topó, adentrarte en su historia seguro que romantiza aún más aquella primera estampa.

Jóvenes vestidas de mantilla.
Jóvenes vestidas de mantilla. / Juan Carlos Vázquez

El origen incierto de la mantilla

Cuando nos preguntamos por el origen de la matilla o cuándo nace realmente empiezan a surgir las primeras dudas. "Antes del siglo XVI no hay información ni datos sobre ella, pero sí se pueden establecer ciertos paralelismos entre la mantilla y las sacerdotisas íberas. Ellas iban veladas y ese concepto es muy ancestral y vinculado a la deidad, pero no hay documentación al respecto, son teorías o hipótesis. Hasta la Edad Media no se da la primera domumentación de esta prenda", cuenta Ángela López. Como ocurre con otras indumentarias tradicionales (véase el propio traje de flamenca), la mantilla nace entre las mujeres de clases más populares, que cubren sus cabezas bien por un tema religioso, bien por la propia climatología de la zona. "De hecho, hay muchas zonas en las que las mujeres sólo dejan uno de sus ojos al descubierto", explica la historiadora del arte en alusión a las cobijadas de Vejer.

Al principio, estas prendas son sencillas y no es hasta el siglo XVII cuando se incorporan como elemento ornamental nacen las mantillas de encaje. "En España la mantilla de blonda es la más señera, una pieza de encaje sobre la que se bordan motivos florales. A partir del siglo XVIII, la mantilla evoluciona, se le añaden más encajes, aparece la mantilla de tres picos, popularizada por Eugenia de Montijo, se comienza a usar como chal y, a finales de siglo, se comienza a llevar con peina entre la alta alcurnia", explica la historiadora del arte. "A partir de aquó, empiezan a surgir diferentes colores, como el blanco", añade.

Mujeres vestidas de mantilla.
Mujeres vestidas de mantilla. / Belén Vargas

La popularización de la mantilla en siglo XIX

No es hasta el siglo XIX cuando la mantilla no vive una auténtica explosión y cuando se instaura el binomio mantilla y peina."Nos encontramos en una España invadida por Napoleón y unos españoles que no quieren que los franceses les impogan sus costumbres y sus modas. En la moda masculina sí se toman ciertos elementos afrancesados, pero en la femenina no, por eso se populariza el uso de la mantilla. Deja de ser un elemento de las clases más nobles, que buscan reivendicar lo español a través de su indumentaria, sino que también empieza a usarse entre las clases más populares", nos cuenta Ángela López.

Aunque no es hasta la llegada de Isabel II al trono cuando el uso de la mantilla se convierte en todo un icono. "Si no fuera por ella, la mantilla no sería la prenda que es hoy. A ella se la conoce como la reina castiza o la de los tristes destinos y era una reina que tenía un gusto especial por todo lo español. Ella se ponía la mantilla y toda la corte hacía lo mismo, de ahí que se popularizara su uso. Las jóvenes salían a pasear a la padrera de San Isidro y lucían sus mantillas y peinas, como hacía la reina. Esta costumbre llega a Sevilla por el vínculo de la reina y su hermana con la ciudad y. así, el Palacio de San Telmo, que es donde se reunía la jet set de la época, se llena de mujeres ataviadas con esta indumentaria", comenta.

De este uso cotidiano entre las clases nobles y las más populares, se pasa a su incorporación como elemento ornamental de luto para la Semana Santa, que también empieza a popularizarse bastante a mediados del siglo XIX. Aunque la viralización de la mantilla no llega hasta que en 1868 se produce la Revolución Gloriosa.

Mujeres de mantilla.
Mujeres de mantilla. / Juan Carlos Vázquez

Una indumentaria reivendicativa y en señal de protesta

Tras la Revolución Gloriosa, el gobierno de Isabel II se ve obligado a abandonar el poder y la reina termina exiliada en Francia. En ese contexto, se impone el reinado de Amadeo de Saboya, algo que a los españoles parece no convencer. "A los españoles no nos gustan las imposiciones y cuando llega Amadeo de Saboya todo el pueblo se le pone en contra y l amoda vuelve a convertirse en un elemento de protesta. En este contexto empieza a popularizarse el uso de sombreros entre las damas, pero las mujeres españolas los declinan y toman la mantilla omo único elemento ornamental. El uso de la mantilla se convierte en una señal de rebeldía y lo que empieza como una revolución estética termina con el fin del reinado de Amadeo de Saboya sólo un año después", cuenta la experta en indumentaria histórica y tradicional.

