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Historia

El 'olvidado' padre sevillano de la Constitución de Cádiz

  • Un vecino de Villanueva del Ariscal fue protagonista fundamental de nuestra primera Constitución, 'La Pepa', promulgada en Cádiz hace 200 años. Este sevillano fue el encargado de convocar las Cortes Constituyentes.

Un 19 de marzo de 1812, día de San José, España promulgó La Pepa, así llamada nuestra primera Constitución, modelo de libertades y garante de derechos no reconocidos hasta la fecha. Cádiz, ciudad que acogió tan histórico hecho, ha guardado con tesón el privilegio como lugar emblemático, bastión de libertad y gérmen de ciudadanía. En la ciudad andaluza se reunieron de forma extraordinaria las Cortes Generales de España, a la búsqueda de un texto que reafirmara la nación ibérica.

Pero dos siglos después, en pleno bicentenario, conmemorado esta misma semana, se hace imprescindible resaltar la figura de un sevillano, aljarafeño, convocante de las Cortes Constituyentes de las que emanó esta primera Carta Fundamental. Quizás sea de justicia alabar a un vecino de Villanueva del Ariscal, por aquella época máximo representante de la Iglesia en Sevilla, quien en plena invasión napoleónica, y en unas horas terribles para España, tuvo el honor de convocar las Cortes Constituyentes de las que iba a emanar el primer texto constitucional de nuestra historia. Hablamos de Juan Acisclo de Vera y Delgado, un nombre que para el gran público puede resultar desconocido, pero que entraña una importancia fundamental en la promulgación de esta Carta Magna.

Su perfil es uno de los que integran el libro Hijos del Aljarafe, recientemente publicado por José Rodríguez Polvillo, periodista y escritor ginense que redunda en la figura de Juan Acisclo. Este representante ecleciástico, en plena invasión y control napoleónicos, es nombrado nuevo presidente de la Junta Central. "Era el primero de noviembre de 1809, y sobre los hombros de Juan Acisclo de Vera recaía ahora un país al borde de su desaparición como nación libre", según se desprende de la publicación de José Rodríguez, que continúa con el relato: "El 1 de enero de 1810 el Arzobispo de Laodicea -Juan Acisclo de Vera- firmaba en el Real Alcázar de Sevilla el decreto convocando a Cortes Generales a los diputados, auténtica base de la nueva España libre del invasor francés. Sin ningún apego al cargo, Juan Acisclo de Vera disolverá poco después la Junta Central, entregando el poder a un Consejo de Regencia que había de culminar los preparativos de la convocatoria a Cortes".

De esta forma se resalta la actuación de esta vecino de Villanueva del Ariscal, nacido en esta localidad un 6 de noviembre de 1761, en el seno de una familia religiosa y con varios miembros en la jerarquía eclesiástica. Su tío Francisco Javier Delgado, fue Obispo electo de Canarias, y con el tiempo llegaría a ser incluso Arzobispo de Sevilla. Tras doctorarse en Leyes y Cánones en la Universidad Hispalense, Juan Acisclo de Vera ocupó varios cargos en la jerarquía de la Iglesia, hasta que en 1801 recibe la consagración episcopal con el título de Arzobispo de Laodicea, confiriéndole en el momento la máxima importancia a niveles ecleciásticos en Sevilla.

Ocurrió entonces la invasión de España por parte de Napoleón, a la que sigue la constitución de la Junta Suprema de Sevilla, de la que Juan Acisclo de Vera será Vicepresidente, formando parte también de la Junta Central Suprema y Gubernativa de los Reinos de España y de las Indias, que iba a convertirse en el nuevo Gobierno de la España libre. Como ya se refirió, posteriormente sería nombrado nuevo presidente de la Junta Central desde la que convocaría las Cortes.

Una figura olvidada al que se le ha denostado en lo últimos doscientos años, quizás, como afirma el propio autor el libro, "por su doble condición de eclesiástico y sevillano, al hablar de una Carta Magna pretendidamente liberal y gaditana"

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