Cultura

El Maestranza ante 'El ocaso de los dioses', su prueba de madurez

  • El título que cierra la tetralogía wagneriana reúne en Sevilla a partir del sábado un elenco y una producción "extraordinarios". La Fura dels Baus pone imágenes a más de cinco horas de música.

Tres Nornas, las tejedoras del destino y el equivalente de las Parcas del ámbito clásico, hilan con dificultad el porvenir del mundo mientras comentan con angustia la amenaza que se cierne sobre los dioses. Con su narración, que sirve de introducción a la historia y como recordatorio de los tres episodios anteriores, comienza El ocaso de los dioses, el cierre de la tetralogía wagneriana y de sus catorce horas de música sobre un escenario. El embriagador sonido orquestal con que concluye la ópera es la última incógnita por resolver en la magnífica producción de El ocaso de los dioses que estrena el Teatro de la Maestranza este sábado, cuando los intérpretes de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) han convocado una jornada de huelga. Pero su director artístico, Pedro Halffter, confía en que "las negociaciones, que continúan, lleguen a buen puerto" y el Maestranza pueda culminar "el ciclo del Anillo, ese enorme drama que es el mayor desafío operístico de la historia del teatro". "En los ensayos los músicos están trabajando al máximo y muchos se han acercado a decirme que supone un privilegio tocar una partitura tan maravillosa como ésta", declaró el responsable de la programación de la orquesta y el coliseo lírico tras la rueda de prensa en la que desgranó los detalles de esta coproducción del Palau de Les Arts de Valencia y el Maggio Musicale Fiorentino que también se representará los días 17 y 20.

El director escénico, Carlus Padrissa, de La Fura dels Baus, resaltó el carácter "espectacular" de un montaje de más de cinco horas de duración que comienza a las 18:00 y en el que participan alrededor de 300 personas entre músicos, figurantes, coristas, técnicos, etc.

Halffter calificó El ocaso de los dioses como "la obra lírico-escénica más importante de todos los tiempos" y de esta producción, que se ha visto antes en Valencia y Florencia y se ofrecerá íntegra en Houston (donde ya se ha estrenado El oro del Rhin), aseguró que "es la mejor de cuantas se representan en el mundo". "Musicalmente esta ópera de Wagner es la culminación de una tragedia inmensa y exige un esfuerzo extraordinario de todos los participantes. Este sueño lo comenzamos a idear en 2009, tras estrenar Tristán e Isolda, y concluirá esta semana". El maestro madrileño destacó que se ha reunido para la ocasión un elenco vocal "extraordinario" que ha despertado el interés de miembros de asociaciones wagnerianas de diversos países que acudirán al estreno de Sevilla. También resaltó el papel que asume, "sobre todo en el segundo acto", el Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza con el refuerzo de miembros del Coro de Ópera de Málaga. Y es que Wagner incluyó en la última parte de la tetralogía del Anillo, que es también la más extensa, la participación del coro, del que había prescindido en una etapa de su carrera.

Para Carlus Padrissa, El ocaso de los dioses, relato de la historia que lleva a la destrucción de los antiguos dioses de la mitología germánica, "es la parte más humana de la tetralogía". En su propuesta ha querido destacar dos ideas: "por un lado, cómo el ser humano destroza la naturaleza; por otro, la realidad del hombre contemporáneo, mediatizado, que ha perdido su identidad y no se encuentra a sí mismo".

Entre grúas, palancas, piscinas y pantallas -la escenografía está a cargo de Roland Olbeter y la iluminación de Peter Van Praet- Sigfrido llega a una ciudad "con un río, que podría ser Sevilla" donde comerciantes y espejismos le confunden. "Tras beber la pócima encantada se olvida incluso de su novia", contextualizó Padrissa, que asegura haber "exagerado" la llegada del héroe al siglo XXI. "Usamos las proyecciones para crear la máxima confusión posible, saturando la propuesta de imágenes que simbolizan el oro y el dinero, como euros, dólares o yenes. El drama está escrito: los dioses tienen que caer para que el hombre se libere".

Padrissa insistió también en el tono singular de esta ópera de la que Wagner se ocupó discontinuamente entre 1869 y 1874 y que se estrenó con la tetralogía en el primer Festival de Bayreuth. "Cuando escribió las primeras notas de El Anillo hacia 1848, Wagner era optimista, creía en los cambios, simpatizaba con Bakunin.... Mi versión es pasional y he querido invocar ese espíritu inicial, que el tiempo y las decepciones vitales llenaron de melancolía, recuperando las palabras originales que Wagner escribió sobre el sacrificio y el amor y puso en boca de Brünnhilde, pero que luego sustituyó por un pasaje musical". El director escénico invita así a fijar la atención en ese texto que se proyectará al final de la ópera con las líneas que Wagner dejó escritas antes de romper el papel: "Ni bienes, ni oro, ni pompa de los dioses. Ni palacios, ni dominios, ni ostentación de los amos. Ni la dura ley de hipócritas costumbres... Dejad que, en el dolor y en la alegría, exista sólo el amor".

Con 500.000 euros de presupuesto, lo que según Halffter "está dentro del coste medio de una producción tan grande en los teatros europeos", la ópera cuenta con las voces de la soprano estadounidense Linda Watson -que debuta en el Maestranza en el papel de Brünnhilde-, el tenor Stefan Vinke -Siegfried-; el barítono Martin Gantner - "soy Gunther, el rey, y aún no he abdicado", explicó entre risas-, la soprano Sandra Trattnnig en el papel de Gutrune y tercera Norna; el bajo Christian Hübner como el malvado Hagen y el barítono Peter Sidhom como Alberich. La mezzosoprano Elena Zhidkova interpreta a Waltraute, segunda Norna, y dentro de las piscinas, buceando a gran altura, cantan las mezzos Mercedes Arcuri, Alexandra Rivas y Anja Schlosser. Serán ellas, las hijas del Rhin, las encargadas de recobrar el anillo causante de tantos males.

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