Atlético-Sevilla

Señores, que es el líder

  • El Sevilla, dispuesto a aporrear la infranqueable puerta del Atlético y quitarse a lo grande el sambenito de visitante manejable. La dureza de los de Simeone, examen en un terreno hostil.

En la temporada del Sevilla 15-16 ha habido de todo. Grises entornados entre nubes y claros y un no saber de dónde viene el viento cuando el personal pierde de vista la costa nervionense. A Emery se le revuelven las tripas cada vez que su equipo deja pasar una jornada y no estrena el casillero de victorias fuera de casa. Quizá éste no sea el día más indicado... O sí, nunca se sabe. El fútbol está lleno de casos así y los blancos ya han protagonizado en este ejercicio una vez la misma gesta, destronar al líder (Real Madrid) y, aunque no fuera exactamente así, casi el mismo efecto con el Barcelona. Lo hizo primero con los azulgrana, aunque el líder en esa jornada fuese el Villarreal, y luego con el equipo de Rafa Benítez, aunque en ambas ocasiones fue al calor del Ramón Sánchez-Pizjuán.

Lo de hoy es perforar una roca. Perforarla y mantener el tipo ante un equipo que empuja con la misma cabezonería con la que defiende. Posible es, pero, desde luego, no con la intensidad con la que este grupo se ha desparramado por el campo en muchos de los desplazamientos en la presente Liga. No hay ni que dudar que Emery ha tratado durante la semana de inyectar veneno en las venas de los suyos. Es la única manera posible de competir en este escenario ante este equipo que lleva los partidos al límite del reglamento y que utiliza todas sus armas para lograr su objetivo. Falta por ver si ese veneno aparece de verdad en la sangre de los sevillistas, pues será la única vía para evitar que los guerreros de Simeone sigan siendo la bestia negra de este equipo.

Si ese veneno ha penetrado en las venas y está en la sangre de los que hoy elija el técnico guipuzcoano a la hora del partido será el momento de vengar el 0-3 de la visita rojiblanca a Nervión en la segunda jornada de la presente Liga o el 4-0 de la campaña pasada en este mismo Vicente Calderón que, como siempre, será una caldera en contra de todo lo que huela a sevillismo y a favor del merecidísimo líder de Primera.

Pero harán falta muchas cosas más. Huevos, intensidad, concentración, coordinación transversal y entre líneas, velocidad, vértigo, valentía, ambición y hasta un punto de osadía... Todo eso, si quieren, lo pueden sacar a relucir los jugadores del Sevilla esta tarde en el Calderón a una hora en la que la parroquia nervionense estará atenta al televisor prácticamente mientras recoge la mesa. En el Atlético lo saben. Lo sabe Simeone, que ha avisado a los suyos porque está seguro de que tendrá enfrente a un equipo que sabe competir si se pone a ello, y lo saben sus jugadores. Por saberlo, lo saben incluso sus aficionados, que tratarán de poner su granito de arena para descentrar como sea a quien ose cuestionar ese edificio casi imposible de tumbar.

En un Atlético-Sevilla casi no hay reglas. Lo dice la experiencia y por eso en el porcentaje de posibilidades de éxito que tenga o deje de tener el equipo de Emery tendrá mucho que decir la actuación de Iglesias Villanueva. Los arbitrajes en el Calderón -al menos ésa es la experiencia que ha tenido el sevillismo- tienen ese punto de vértigo en el que el filo de la navaja aparece en cualquier disputa. Y como roces, tratándose de un equipo entrenado por Simeone, se van a repetir desde que el balón esté en juego, el hilo que sustente la imparcialidad será tremendamente fino y, como siempre, más propenso a partirse en contra de los que vistan de blanco. Una ley no escrita, pero que desgraciadamente se repite por costumbre. Los rojiblancos, además, son maestros en condicionar (tacita a tacita, protesta a protesta...) el subconsciente y las decisiones del árbitro, convirtiéndose esta circunstancia en otro aspecto que gestionar correctamente, como las segundas jugadas en las que tan bien se mueven los locales, la velocidad de Griezmann al espacio o la defensa de la estrategia con un lanzador como Koke y un rematador como Godín.

El Sevilla puede jugar con la presión que su rival tenga por la urgencia de mantener el liderato justo una semana antes de medirse a un Barcelona que durmió por encima de los rojiblancos con su triunfo en Málaga. A estas alturas tampoco debe hacer temblar a los de Simeone esta presión, pero sí pueden ver por ahí los hispalenses un resquicio a la debilidad de los locales. El equipo de Emery llega con la mente fresca. Habiéndose quitado un peso de encima con ese gol de Vitolo casi sobre la hora el jueves ante el Mirandés y con el cuello abrigado por una solidez en casa que ha llegado hasta a darle un nuevo récord a Emery.

Así, el batallón está desde ayer en la capital de España dispuesto a discutir todo lo que haga falta. Descansados los dos hombres destinados a poner el acero, Krychowiak y Cristóforo, Emery pondrá sobre el césped a toda su artillería porque se trata de uno de esos partidos que gustan a todos los protagonistas, para empezar al propio entrenador, que guarda una espinita clavada con Simeone, a quien no logró derrotar aunque le sacó un empate aquí mismo hace dos temporadas, y con el Atlético en varios desafortunados cruces tanto en el Sevilla como en sus anteriores equipos, Almería y Valencia.

Un clásico de la Liga siempre rodeado de una gran rivalidad, hostilidad entre aficiones, virilidad y, sobre todo... ambiente de fútbol, de fútbol de verdad.

El Sevilla no ha ganado fuera de casa; el Atlético sólo ha perdido un encuentro en el Calderón -frente al Barcelona (1-2)-; está la oportunidad de entrar en zona europea si es capaz de dar el campanazo por la derrota del Celta anoche y hasta la quinta plaza tendría vía libre con permiso del Eibar... Se recita un aliciente detrás de otro y no se acaba. Es el momento, es el líder.

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