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Ángel Orensanz.

"El autor siempre ha sido un rebelde de lo creado"

  • El escultor cree que en el cine y en la escultura hay "una acumulación de extrarrealidad que supera a la realidad".

Entre Huesca y Manhattan. Tiene el verbo rápido, un dinamismo joven al hablar y al pensar, una cosa barroca y acumulativa en su manera de comunicar que genera, cuando ejerce la escultura, obras vibrantes y personalísimas. Ángel Orensanz nació en 1951 en Larués, una aldea de Huesca, y es un escultor de prestigio internacional que vive entre Nueva York (donde está ubicada su fundación) y París. Londres, Tokio, Moscú, Tel Aviv y muchas otras ciudades han visto sus esculturas. Imaginativo, gran conocedor de la tradición, disfruta trabajando en la naturaleza.  En Sabiñánigo hay un museo con su nombre.

-Esculpir es una manera de relacionarse con el mundo. ¿También de autoconocimiento?  

-Sí, absolutamente. Una escultura se siente mal si su espacio, si las condiciones que la rodean no le permiten vivir de acuerdo a como entiende que debe vivir. Una escultura es una escritura notarial sobre el tiempo.

-¿Qué desafíos le impone la naturaleza?

-Yo veo varios ángulos con distintas luces y estudio los efectos, cuándo y cómo queda más dramático, más contrastante, si los efectos ayudan al contexto.

-Su obra es muy cinematográfica...

-El escenario por sí mismo debe ser una obra de arte. En la naturaleza yo he querido hacer cosas vibrantes, y lo espontáneo no les quita valor, todo lo contrario: es la mitad pensado y la otra mitad como la magia. Ese encuentro, en el que el escenario desaparece, hace que la escultura se parezca al cine. El cine es también llamar a la materia y que la materia responda.

-Usted conoció a Buñuel y va frecuentemente a Cannes. ¿Le hubiera gustado ser director de cine?

-En el cine y en la escultura hay una acumulación de extrarrealidad que suplanta a la realidad. En muchas cosas de las que yo hago hay un encuadre con el que dialogo, lo muevo, lo sitúo en el ángulo que conviene. Tengo muchas obras así que perdurarán y tendrán actualidad y un misterio como el del Greco o el de Van Gogh. Sé que lo que hago está hecho con el mayor estímulo, con humanidad y voluntad y el objetivo de que la obra sobrepase el tiempo.

-¿Usted cómo se lleva con su obra?

-El autor siempre ha sido un rebelde de lo creado y de lo establecido. Un creador supone la revelación de lo inédito, de lo original, de la novedad. Es mejor producir mucho para que llegue mucho al público. Y para eso lo que hay que pedir es vivir mucho, que haya tiempo para reflexionar, parar un poco, observar y producir. Pienso en esos grandes autores que vivieron muy poco como Rafael, el gran pintor del Renacimiento.

-Eso implica evolucionar y hay quienes reniegan de lo que hicieron en un principio...

-En Goya son tan buenas las pinturas del comienzo como las del final, quizá las finales son mejores porque acumula muchas cosas. La práctica, el tiempo, la madurez, la experiencia... Esto se consigue si se vive mucho.

-¿La escultura puede romper las leyes de la gravedad?

-Es algo que se puede proponer, otra cosa es conseguirlo. Debería ser posible. Le dije al rector de la Universidad de Barcelona: "Yo busco la perfección". Y él me contestó: "Bueno, pues ya somos amigos".  

-Usted siempre piensa en el futuro...

-Eso de que tiempos pasados fueron mejores... Yo pienso que los tiempos futuros lo serán. Sí es interesante cómo obras del pasado conectan con vivencias actuales. Pero vivimos un periodo de dificultades que lo dejan todo inaccesible, lejano, dramáticamente alejado... Vivir es difícil.

-¿Y la música?

-Yo creo que lo que pretende mucha de la música más moderna es aturdir.

-Uno de sus grandes orgullos es su fundación en Nueva York.

-Es un edificio vivo, que entiende lo que pasa. Es arte, con su cosa misteriosa y muda. Tiene las mismas dimensiones que la Capilla Sixtina y el templo de Salomón. Mi fundación habla con el arte, con la Historia, con el tiempo, con el destino. Y hace cosas para que el público participe. Es importante el trato con los niños. Y por allí pasa gente muy variopinta, del ministro de Cultura ruso al músico Philip Glass. A mí esto me ha beneficiado mucho.

-Y desde fuera, ¿cómo ve usted a España?

-Pues... Yo la veo muy bien. ¿Usted recuerda Tragedia y triunfo de Verdi? No hay triunfo sin tragedia.

-¿No hay éxito sin dolor?

-Todos los grandes personajes han tenido vidas de un dramatismo enorme. Quien no tiene dramatismo no puede ser personaje. Pensemos en Miguel Ángel o Velázquez. Un drama que se refiere a otros, a los que ven y opinan y creen que están en la verdad. En ellos la obra de arte se encuentra solitaria, a veces perdida en el tiempo, pero con la firmeza que le permitirá reencontrarse, renacer en el tiempo.

-¿Cómo se lleva con los artistas de su generación?

-Mis compañeros de Bellas Artes están desaparecidos o huidos o asustados o escondidos como el animal entre las zarzas. Porque todo se ha complicado de una manera extraordinaria y no se resuelve. Esto sí es tragedia y más tragedia, pero el efecto de todo gran autor es partir de la nada para hacer algo prodigioso, enorme y mundial.

-De una pequeña aldea aragonesa a codearse con la élite cultural internacional. ¿Ha cumplido su sueño americano?

-Es un contraste muy grande. En España hay muchos ejemplos: Goya, Juan Ramón Jiménez, Ramón y Cajal, Buñuel, Zabaleta... Y todos, parece, llegaron frescos a la tragedia: eso les permitió morir dejando algo eterno y universal.

-¿Qué le aporta el arte?

-Hay obras cuyo valor no se sabe ni se podrá especificar. Hay obras que no mueren nunca. El tiempo pasa, las anécdotas, las casualidades, lo imprevisto, pero el arte es el mayor lenguaje universal.

-¿Qué obras de arte le han conmovido más?

-En escultura, el Laocoonte, por esa fuerza de expresión, ese torso en diagonal; tiene alguna flexibilidad pero un drama enorme, con la serpiente comiéndose a los hijos... Y la obra de Miguel Ángel, la de Leonardo, todo el Renacimiento, Giorgione, Donatello, Piero della Francesca, Tiziano... Dejaron un destino, una riqueza al mundo. Goya es conocido hasta en los pueblos de China. También hay obras menos conocidas que guardan secretos mayores que las más famosas.

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