Cultura

Ironía y disfrute de Rafael Agredano

  • El CAAC acoge 'Prólogos', la primera exposición individual del artista en un museo · El cordobés fue uno de los miembros más activos del efervescente panorama artístico sevillano de los años 80.

A Rafael Agredano, cordobés entre sevillanos desde los primeros años 80, pintor, teórico y agitador, una de las figuras, en suma, más singulares de su generación, le gusta decir que su obra es como un paseo incesante "del polígono a la Quinta Avenida". Desde ayer, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) presenta su primera muestra individual en un museo; un recorrido por unos trabajos vitalistas, lúdicos y versátiles, pero atravesados igualmente por una aguda conciencia de la historia del arte. Bajo el título Prólogos, la exposición, comisariada por Esther Regueira, recoge varias series -porque suele trabajar por series- y algunos números de la revista Figura, publicación de referencia para la efervescente escena artística de aquella España recién salida de la noche franquista.

"Los estudios no están para clavarse puñales, sino para pintar. Dejadnos abrir ventanas para que entre la contaminación artística y dejadnos ser frívolos, eclécticos, dialécticos: que conciliemos el internacionalismo con el localismo, la tradición con la innovación", escribía un joven Agredano en el manifiesto Titanlux y moralidad, publicado en 1982 en el primer número de esa revista. "A la pintura le falta cabaret y le sobra espíritu conventual", añadía este compañero de Guillermo Paneque, Patricio Cabrera, Pepe Espaliú, Ricardo Cadenas, Curro González o Abraham Lacalle, miembros del llamado Grupo de Sevilla, agrupados en torno a la galería La Máquina Española y unidos por encima de todo por su reivindicación de la pintura como territorio irrenunciable de la creación artística.

Prólogos, aclara pronto el mismo Agredano, "no es una retrospectiva". "He hecho cosas después e hice cosas antes", explica el artista sobre el arco temporal que comprenden las obras seleccionadas por Regueira, quien en este proceso ha procurado ilustrar con la mayor claridad posible "la poética" del artista, que pasa -apunta la comisaria- por "la desacralización de la cultura, la fascinación por los rituales y su manera de conjugar el underground con el mainstream", así como por la relectura de grandes mitos del arte, el juego de los opuestos, el peso de la escritura y la recurrente perspectiva paródica, irónica o satírica. "El arte no es sólo una herramienta de reflexión y una vía de conocimiento, es también disfrute, diversión. Hay que pasárselo bien trabajando en el arte", dice Regueira sobre el sello que imprime Rafael Agredano a sus trabajos.

Todo esto puede apreciarse, por ejemplo, en Los sucesos de Avignon según la narración del marinero. El marinero es el escritor y pintor francés Max Jacob, judío y homosexual que encontró la muerte -o ésta lo fue a buscar, más bien- en el campo de concentración de Drancy en 1944. Jacob fue amigo de Picasso, y Agredano dio con una foto de ambos en la que el primero llevaba atuendo marinero. Fue el germen de la citada y desinhibida serie, en la que destaca el cuadro Avignon People, una relectura de Las señoritas de Avignon del "gran macho del arte", bromea Agredano, que "castigó" por ello al genio malagueño con la estética macarra-gay del grupo disco Village People. En este aspecto, el de tratar cuestiones de género, Agredano es considerado un pionero -no sólo en España- por adelantarse a la explosión del arte queer y a la proliferación de teorías trans sobre la identidad.

La crítica es otro elemento importante de su discurso. La exposición recibe al visitante con la serie Escenas pastorales del sur galante, título inspirado en un viejo blues de Billie Holiday. Son fotografías nocturnas del Polo Químico de Huelva, sobre las que el artista sobreimprime pasajes del capítulo 77 de Platero y yo, donde Juan Ramón Jiménez da cuenta de un paseo paradisiaco por El Vergel, como se llamaba entonces la zona sobre la que se levanta hoy ese paisaje industrial que en las imágenes de Agredano parece proceder de tomas eliminadas de Blade Runner.

En La belle excentrique, encuadrada en la fase de música de cabaret del artista, éste dibuja escenas de sexo (muy) explícito sobre una partitura de la obra homónima de Erik Satie, que suena en la sala interpretada por Taller Sonoro. También hay música, pero callada, latente, en Corpus Christi en Sevilla, Rafael Albéniz Remixed, donde el creador vuelve a usar una partitura, esta vez en braille, como soporte para sus dibujos, éstos más abstractos que los anteriores.

En otra serie, L'esprit de l'escalier en Andalouise, centra su mirada en la iconografía kitsch de la muerte presente en los cementerios andaluces, representada por las imágenes de las tumbas de Camarón, Manolete, Bambino o Joselito el Gallo, contempladas por Agredano como variaciones, más que huellas, del imaginario folclórico de Carmen.

Prólogos. Rafael Agredano. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Hasta el próximo 13 de mayo.

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