Andalucía

La hora del Atún

  • La temporada de almadraba, pese a fracasar los intentos de comprar la cuota vasca, llena los hoteles de Zahara y la pesca se recupera y se revaloriza: el morrillo ya se cotiza a 60 euros

La campaña almadrabera de 2012 avanza veloz como los cardúmenes de atún rojo en su tránsito por el Estrecho. Las cuatro artes gaditanas afrontan el ecuador de la temporada apenas quince días después de las primeras levantás en Zahara de los Atunes y Tarifa, y a pesar de que el Levante ha imposibilitado la faena durante muchas jornadas. Hasta el martes de esta semana habían pescado más de 300 toneladas de las 657 asignadas para este ejercicio. Son más de 1.400 gigantes plateados, los chatos, los primeros en llegar y, por eso, los más fuertes y pesados de la temporada.

Los pescadores aseguran que hay una gran cantidad de atunes en el copo, la parte final del laberinto de redes en el que quedan atrapados los peces antes de ser levantados a la superficie. Marta Crespo, portavoz de la Organización de Productores Pesqueros de Almadraba (OPP-51), que agrupa a las artes de Zahara, Tarifa y Conil, sostiene que esta abundancia del recurso y el tamaño de las unidades son "indicios" de la recuperación de una especie que está bajo amenaza de extinción desde hace un lustro.

La pesca se está distribuyendo entre el mercado nacional y un buque frigorífico japonés anclado en aguas de La Janda, capaz de copar más de la mitad de las capturas. En la factoría de Frialba, situada en el puerto de Barbate, de capital local, se despiezan los atunes apenas una hora después de ser pescados y se congelan a una temperatura de 60 grados bajo cero, lo que permite que la carne conserve todas sus cualidades.

Hay otra parte de las capturas que se sirve fresca a mercados de abastos y restaurantes. Por eso estos días es posible degustar atún rojo de almadraba en una gran cantidad de restaurantes de la costa gaditana, donde localidades como Zahara, Barbate y Conil celebran homenajes gastronómicos con la materia prima. En la feria de Zahara, que comenzó el miércoles y finaliza hoy, participan 34 establecimientos que esperan vender 55.000 tapas. Los hoteles de la pedanía barbateña, que suman un millar de plazas, están llenos. "El auge del atún es extraordinario", presume Gaspar Castro, presidente de la asociación local de comerciantes.

Fuentes de la lonja de Barbate han subrayado esta semana la pujanza comercial del atún rojo. Las piezas se están vendiendo a un precio de 19,5 euros más IVA a los placeros y a restaurantes que están dispuestos a comprar ejemplares enteros, dos euros y medio más que en el último ejercicio.

La OPP-51 prefiere no precisar el precio de venta de los atunes porque entiende que esto puede afectar a su estrategia comercial. Las fuentes del sector consultadas explicaron que alrededor del 35% de cada atún es desperdicio, de ahí que el precio medio del kilo de carne comprado por los mayoristas ronde los 30 euros. En la distribución a hosteleros y minoristas, los despieces oscilan entre los 26 euros por kilogramo del lomo negro hasta los 36 del tarantelo (parte grasa del cuarto inferior), los 50 de la ventresca (la parte inferior de la barriga del animal) y los 60 del morrillo (la parte superior de la cabeza, la más escasa y cotizada).

Las cuatro almadrabas gaditanas pescarán durante las próximas semanas, siempre que el tiempo lo permita, hasta alcanzar la cuota asignada para la campaña, que es de 657 toneladas. Además tendrán el cupo extra adquirido a otras flotas españolas, que supondrá algunas decenas de toneladas más por cada empresa.

La venta de derechos de pesca está permitida por la ley. Antes del inicio de la campaña, la OPP-51 intentó comprar a las cofradías vascas la totalidad de su cuota de atún rojo, hasta 450 toneladas. Ofreció 10,25 euros por kilo, siempre sobre el papel, antes de la pesca, lo que refrenda la pujanza comercial de la especie. Al final, los arrantzales vendieron 315 toneladas a la empresa levantina Ricardo Fuentes e Hijos, dedicada a la pesca de cerco y al engorde en granjas del Mediterráneo y copropietaria de la cuarta almadraba gaditana, la de Barbate, que ha abandonado la OPP-51 por discrepancias comerciales.

Los almadraberos han lamentado que los pescadores vascos -tan artesanales como los gaditanos pues pescan con anzuelo pieza a pieza- hayan vendido su cuota a la compañía levantina pese a que las ofertas por los derechos de pesca fueron idénticas: 10,25 euros el kilo. Los arrantzales, asediados, respondieron: "Lo hemos hecho para sobrevivir".

657 toneladas de cuota es la mitad que el total de capturas de 2008, año en el que entraron en vigor las primeras restricciones internacionales a la pesca del atún rojo. La cifra da una idea de la escasez de las posibilidades de pesca actual, que mantiene a la almadraba contra las cuerdas pese a la cotización de la carne.

La supervivencia de las artes trimilenarias en los últimos años ha sido posible gracias a la puesta en marcha de una campaña científica por parte del Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto Español de Oceanografía (IEO).

El Observatorio Científico permite al Gobierno tener un control de los cardúmenes que migran por el Estrecho y de las condiciones de este recurso pesquero. Los científicos del IEO acompañan a los pescadores en la faena y, cuando la almadraba agota su cuota, siguen trabajando con los artesanos para contabilizar y analizar los atunes que pasan por las redes antes de ser liberados.

Así, las empresas de La Janda prolongan su actividad hasta un total de seis meses y posibilitan el acceso de su plantilla, formada por más de 350 trabajadores, a la prestación por desempleo. A cambio, las empresas gaditanas reciben una subvención estatal.

Los almadraberos son optimistas. La portavoz de OPP-51 sostiene que el sector "atraviesa años de transición" hasta que se certifique la recuperación de la especie. Este año el comité internacional para la conservación del atún (ICCAT) celebrará determinará hasta dónde ha conseguido remontar la especie, primer paso para incrementar las cuotas de forma sostenible y garantizar una explotación razonable de los caladeros.

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