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Cultura

Refinado barroco eléctrico

XIV Noches en los Jardines del Real Alcázar. Componentes: Juan Carlos Rivera, guitarra eléctrica; Consuelo Navas, tiorba. Programa: Obras de Kapsberger, Piccinini y Rivera. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Jueves 18 de julio. Aforo: Casi lleno.

Es el gran maestro andaluz de los instrumentos históricos de cuerda pulsada, pero Juan Carlos Rivera también tiene un pasado rockero, y después de muchos años ha querido desempolvar la guitarra eléctrica para este trabajo original y atrevido, en el que la música de Kapsberger se funde con sus creaciones propias en una mezcla que no es tan extraña como pudiera parecer, pues el compositor italiano del siglo XVII era un experimentador nato. Sus osadas armonías, pensadas para la tiorba, adquirieron nuevos perfiles en unos arreglos que fueron siempre muy respetuosos con el original.

De talante refinado, Rivera no forzó nunca los efectos, añadió improvisaciones con sentido de las proporciones y las armonías (como en la Sferraina, a ritmo de blues, o en la Tocata Arpeggiata, donde se permitió más libertades con el reverb), manejó los armónicos en interesantes juegos de espejo entre los dos instrumentos y, sobre todo, lo matizó todo con la limpieza, claridad y delicadeza habituales en su forma de tocar. Con la tiorba asumiendo en la mayor parte de los casos su función de bajo, el guitarrista sevillano se mostró como ese gran maestro del punteo que ha sido siempre, dejando en las melodías barrocas detalles de agógicas (pequeñas retenciones, retardos...) y de color, no tan alejados del timbre de la tiorba como pudiera pensarse. Incluso en las piezas de Kapsberger que suenan absolutamente modernas, como el Colascione o la que lleva el mismo nombre del compositor, Rivera se mostró comedido, sin jugar nunca la baza de las distorsiones electrónicas ni forzar los ritmos cercanos al rock o el pop (en el Colascione podría haberlo hecho perfectamente). Para eso ya estaban sus propias obras, que recorrieron espectros estilísticos muy diversos, incluidos dos curiosos ejercicios de hacer sonar la tiorba sola con armonías muy modernas, piezas que Consuelo Navas tocó, como todo en la noche, con agilidad, precisión y exquisita musicalidad.

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