Cultura

La "pura belleza" del 'Seicento'

  • La Soprano Mariví Blasco y el tiorbista Juan Carlos Rivera presentan en el Femás, su primer disco conjunto, 'A che Bellezza!'

Recordaba Mariví Blasco el pasado verano, poco antes de presentar junto al tiorbista Juan Carlos Rivera el programa A che bellezza en el ciclo Música en los Jardines del Real Alcázar, aquella convicción de Dostoievski, la de que "la belleza nos salvará". La soprano valenciana, afincada en Sevilla y desde hace años una de las voces más requeridas del panorama nacional de la música antigua, aseguraba entonces, en sintonía con el atribulado gigante ruso, que "la pura belleza" era el criterio que explicaba el repertorio preparado para aquella ocasión, una serie de arias y cantatas del Seicento italiano, un vasto y complejo territorio sonoro que siempre fascinó a Rivera y a ella misma con sus melodías expresivas, con sus giros armónicos, con toda su "belleza enterrada" de pasiones desatadas y afectos alambicados y embriagadores que los dos quisieron recuperar y ofrecer al público de hoy.

Aquel concierto de finales de junio de 2014 en el Alcázar fue grabado y ayer, por fin, tras algunos meses de retraso con respecto a lo anunciado entonces, el dúo, que había colaborado en numerosas ocasiones aunque sin llegar a realizar un disco en común, presentó en el marco del Festival de Música Antigua de Sevilla (Femás) el álbum basado en ese programa, titulado A che Bellezza! y recién publicado por el sello Lindoro. Durante el acto, celebrado en el Espacio Santa Clara y uno de los más esperados de esta edición del festival, la cantante y el tiorbista alternaron la interpretación de las piezas ahora registradas en estudio -de Claudio Monteverdi, Benedetto Ferrari, Domenico Mazzocchi, Marco Marazzoli, Stefano Landi, Barbara Strozzi y Giulio Caccini; una mezcla de obras muy conocidas y otras muy poco e incluso nunca grabadas antes, y todas sustentadas en el canto monódico y las armonías funcionales que en la Italia del XVII acabaron por imponerse al antiguo sistema modal y a la poligfonía-, con el comentario y la contextualización histórico-musical de las mismas, capítulo en el que contaron con la colaboración del crítico de Diario de Sevilla Pablo J. Vayón.

Y como apuntó anoche Vayón en Santa Clara, la defensa de ese nuevo estilo "no se hacía sólo por el hecho de que se pensara que era el mismo que habían usado los griegos", referencia a lo que estableció Vincenzo Galilei en un ensayo publicado en 1581, Diálogo de la música antigua y de la moderna, donde identificaba la polifonía contrapuntística con la "barbarie gótica" y la monodia acompañada con "la más genuina tradición de la Grecia clásica". Ese nuevo estilo que floreció en aquel momento en Italia gozó finalmente de la aprobación de músicos y aficionados porque "se fundaba en la naturaleza y la razón". "Como cada modo musical representaba un ethos, esto es, transmitía unas emociones concretas, la polifonía no resultaba sólo inconveniente por la confusión lingüística y musical que generaba la mezcla de voces, sino porque al superponer por norma diferentes tipos de escalas, hacía confuso y muchas veces contradictorio el efecto que se causaba en el oyente. Se requería por ello una música que no sólo permitiera la comprensión cabal de las palabras, sino también que fuera capaz de conmover de forma clara y distinta el ánimo de quien escuchara".

Y por lo demás, como sostiene Mariví Blasco para explicar la potencia emocional de esta música, "las pasiones son iguales entonces que ahora...".

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