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Iborra, de invitado a piedra angular

  • El medio centro ha pasado de no contar para Emery a ser una pieza fundamental en la mejoría del sistema defensivo. Costó 6 millones por pago de su cláusula.

Vicente Iborra tiene la ventaja de jugar en una demarcación que puede marcar el cambio de imagen de un equipo. Si el futbolista en cuestión tiene la suficiente personalidad y disciplina táctica para ello, cualquier entrenador puede ver cómo el funcionamiento del grupo mejora con dos retoques y un futbolista de estas características. Y es un poco lo que le ha pasado o le está pasando al ex jugador del Levante desde su llegada al final del verano al vestuario del Sánchez-Pizjuán casi de improviso y por la vía de urgencia tras las salidas de Kondogbia y Medel.

Pero la figura de Iborra con Unai Emery ha pasado por diferentes altibajos hasta ser, a día de hoy, la piedra angular de la mejoría del sistema defensivo. Llegó y jugó de titular prácticamente después de pasar el reconocimiento médico, ya que debutó por las bajas con un solo entrenamiento con los compañeros, pasando después a un extraño ostracismo que además no concordaba con la debilidad defensiva de la columna vertebral del equipo de Emery en una fase de la temporada en la que la pareja formada por M'Bia y Rakitic lo jugaba todo o casi todo en el centro del campo. Y no se explicaba porque las circunstancias de su fichaje también hacían que se tratara de una situación especial. Iborra llegó al Sevilla mediante el pago de su cláusula de rescisión, fijada por el Levante en seis millones de euros, y -lo que extrañaba aún más- cuando el 30 de junio de 2014 podía llegar gratis con la carta de libertad, ya que terminaba contrato. El Sevilla, por tanto, se permitía el lujo de tener en el banquillo a un fichaje de un elevado coste cuando además el titular en su puesto, el camerunés M'Bia, ofrecía unas prestaciones discutibles a nivel táctico, aunque sí interesantes quizá en otros aspectos del juego.

Las veces, pocas, que Emery recurrió a Iborra, su rendimiento fue satisfactorio, como en Valladolid o en Estoril, pero, en cambio, eran situaciones esporádicas que no gozaban de continuidad y que obedecían a bajas por sanción o lesión del camerunés. Sin embargo, la mañana en Cornellà ante el Espanyol fue un punto de inflexión tanto en la trayectoria de Iborra como en la mejoría del juego en el Sevilla, particularmente fuera de casa. El imponente centrocampista se ha convertido desde entonces en pieza inamovible en el esquema del vasco variando la posición de Emery y formando junto a Carriço una línea media segura y eficaz. Gana infinidad de balones por alto, se coloca bien, equilibra el equipo y ofrece un plus importantísimo en el poderío de la estrategia ofensiva, siendo el Sevilla un equipo temido en esta faceta con el golpeo de Rakitic y la subida de torres como Fazio e Iborra principalmente por su altura (cerca de los dos metros), pero también de Cala y M'Bia cuando han jugado.

El flojo nivel que ha ofrecido un jugador aún joven como Cristóforo y las continuas sanciones del camerunés han convertido al valenciano en un futbolista decisivo en los últimos dos meses.

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