De ese uso reivindicativo, la mantilla se popularizó también entre las fiestas de la primavera, teniendo especial relevancia en Sevilla, donde las mujeres abrazan esta estética no sólo en Semana Santa. "A principios del siglo XX ya es una tradición completamente arraigada en Sevilla, donde se sigue mateniendo esa esencia única", añade la historiadora del arte. "Actualmente, el uso de la mantilla forma parte del luto del Jueves y el Viernes Santo, pero también se luce en eventos como bodas, para ir a los toros o en la tradicional exhibición de enganches", añade.

Mujeres de mantilla.
Mujeres de mantilla. / Juan Carlos Vázquez

Diferencias entre distintas peinas y mantillas

Tras finalizar la charla, Mila Montero, directora creativa de la firma Lina, mostró a las asistentes diferentes peinas y mantillas y junto a Enrique Rodróguez Hidalgo, estilista y diseñador, explicaron las diferencias entre ellas.

"Antes, las peinas eran de carey, ahora son de celuloide, un manterial más flexible y perdurable en el tiempo. Las podemos encontrar en diferentes tonalidades, desde marrón osucra al tono tortuga (más clara y emulando el carey), hasta el tono Habana (todavía más claro). Las podemos encnontrar de diferentes tamaños, siendo las más altas las que mejor quedan con la mantilla, y con diferentes dibujos más o menos trabajados, que será lo que marque la diferencia entre una peina más o menos buena", explica Enroque Rodríguez Hidalgo. A la hora de guardarlas y mantenaerlas, tanto Mila Montero como Enrique Rodríguez Hidalgo lo tienen muy claro, hay que sacarlas de vez en cuando para que les dé el aire y la peina no se pique y guardarlas de manera que no se deformen, auqnue siempre se puede recuperar la forma aplicando un poco de calor". Lo mismo ocurre con las mantillas, que debe darles el aire una vez al año para que no se estropeen.

A la hora de difreneciar entre las mantillas, hay que hablar de la mantilla rectangular (o de velo de toalla), rondeña (o de empanadilla), de pico (cuyo uso popularizó Eugenia de Montijo) o madroñera (muy típica de Ronda). Cada una de ellas puede presentar un tipo de encaje diferente; bien de bolillo, bien de aguja o bien de chantilly. Esta última es la más fina, también la más cara, y quizás la que menos abunda. "Una mantilla de chantilly es la cream de la cream", sentencia Enrique Rodríguez Hidalgo.

Una joven vestida de mantilla.
Una joven vestida de mantilla. / Belén Vargas

Las claves para vestir de mantilla en Semana Santa

Cuando se le pregunta a Ángela López acerca del protocolo a la hora de vestir de mantilla, ella lo tiene claro. "Sólo pongo dos condiciones, llevar un vestido negro que sea recatado, por debajo de la rodilla y que el escote no sea muy llamativo. En cuanto a las mangas, pueden ser largas o al codo, pero también de mangas cortas, eso dependerá de cómo sea la mantilla, si te cubre o no. Imprescindible, que las medias sean negras de cristal y no llevar plataformas o un calzado de charol. A ser posible, apostar por un salón medio de piel o de ante, que te permita caminar durante todo el día. En el caso de los complementos se permite cierta libertad porque, en muchos casos, se heredan y antes se era bastante más excesivos que ahora, que tendemos a la sobriedad más absoluta. Mi consejo es que cada persona, en función de lo que tiene, vea lo que quiere usar, porque yo he visto aderezos en dorado maravillosos. En el caso de las perlas, optaría por eliminarlas de la ecuación", concluye la historiadora del arte.

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