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Cultura

Astérix estrena nuevos padres

  • Llega a las librerías 'Astérix y los Pictos', el primer álbum sin la firma de Goscinny y Uderzo

La imagen de Bran Mak Morn es la de un rudo guerrero. Pelo negro y largo, gesto adusto, siempre con la mano empuñando una espada dispuesta al ataque. Nada que ver con la de Abraracúrcix, que hace mucho tiempo dejó los tiempos heroicos de Alesia y ahora disfruta de una amplia panza que le hace ser aún más bonachón de lo que es. Su escudo, más que para que para su protección, lo utiliza como medio de transporte.

Así, en un primer vistazo, no tienen nada en común salvo una cosa: su odio al invasor romano. Uno y otro asumieron el papel de liderar a sus respectivos pueblos en la lucha contra los ejércitos mandados desde Roma. Uno, Bran Mak Morn, lo hizo, según la historia, en la realidad; Abraracúrcix, ejerció de jefe galo gracias a los dibujos y la imaginación de Goscinny y Uderzo.

Tal vez gracias al mundo del tebeo los dos podrán conocerse en persona porque Bran Mak Morn fue rey de los Pictos, que habitaron el centro y el norte de Escocia, y es allí donde va a transcurrir la nueva aventura de Astérix, el valeroso galo mano derecha de Abraracúrcix y protagonista de las historias que hace más de 50 años idearon, para la revista Pilote, Goscinny y Uderzo.

Astérix y los Pictos sale a la venta este jueves y, como pasa desde hace años, su publicación se realizará a escala mundial; tan sólo en Francia, paraíso del cómic, se tirarán dos millones de ejemplares de este tebeo.

Hacía ocho años que Astérix no protagonizaba una nueva historia. Lo cierto es que sus seguidores lo agradecían. El cielo se nos cae encima, su trigesimotercer álbum, logró un comentario unánime de crítica y público: horroroso. Un auténtico fracaso de guión que, desde la muerte de Goscinny, estaba en manos de Uderzo, el dibujante de la aldea gala. Tal vez por este fracaso y por su elevada edad, Albert Uderzo decidió ceder los bártulos y Astérix a un nuevo equipo de guionistas y dibujantes.

El papel no era sencillo. Desde que nacieron en 1959 se han vendido en todo el mundo cerca de 350 millones de ejemplares de las aventuras de Astérix y Obélix, traducido a más de un centenar de idiomas y dialectos, y protagonistas de numerosas películas, en dibujos y en carne y hueso, además de impulsar un parque de atracciones. En definitiva, una mina de dinero que no se podía poner en peligro, una vez decidida la cesión de los pinceles y de la pluma, dejándolo a autores que pudiesen dar un cambio radical a los personajes.

Los elegidos fueron, finalmente, Jean-Yves Ferri, encargado del guión y miembros del equipo del estudio Albert-René, y Didier Conrad, en el dibujo. En España es conocido por la serie RAJ. Dos autores de garantía que en todo el proceso de realización del álbum han tenido a pie de lápiz al propio Uderzo, que en su momento dejó claro que iba a controlar todo el proceso creativo para evitar errores como se habían producido en otros casos, cuando por el fallecimiento del autor o autores un personaje del mundo del cómic se ha mantenido vivo en manos de otros dibujantes o guionistas.

Salvando casos como el de Tintín, cuyo creador Hergé dejó claro que no quería su continuidad una vez él fallecido, es ésta una tónica muy habitual que ha dado variopintos resultados.

Jacques Martin fue uno de los grandes del cómic europeo que desde el momento en que su vista comenzó a fallarle controló su rica herencia: Alix, Lefranc, Jehn, son varios de los personajes que él creó y que, tras su muerte, siguen generando nuevos álbumes cada año gracias a un variado equipo cuyos integrantes, en su mayoría, asumen que su trabajo tiene que estar controlado por una comisión que vela por el legado de Martin. El resultado es irregular, tanto en dibujo como en guiones. Ejemplo de ello es la serie Alix Senador, que rompe casi totalmente con la estética de Martin.

No es el caso de Blake y Mortimer. Fallecido en 1987 su creador, Edgar Pierre Jacobs, la serie ha tenido una exitosa continuidad, incluso mejorando los guiones de las primeras aventuras, más fantasiosas que las actuales. Lo cierto es que estos aventureros británicos han tenido la fortuna de caer en manos de varios de los principales autores del cómic francobelga: Jean Van Hamme, Bod de Moor, Ted Benoit, André Julliard, René Sterne. El último ejemplo es el tomo L'onde septimus, que acaba de salir en Francia y que da continuidad a uno de los álbumes históricos de la colección, La marca amarilla.

Otra de las grandes series actualmente abiertas es Thorgal, creada por Jean Van Hamme y Crzegorz Rosinski. Desde el trigésimo tomo está en manos de Yves Sante. Además, se han creado series paralelas aprovechando la fuerza de varios de los protagonistas originales. Lo mismo está pasando con XIII, de Van Hamme y William Vance: concluido su largo relato original, de éste también han surgido historias paralelas, dibujadas y escritas ya por otros autores.

Entre los históricos hay series que han perdurado también con éxito como el Lucky Luke de Morris o Spirou y Fantasio de Rob-Vel, aunque el autor más habitual fue Franquin, con desigual resultado según el autor designado para las nuevas historietas, algunas de gran relevancia. Los Pitufos, que vuelven a reeditarse dentro del catálogo de Norma, también han tenido padres adoptivos.

En España numerosos personajes de Bruguera continuaron publicándose después de la muerte de sus creadores, como Zipi y Zape, Tribulete o Doña Urraca, tanto por las constantes reediciones que hacía la editorial catalana como por la contratación de anónimos dibujantes. No ha pasado lo mismo con el gran clásico español: Mortadelo y Filemón, que sigue en manos de su creador, Francisco Ibáñez, medio siglo después de su primera historieta en Bruguera.

En cuanto al mercado estadounidense, lleno de superhéroes, el listado de continuadores de iconos como Batman, Superman y demás es interminable.

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