La hoguera de Nervión (1-0)

La Crónica

El Sevilla, espoleado por el gol de Trochowski a los dos minutos, impone su audaz presión y derrota con justicia a un aturdido Real Madrid. Míchel acierta al acumular centrocampistas.

Trochowski será operado el próximo 22 de octubre en Denver
Trochowski será operado el próximo 22 de octubre en Denver
Juan Antonio Solís / Sevilla

15 de septiembre 2012 - 23:55

Alegrón con todas las letras el que ayer se dio el sevillismo. Crujieron de gozo las gradas del Ramón Sánchez-Pizjuán cuando Undiano Mallenco decidió que el partido había acabado. Porque lo hizo con una victoria del Sevilla ante un enemigo de los más acérrimos, el Real Madrid. Porque aún escocían los groseros 2-6 que el equipo merengue clavó a los blanquirrojos en sus dos últimas visitas ligueras. Y, caramba, porque encima el equipo más laureado de Europa decidió comparecer en el coliseo nervionense vestido de verde. No un verde brillante. Más bien un verde apagado, tristón. Como Cristiano Ronaldo.

Bastó el gol de Trochowski al saque de un córner mal defendido por el rival -evidente el talón de Aquiles del campeón- para que el Sevilla, esta vez plenamente de Míchel, se adjudicara con absoluta justicia una victoria que puede marcar su destino en esta campaña. De momento, espolea una ilusión que hasta ayer latía con tibieza en la parroquia.

Por extensión, el sorprendente 1-0 también puede marcar el destino de este campeonato, pues se elevan ya a ocho los puntos de ventaja del Barcelona sobre su único rival posible y en apenas unas semanas el Madrid saltará a jugar al Camp Nou. Así que ojo...

Después de dos años de ausencia, volvió a comparecer en Nervión el Sevilla gallardo que tantas veces hizo morder el polvo al Real Madrid. Esta vez no hubo set a favor del fastuoso ejército de Mourinho, que lo que ayer se vivió en la bien cuidada hierba del Ramón Sánchez-Pizjuán no fue tenis, sino fútbol. Y fútbol del bueno. Del que hace vibrar.

Y ese fútbol lo puso sobre todo el emergente bloque que está ahormando Míchel. Quien tantas veces sufrió el ardor de Nervión cuando era uno de los mejores volantes diestros del fútbol mundial parece que va por el buen camino en la tarea de devolver a sus pupilos el carácter competitivo que perdió en las últimas temporadas. El Sevilla jugó con orden. Con fe. Con inteligencia. Y con la agresividad que es premisa ineludible para plantar cara a ese equipazo que el año pasado fue capaz de sumar 100 puntos y batir el récord de goles en una Liga.

Míchel trabajó con énfasis las jugadas a balón parado durante la semana y en la primera oportunidad ese empeño dio rédito a los sevillistas. Aún no se había consumido el minuto dos y Trochowski envió a la red el balón, en un complicado bote pronto, tras el saque de esquina que botó Rakitic desde la derecha. En la jugada que provocó el córner, ya tuvo Negredo la ocasión de batir a su compañero en la selección.

Ese gol removió las inseguridades con que comparecía el campeón en Nervión. Si ya había saltado el Madrid a la hierba presionado por sus tropiezos ante Valencia y Getafe, encima se encontró con el esfuerzo suplementario de nadar a contracorriente.

Y la corriente que manó del equipo de Míchel fue pujante, poderosa. Y organizada. El Sevilla pobló el centro del campo, orquestó una audaz presión en la zona donde Xabi Alonso empieza a mover los muñecos y dificultó con solvencia la transición de la pelota hasta Özil, Di María, Cristiano o Higuaín. No hubo noticias de ese prodigioso equipo que interpreta el fútbol rápido y vertical como nadie ahora mismo en el planeta fútbol.

A diferencia de partidos recientes bajo el dibujo táctico 4-2-3-1, en el Sevilla de ayer abundaban los medios de verdad. Junto a Medel no estaba Trochowski, sino Maduro. Y el holandés se coordinó con Medel para dirigir la presión. Los pasillos interiores le fueron negados una y otra vez al Madrid, que muy pronto se sintió realmente incómodo con el guión del partido. Di María, Özil y Cristiano buscaron la movilidad y se intercambiaron de posición, pero la jugada jamás salía limpia desde posiciones más retrasadas. Lo impidieron los sevillistas, que se dejaron el alma a la voz de mando de Maduro.

Mourinho prescindió de Di María y Özil en el descanso, metió a Benzema al lado de Higuaín y probó el factor sorpresa de Modric en la sala de máquinas. El croata empezó a desbrozar caminos por dentro e incluso envió un misil al palo, pero pronto cayó en el entramado del Sevilla, que si no sentenció en la segunda parte fue por la impericia de sus atacantes al contragolpe.

Al paso al frente del Madrid respondió Míchel con Manu del Moral por Rakitic. Estaba el partido para la potencia y el golpeo del jiennense, que lo ve más claro con metros por delante. Pero sus movimientos sin la pelota no fueron los más acertados. También Negredo empezó a acusar el mayúsculo esfuerzo y sólo esa banda derecha que integran Cicinho y Jesús Navas, tan liviana como aguda, mantuvo cierto resuello para seguir inquietando al Madrid.

No cayó ese segundo gol tranquilizador para el Sevilla, pero el balance defensivo siempre fue óptimo. El Madrid, salvo una mala salida de Palop en una falta lateral que desaprovechó Sergio Ramos, nunca vio el modo de entrar en el partido para imponer su ley y acabó consumido por el viejo fuego de Nervión.

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