Cultura

El tesoro sevillano de la Hispanic Society regresa un siglo después

  • El Centro Cultural Cajasol acoge hasta el 30 de junio una exposición con más de 400 excepcionales piezas reunidas por Archer M. Huntington, la mayoría procedentes de los yacimientos de la provincial 'El tesoro arqueológico de la Hispanic Society of America'. Hasta el 30 de junio, en el Centro Cultural Cajasol (Laraña, 4). Entrada gratuita.

Un siglo después de su salida, el rico legado arqueológico de la Hispanic Society of America, compuesto en gran parte por excepcionales piezas procedentes de yacimientos de Sevilla, Itálica (Santiponce) o Carmona, regresa a su tierra de origen. El Centro Cultural Cajasol acoge desde ayer la exposición El tesoro arqueológico de la Hispanic Society, con más de 400 obras que por primera vez salen del museo creado por el magnate e hispanista Archer Milton Huntington en 1908. Tras su paso por el Museo Arqueológico de Alcalá de Henares, la muestra permitirá a los visitantes contemplar "una de las mejores colecciones arqueológicas españolas del mundo, sobre todo en su época", que representó entonces un "capítulo fundamental" en la configuración del hispanismo universal y de la historia de la arqueología española.

Así la define Constancio del Álamo, conservador de la Hispanic Society, comisario de la exposición junto con el catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) Manuel Bendala y los también profesores de la UAM Lourdes Prados y Sebastián Celestino. Con esta muestra, dijo ayer Bendala, "se cumple un sueño para quienes hemos trabajado en la arqueología del sur, para quienes siempre vimos la Hispanic como esa institución peculiar y lejana, con aire románticos; y para todas las personas interesadas en la cultura española".

Y es que, después de siete años de trabajo continuado, y gracias al profundo proceso de restauración que afecta actualmente a varias salas del museo neoyorquino, por fin podrán verse en Sevilla -hasta finales del próximo mes- piezas fundamentales para los estudiosos de la materia, entre ellas los marfiles de las necrópolis de Bencarrón, El Acebuchal y Cruz del Negro, en Sevilla, las piezas campaniformes extraídas de yacimientos de Carmona, o el tesoro celtibérico de Palencia y otras obras de singular valor, como la figura egiptizante de Reshef, una divinidad que Huntington conservó entre sus pertenencias ínitimas hasta el mismo día de su muerte por el "especial" cariño que le profesaba. "Pero la pieza estrella es la propia exposición, su discurso", añadió Bendala, que destacó también unas aldabas de puertas de los siglos XVI y XVII que gustaban mucho al hispanista, pues veía en ellas una manifestación de su querido mundo artesanal, ya declinante frente al avance de la cultura y el consumo industriales.

La gran mayoría de la colección que acoge temporalmente el Centro Cultural Cajasol procede de los fondos de la Hispanic Society (386 piezas), aunque la exposición recoge también aportaciones de la Casa-Museo Bonsor de Mairena del Alcor, el Arqueológico de Sevilla, el Archivo General de Andalucía, la colección privada de la duquesa de Lebrija y un particular sevillano.

Pero la muestra no recoge sólo obras de la época prehistórica. Hay además piezas comprendidas en un amplísimo arco cronológico, desde la Edad Media hasta el siglo XX. Respetando la museografía original del museo neoyorquino, la exposición propicia un "reencuentro" de la sociedad española con las piezas que, una vez descubiertas en Sevilla, emprendieron un viaje hacia América en el flujo de intercambios de George Bonsor [uno de los arqueólogos con los que Huntington mantuvo un contacto más estrecho] y otros hispanistas, aparte de las adquisiciones que, por otros medios -fundamentalmente a través de la compra en el mercado de antigüedades- enriquecieron el patrimonio del estadounidense, que aunque siempre apeló a la negociación y al entendimiento -recordó Bendala- no habría podido sacar del país algunas de las piezas con las actuales leyes de protección del patrimonio.

Para Huntington (1870-1955), todo empezó con The Zincali, un libro publicado a mediados del XIX en el que el viajero romántico George Borrow describía pintorescamente la vida de los gitanos españoles. Fue una lectura crucial, que le llevó a enamorarse de la cultura española, especialmente de sus pilares más tradicionales. Después, fascinado por los pilares tradicionales de la cultura hispana, el todavía joven Huntington firmó la primera traducción al inglés del Poema del Mío Cid. Más tarde, tras varios viajes por España, este singular hispanista, bibliófilo y arqueólogo puso su inmensa fortuna, amasada en ferrocarriles y astilleros, al servicio de su gran pasión, articulada a través de la Hispanic Society of America, fundada en 1904 y materializada finalmente en el museo de esta institución, abierto en 1908. Dentro de sus paredes se encuentra la que probablemente es la mayor y más valiosa colección fotográfica de la España de los primeros años del siglo XX, fruto de un encargo que hizo a un colaborador, que documentó la vida cotidiana de los pueblos del país en un exhaustivo viaje con decenas de paradas.

Ribera, El Greco, Zurbarán, Velázquez, Murillo, Fortuny, Goya (su celebérrima Duquesa de Alba vestida de negro y señalando con el dedo la inscripción Sólo Goya)... Hay tantas obras de pintores, tantas cerámicas, tejidos antiguos, retablos, libros y documentos relacionados con España en ese museo que Blasco Ibáñez, impresionado tras una visita en 1919, escribió: "Si un cataclismo hiciese desaparecer nuestra península -escribió Blasco Ibáñez tras una visita a la Hispanic en 1919-, seguría existiendo España en América".

La sociedad neoyorquina -gracias a cuya colaboración pudo verse en Sevilla la exposición de Sorolla Visiones de España en el Bellas Artes, en una de las grandes exposiciones de la temporada, no sólo local- prepara ahora -para finales de año o comienzos de 2010- una exposición en Valencia de tejidos del siglo XV procedentes de esa ciudad o vinculados a ella.

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