Crítica de Música

Nueva era, nuevo espíritu

orq. sinfónica de sevilla

XXVI Temporada de conciertos. Programa: 'Donde se forjan las quimeras', de N. Núñez Hierro; 'New era dance', de A. Jay Kernis; Sinfonía nº 9 en mi menor, op. 95 'Del Nuevo Mundo', de A. Dvorák. Director: John Axelrod. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Jueves, 17 de septiembre. Aforo: Dos tercios.

No se trataba sólo de ser testigo del primer concierto dirigido por John Axelrod como director artístico de la Sinfónica, sino de experimentar la viabilidad del nuevo espíritu de la programación diseñada por el texano y basada en la presencia cotidiana de obras actuales y en buscar otro tipo de repertorio diferente al más habitual de los conjuntos sinfónicos.

Empezando por lo segundo, y con el recuerdo de los frustrantes resultados de similares intentos por parte de Pedro Halffter hace una década, al menos en lo que se refiere a este primer programa hay que afirmar que se trató de una feliz idea. La obra de la jerezana Núñez Hierro resulta fascinante en su hálito de inquietud permanente, como de interrogantes encadenados sin respuesta y sostenida sobre una seductora armonía de timbres que sabe extraer una inacabable paleta de colores de la orquesta, una orquesta de respondió con brillantez. Aún más brillante y hasta espectacular fue la respuesta orquestal a la bernsteiniana obra de Jay Kernis, todo un fresco de los sonidos de la ciudad de Nueva York amalgamados con incesantes cambios de ritmo y con unas secciones de percusión y de metales magníficas.

Ya en la primera parte dejó ver Axelrod una de sus mejores cualidades directoriales: su capacidad de transmisión y su facilidad en la comunicación con la orquesta, algo que afloró de manera palpable en la sinfonía de Dvorák. El gesto es siempre claro y directo, el fraseo es flexible y la atención a cada pasaje instrumental es absoluta y ello se notó en cómo la ROSS respondió con un sonido muy empastado y con gran atención a los matices y acentuaciones. Axelrod quiso dejar su versión personal de la conocida sinfonía con nuevos matices en el fraseo, como las ligeras pero eficaces retenciones en el segundo tema del primer movimiento. Planteó el Largo con espíritu camerístico y un tempo sosegado y al límite de lo sostenible. A la flexibilidad rítmica en el Molto vivace le siguió el premeditado juego de contrastes agógicos del final.

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