Sombras, luces y Brahms

Pablo J. Vayón

17 de diciembre 2013 - 05:00

Ciclo de Jóvenes Intérpretes de Juventudes Musicales. Víctor Aguirre, violín; Carlos Goikoetxea, piano. Programa: Sonata para piano y violín en mi menor KV 304 de Mozart; Sonatina para violín y piano en sol mayor Op.100 de Dvorák; Sonata para violín y piano nº3 en re menor Op.108 de Brahms. Lugar: Pabellón Domecq de Juventudes Musicales. Fecha: Lunes 16 de diciembre. Aforo: Tres cuartos.

En tiempos de auténtica penuria por lo que respecta a la programación de música de cámara en Sevilla, sigue siendo de agradecer el esfuerzo callado e ininterrumpido de una entidad como Juventudes Musicales, que este lunes ofreció la actuación de un joven y prometedor violinista andaluz, Víctor Aguirre (Málaga, 1991), acompañado por Carlos Goikoetxea, un pianista burgalés de su misma edad que ya era conocido en la ciudad porque actuó hace un par de años en el ciclo de Jóvenes Intérpretes del Maestranza.

Con un programa magnífico, en el que no hubo espacio para obras ni siquiera medianas, lo que más destacó de la interpretación de estos dos jóvenes talentos fue su arrojo, su valentía al afrontar tres auténticas obras maestras con absoluto desparpajo, sin medias tintas, casi con osadía, sin reservarse lo más mínimo en los contrastes ni en los ataques, siempre variados, con un vigor y una fuerza rítmica que en los finales de Dvorák y Brahms se hicieron auténticamente vibrantes.

Bien escogido el programa, que partía de la única obra para la formación que Mozart dejó en modo menor y su tono casi elegíaco, pasaba por la despreocupación y el brillo de la Sonatina de Dvorák, cargada de aromas folclóricos, y concluía con la esencialidad y concisión de una de las últimas obras brahmsianas. El sonido de Aguirre, poderoso, redondo, lleno, transitó por los tres mundos expresivos con elegancia y propiedad, dejando versiones dramáticas y tensas, algo cortas de lirismo en las partes más reposadas.

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