Cultura

Decibelios hollywoodienses

Música de cine. Coro de Ópera de Málaga. ROSS. Director: Fernando Velázquez. Programa: Obras de Michael Giacchino. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Jueves 4 de julio. Aforo: Lleno.

La desaparición en 2005 de los Encuentros de Música de Cine que organizaba la Diputación de Sevilla dejó a los aficionados hispalenses a la música fílmica huérfanos de referencias. Los interesantes esfuerzos de la Universidad con grupos de cámara en vivo (como el del pasado mes de junio con un ciclo de cine mudo) no tienen el poder de atracción de los grandes nombres presentados en versión orquestal.

Y uno de los grandes nombres del Hollywood de hoy es el de Michael Giacchino, heredero de la gran tradición sinfónico-romántica aplicada a la imagen cinematográfica. Sus partituras para títulos tan populares como Up, Ratatouille, Monstruoso, Perdidos, Misión imposible III o la recentísima Star Trek llevó al teatro a un público nuevo, joven y entusiasta, que terminó aclamando al bilbaíno Fernando Velázquez, autor de bandas sonoras también de éxito (El orfanato, Lope, Lo imposible), que se encargó de la dirección de la ROSS y un Coro de Ópera de Málaga que vocalizó como nunca.

Fuera de su contexto original, la música de cine vale, salvo partituras excepcionales, lo que su poder de evocación tenga, y el universo de Giacchino es suficientemente rico en referencias (de la épica al lirismo y el costumbrismo) como para concitar interés. La ROSS mostró además un buen estado de forma y Velázquez logró un sonido de un estupendo empaste, con una cuerda de especial tersura. Pero eso debería haber sido solo el principio; los mimbres con los que fabricar un cesto que en líneas generales resultó decepcionante.

Velázquez apenas aprovechó la riqueza tímbrica y rítmica de la música. Sus versiones fueron planas, con gradaciones dinámicas que, salvo contadas excepciones, brillaron por su ausencia, y con una falta de flexibilidad rítmica que afectó incluso a las partes de inspiración jazzística y de ritmos populares. Los pasajes líricos resultaron insulsos, en la épica se impuso el crescendo de brocha gorda. Queda la constancia de que el decibelio gusta.

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