DIRECTO Jueves Santo en Sevilla, en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para el Jueves Santo y la Madrugada

Andalucía

Hogares que curan heridas

  • Más de 3.000 familias andaluzas participan en el programa público de acogimiento infantil para evitar que los niños tutelados por la Junta pasen largos periodos en una institución

Hogares que curan heridas

Hogares que curan heridas

Nuria tiene tres padres y tres madres. O eso dice ella. Si mira su libro de vida -donde está su todavía corta biografía en fotos y pequeños textos- lo puede explicar fácilmente. Tiene a sus padres "de verdad", que son los biológicos; a "los de ahora", que son los adoptivos; y a "papá Ramón y mamá María". Los últimos son sus padres de acogida, con los que vivió en Cádiz hasta febrero de 2015. De vez en cuando Nuria -nombre ficticio- vuelve la capital gaditana desde Jerez, donde vive ahora, para pasar un fin de semana con este matrimonio y sus tres hijos, que durante casi un año tuvieron una hermana pequeña inesperada.

La familia de Ramón y María es sólo una de las más de 3.000 familias andaluzas que se ofrecen para acoger a los menores tutelados por la Administración para que estos niños y adolescentes no tengan que vivir internados en uno de los centros que la Junta tiene repartidos por la región. "No son como los orfanatos que tenemos en la cabeza. Están bien dotados, cuentan con personal competente y suelen ser el hogar de un grupo reducido de niños que reciben atención especializada", explica Jesús Jiménez Morago. Este profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla tiene buenas palabras para los centros de menores, pero reconoce que lo ideal es que los niños se integren en un entorno familiar.

"Hay necesidades que no se cubren en estas instituciones", añade este investigador, que colabora asiduamente con la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales, competente en la materia. Según Jiménez Morago, las largas estancias en los centros de protección pueden provocar en los menores "tendencia a la agresividad, desobediencia y baja autoestima" y otros problemas de conducta y emocionales "en un porcentaje muy significativamente superior" al de los niños que pasan a un acogimiento familiar o adopciones.

Cerca de uno de esos centros vivían Ramón y María y desde la ventana de su casa veían como cada día las monjas que lo gestionaban llevaban a los niños a jugar a un parque. Por eso él, después de ver en los medios un anuncio de la Junta para fomentar el acogimiento, se puso en contacto con la asociación Acógeles e inició los trámites para convertirse en familia acogedora dentro de la categoría de amparos temporales.

Para poder ofrecer su hogar a estos menores, Ramón y María tuvieron que pasar varios filtros. Primero lograron la declaración de idoneidad y luego acudieron a varias sesiones formativas para saber cómo enfrentarse a la llegada de los niños que pudieran necesitarlo. Finalmente pasaron un último examen, el de sus hijos. "Queríamos que vieran que hay una realidad más allá de la burbuja que forman nuestros amigos y conocidos", recuerda este funcionario gaditano, que además pretendía incluir a sus vástagos en la experiencia al máximo posible: "Les preguntamos porque no es algo sólo nuestro. Se trata de vivir en familia".

FUENTE: Consejería de Igualdad y Políticas Sociales. GRÁFICO: Dpto. de Infografía. FUENTE: Consejería de Igualdad y Políticas Sociales. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

FUENTE: Consejería de Igualdad y Políticas Sociales. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

Ésa es la intención última de los acogimientos familiares, ya sean temporales -como el de Ramón y María-, de urgencia, especializados o permanentes. "Estamos programados para vivir en familia", apunta el profesor Jiménez Morago. Y los beneficios son especialmente relevantes para los niños cuya tutela está a cargo de la administración. "Muchos de estos niños han pasado por adversidades como abusos, abandono o maltratos", señala el investigador de la Universidad de Sevilla, que entre las ventajas del acogimiento destaca la mayor facilidad para establecer vínculos de afecto y para aceptar normas.

Las explicaciones de Jiménez Morago se corresponden con el relato de la familia gaditana. "Estos niños vienen con una mochila complicada. Comienzan a la defensiva y tardan en abrirse, pero al final lo hacen", cuenta Ramón que rememora las dificultades que tuvieron al principio con Nuria, pues incluso se vieron obligados a escolarizar a la niña en un colegio distinto al de sus hijos, por problemas burocráticos.

Sin embargo, la experiencia fue muy gratificante para esta familia. Tanto que, tras un periodo en barbecho, quisieron repetir. Ahora mismo dos hermanas de cuatro y siete años le han cogido el relevo a Nuria y llevan más de un año en Cádiz con Ramón y María. "El día a día es difícil de llevar a veces, pero cuando nos visitan nuestros familiares o amigos nos cuentan que están mucho mejor", asegura este funcionario gaditano que añade que "en ocasiones, con darles un abrazo y hacerles saber que estás cerca basta para calmarlas".

"Mucha gente nos dice que admira lo que hacemos, pero también que ellos no serían capaces". Ramón reconoce esta reacción de sus conocidos como ciertamente agridulce, pero entiende a quien tiene reticencias por un momento concreto del acogimiento temporal: la separación. El profesor Jiménez Morago recomienda encarar el tránsito a la familia con la que vivirán de forma definitiva "sin dramas", puesto que no es una desvinculación definitiva si hay voluntad. Además, el proceso no es radical. Comienza con una visita en casa de la familia de acogida y las estancias van aumentando paulatinamente su duración hasta la última mudanza.

Esa es justo la situación en la que están Ramón y María tras un año y cuatro meses. "Una de las dos niñas me dijo que si no podía quedarse hasta después de su cumpleaños" recuerda este padre de acogida, que reconoce que "cuanto más tiempo están, más difícil se hace la separación". Pero compensa. "Estamos orgullosos. Y lo bueno es que sabemos que se van a ir con gente que las va a querer", sentencia Ramón. Cuando llegue el momento, difícilmente se les olvidará su paso por este hogar gaditano. "Les ha permitido sentirse parte de una familia", añade el profesor Jiménez Morago, que define los acogimientos temporales como "una forma de curarles las heridas" a estos menores.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios