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Cultura

Manual de afectos barrocos

XIV Noches en los Jardines del Real Alcázar. Mariví Blasco, soprano; Daniel Zapico, tiorba y guitarra barroca. Programa: 'Manuale d'amore (consejos de un amante barroco)': obras de Kapsberger, Sanz, Strozzi, Romeo, Marín y Serqueyra de Lima. Lugar: Jardines del Real Alcázar. Fecha: Jueves 25 de agosto. Aforo: Casi lleno.

La soprano valenciana Mariví Blasco, tan vinculada a Sevilla desde antiguo, mostró el jueves en el Alcázar encontrarse en un magnífico estado de forma. Que más allá de sus medios, en ningún caso excepcionales, hay una cantante de musicalidad y sensibilidad exquisitas era algo que ya se sabía, pero en la optimización y el control de esos medios parece haber alcanzado una madurez notabilísima. Acaso en el arranque anónimo (La ley que enseña a querer) el registro agudo sonó algo destemplado, lo que comprometió la claridad de la dicción, pero la voz calentó rapidísimo y su versión del Avrilla mia de Kapsberger fue ya extraordinaria.

Su recorrido, por canciones amorosas del Barroco español e italiano, encontró un cómplice ideal en Daniel Zapico. Acostumbrados tantas veces a escuchar acompañamientos que son sólo eso, meras líneas de soporte de una voz solista, lo de Zapico fue otra cosa, se implicó absolutamente en la retórica de la música y se imbricó hasta tal punto con el timbre y el color de la solista que por una vez bien puede hablarse de dúo a secas, y cuando tocó en solitario (curioso: las piezas de Sanz en la tiorba y no en la guitarra) lo hizo con una claridad y una distinción soberbias.

El recital, muy bien concebido y tramado, giró en torno a los distintos afectos típicos de la expresión barroca vinculada al amor, de la ligereza de la canzonetta de Kapsberger a la intensidad y desolación del Udite amanti de Barbara Strozzi, donde la soprano mostró que ha trabajado bien sus graves. Los tonos humanos de Marín sonaron con cierta severidad, muy hispana por otro lado, como la elegante picardía que envolvió el Marizápalos. Para La llorona, la cantante valenciana escogió ese tono cercano al folk que parece ya inevitable en obra popularizada por Chavela Vargas, empleando emisión natural y expresión muy cercana, verdadero anticipo del son jarocho (La morena) de la propina.

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