DIRECTO El resultado sobre la consulta de la Feria de Sevilla en directo

DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Cultura

La obra de arte como alegoría del ser humano

El oro del Rin. Dirección musical: Pedro Halffter. Dirección escénica: La Fura dels Baus / Carlus Padrissa. Colaboradora de la dirección de escena: Valentina Carrasco. Videocreación: Franc Aleu. Escenografía: Roland Olbeter. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Intérpretes: Jukka Rasilainen (Wotan, bajo-barítono), Hans-Joachim Ketelsen (Donner, barítono), José Ferrero (Froh, tenor), Robert Brubaker (Loge, tenor), Attila Jun (Fasolt, bajo), Stephen Bronk (Fafner, bajo), Gordon Hawkins (Alberich, barítono), Wolfgang Schmidt (Mime, tenor), Elena Zhidkova (Fricka, mezzosoprano), Keri Alkema (Freia, soprano), Hanna Schwarz (Erda, contralto), Julia Farrés-Llongueras (Woglinde, soprano), Alexandra Rivas (Wellgunde, mezzo), Atala Schöck (Flosshilde, mezzosoprano). Coproducción Palau de les Arts de Valencia y Maggio Musicale Fiorentino. Lugar y fecha: Teatro de la Maestranza, 4 de noviembre de 2010. Aforo: Completo.

Mucho, más de siglo y cuarto, hemos tenido que esperar en Sevilla para conocer en directo el arranque de una de las creaciones operísticas más sugerentes y monumentales de toda la Historia del género. Sólo se había programado hasta el momento la primera jornada de esta Tetralogía, pero era ya el momento adecuado, por madurez del Maestranza y de su público, para iniciar el ambicioso proyecto de ofrecer el ciclo completo en su orden lógico argumental.

A la motivación histórica y musical se añade la elección de la producción. Aclamado y premiado unánimemente por la crítica internacional, el trabajo de La Fura dels Baus es, sin dudas, la mejor realización escénica de este título de cuantas existen en la actualidad. Padrissa y su equipo han madurado profundamente su visión de esta epopeya simbólica y alegórica a partir del análisis detenido y meditado del propio texto y del contexto ideológico en el que nace (algo subrayado por la estupenda traducción del texto de Anselmo Alonso). Desde la perspectiva del socialismo utópico profesado por Wagner y desde la crítica a los efectos devastadores de la propiedad privada, Padrissa plantea el conflicto y el desequilibrio operado por la ambición y la acumulación de capital por parte de hombres y dioses. El oro es en esta producción una alegoría del propio ser humano, en equilibrio inicial con la naturaleza y en conflicto con la misma una vez que el poder y la riqueza permite a unos explotar a los otros. Desde las huevas doradas que las Hijas del Rin dejan flotar al principio, el oro se va transformando en figuras humanas, bien en las proyecciones, bien en los figurantes.

Una de las bazas escenográficas más potentes de esta producción, muy en consonancia con las señas de identidad de La Fura, es el recurso al cuerpo como espacio de representación, tanto en su valor simbólico como en su faceta puramente escenográfica. En este sentido, hay momentos de gran potencia visual y conceptual, como la acumulación de cuerpos como correlato de las riquezas de Alberich o la conceptualización del Walhala, la morada de los dioses, como un entramado de cuerpos humanos, abundando en el mensaje nietzscheano de que los dioses sólo viven en la debilidad de una humanidad no emancipada ni dueña de su voluntad.

La espectacularidad del montaje queda subrayada por el uso de grúas que elevan a los dioses y por una videocreación realmente imaginativa e impactante.

Halffter llevó las riendas musicales desde la concentración, la energía y el equilibrio. Fue una dirección atenta a los matices y que consiguió del foso un sonido brillante y empastado y que no tapó casi nunca a los cantantes. De éstos cabe señalar la solvencia del Wotan de Rasilainen, falto de un punto de contundencia en la zona grave. Bellísima y poderosa la voz de Zhidkova y de las tres Hijas del Rin, como lírica fue la de Alkema. Desgastada, sin embargo, a pesar de retazos de calidad, la Erda de Schwarz. Estuvo mejor Jun que Bronk como gigante. Muy ajustado al personaje Brubaker, de fraseo sinuoso. Hawkins fue un Alberich creíble, algo falto de resolución en los graves y Ferrero fue un Froh de acentos líricos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios