Sevilla - Betis · el otro partido

Espinas que salen solas

  • Reyes se rehabilita y despoja a Mel del gol más rápido en un derbi. Los Biris, seis meses después, viven otra goleada.

Dos eran las espinas que fustigaban el alma del sevillismo. La primera atendía por Reyes y la segunda respondía al ambiente del Gol Norte del estadio, algo de capa caída tras la deserción de un buen número de Biris después del violento episodio de Rota. Y ambas salieron solas, y de la mejor manera, en uno de los derbis más gloriosos que se recuerdan en Nervión.

Reyes, bético en su niñez más niña, antes de que el influjo de la carretera de su pueblo, Utrera, lo acercara a esos vecinos e inmensos potreros, ya había mostrado sus intenciones de darle al Sevilla una noche grande. La temporada pasada, en Heliópolis, fue de los más destacados de su equipo.

Pero el utrerano cuajó un curso mediocre, saldado con un solo gol, y este verano amaneció con kilos de más e incluso tuvo que ver cómo se le aireaban ciertas vergüenzas. Aunque el fútbol pertenece a los futbolistas, a los buenos, a los peloteros. Y Reyes lo es. Míchel, por enésima vez, le demostró su confianza y la estrella que regresara hace un año decidió que era el día idóneo para empezar a devolver al sevillismo la paciencia habida con él. El ídolo volvió a ser ídolo y en apenas 15 segundos puso Nervión boca abajo con el gol más rápido de la historia de los derbis, honor que correspondía a quien ayer ejercía con impotencia su labor de entrenador en el banquillo visitante.

Reyes había jugado siete derbis y ya sabía lo que era marcar. Sumaba un gol, igual que Fazio, otro futbolista rehabilitado a ojos del aficionado nervionense. Sólo ellos y Negredo, autor de los dos goles del Sevilla en los clásicos del curso anterior, sabían lo que era marcarle al Betis. Y a fe que lo demostraron.

Los Biris llevaban más de seis meses sin hollar al completo la grada de Gol Norte. Su último partido oficial fue el 5 de mayo, día en que dijo adiós unos de los más grandes que vistió la camiseta sevillista, Frederic Kanoute. Y el partido ante los vallecanos se saldó como el de ayer, con un goleada (5-2). Sólo habían pasado tres días desde el último derbi, el de los goles de Beñat.

Pero la hegemonía, en Nervión, la recuperaron el Gol Norte y el Sevilla entero en un derbi memorable, de los que marcan un antes y un después, de los que se disfrutan el doble por lo mucho que escuece al rival.

Un clásico, en suma, que apretó todas las carnes sevillistas para que las espinas salieran escupidas, sin sitio ya, por sí solas.

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