Cultura

La terapia Miraflores

  • El grupo sevillano presenta mañana en 'Nocturama' las canciones de su primer disco y un avance de sus temas nuevos The Milkyway Express y Arizona Baby llegan esta noche al ciclo del CAAC

Durante un paseo nocturno, Emilio Rodríguez Cascajosa se encontró con un viejo conocido, Javier Neria. "O me meto en un gimnasio o monto un grupo", le dijo el primero (toda la vida en torno a la música: como gestor cultural, como consultor para empresas o como crítico en revistas como Ruta 66 y Rolling Stone) al segundo (antiguo guitarrista de Sick Buzos, Sr. Chinarro y Salieri). Resultó que éste andaba entonces, a finales de 2011, iniciando un nuevo proyecto, y resultó también que ambos, devotos de Captain Beefheart y The Scientists, tenían la misma idea en la cabeza: "Mi situación personal era desastrosa y necesitaba algo en plan terapéutico. Dar berridos. La premisa no fue otra que generar algo oscuro, sucio, ruidoso e incómodo. Y nació así, de forma totalmente espontánea", explica Rodríguez Cascajosa, vocalista, percusionista y algo más que esas dos cosas -podría decirse que catalizador de energías crispadas- de Miraflores, una más que prometedora banda sevillana que ofreció su primer concierto en la última edición del Monkey Week de El Puerto de Santa María y que mañana llega -compartiendo velada con el sensacional y libérrimo dúo barcelonés Za!- a Nocturama.

El repertorio que interpretará la banda -cuya formación completan Jaime Neria (batería), Selu Baños (bajo) y Ernesto Ojeda (teclados)- consistirá en los 11 temas que integrarán su primer disco, grabado ya en los estudios La Mina de Raúl Pérez, de momento sin título, sello discográfico ni fecha de publicación definitiva; junto con su hasta el momento pequeño ritual de despedida que consiste en tocar To Kill a Slow Girl Walking de The Telescopes, aparte de un par de canciones nuevas: "Una con un punto muy folk y la otra a lo Birthday Party pero sobre la base de una canción italiana: una marcianada adobada con arreglos electrónicos a lo Liars. Y las dos, debo decirlo", advierte entre risas, "son aún más oscuras que las anteriores".

Loop, The Stooges, Beasts of Bourbon, The Cramps y por supuesto los ya mencionados Birthday Party, Scientists y Captain Beefheart constituyen unas coordenadas especialmente significativas para saber a qué atenerse con Miraflores, qué clase de corriente de rock dentro del rock invoca este grupo que toma su nombre del manicomio que durante décadas estuvo abierto en la avenida sevillana del mismo nombre. Música turbulenta, ruidosa, potente, visceral, obsesiva y atravesada por un rumor malsano y a la vez liberador: catarsis, en fin. "Cuando estábamos grabando, Raúl me decía continuamente: no te pegues tanto al micro, témplate. Pero es que yo no sé calmarme. Los del grupo me dicen: tío, es que hasta en las pruebas de sonido [de los conciertos] estás ya echando la bilis. Javi me dice a veces, cuando terminamos de ensayar, que Miraflores es su terapia. Para mí desde luego lo es también", dice el vocalista.

"Más allá de eso -añade-, no tengo muy claro cuáles son mis expectativas sobre el grupo. Porque la verdad es que no me lo tomo demasiado en serio. Quiero decir que me basta con el hecho de sacar adelante los conciertos, tocar, y que al menos nuestra música genere una sensación. Y vaya, yo creo que eso sí ocurre. La gente no se queda impasible, puede gustarle o no, pero impasible no se queda. No es por restarle valor a nada, de verdad, pero me ciño a nivel local y veo que hay réplicas y réplicas y réplicas de los mismos parámetros musicales por todos lados. Y me parece un coñazo. Por supuesto, no es que nosotros hagamos algo supernovedoso, porque no lo es, porque manejamos códigos más vistos que la leche... De hecho, nuestras canciones están plagadas de guiños: en el primer tema [del disco: The Endless Night] hay un punteo sacado de Swampland de los Scientists, y en Brand New Tornado, por ejemplo, la primera estrofa es de un tema de Captain Beefheart. Así que no, evidentemente no estamos haciendo nada nuevo, pero la gente puede decir: hostia, lo están dando todo. Eso lo pueden decir, seguro, y prefiero que me digan eso a que somos grandes compositores o grandes músicos, porque no lo somos".

"Yo no me había subido a un escenario en mi vida, y el que me conoce sabe que soy supertímido", dice cuando se le recuerda ese primer concierto de la banda en El Puerto de Santa María en octubre de 2012. La voz al otro lado del teléfono -suave, amable, en un tono siempre sereno- no parece responder al mismo tipo que se retorcía con junto a sus compañeros con la mirada perdida como si estuviera sufriendo un incendio por dentro. ¿Transformación? Se ríe: "Mira, mis errores en el escenario vienen de mi timidez, me parece. Ese día en concreto recuerdo que estuve cantando de espaldas, y no fue por impostura sino porque me sentía más cómodo, ni siquiera me di mucha cuenta. De todos modos, poco a poco me voy sientiendo más cómodo en el escenario. Yo no tengo técnica ni me considero un profesional de la música, lo que intento es echar fuera todo lo que tengo, me siento cómodo con eso... A veces hacemos un set demasiado al límite y al final termino físicamente hecho una mierda. Hasta nos hemos planteado dejar de hacer la versión final de Telescopes, porque ahí es cuando me doy ya el puntillazo", confiesa entre risas.

Dice el cantante, Capitán ERC cuando entra en modo Miraflores, que en la escena musical actual -también en la sevillana, que le parece propicia para "ególatras anquilosados acostumbrados a adularse los unos a los otros"- echa por lo general en falta "riesgo, empaque y verdad". Y por eso, entre otros motivos, ha empezado ha escribir ya canciones en castellano. De momento tiene cinco. "Me parece mucho más valiente cantar en castellano, claro, pero para eso necesito canalizar las letras, interiorizarlas de verdad: creérmelas. Para el primer disco me dejé llevar, supongo, no me dio tiempo y tiramos en inglés. Pero el próximo disco, si lo hay, será en castellano".

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