Cultura

Biografía dramática de Queipo

Una producción de Fundición-Escarmentados. Dirección y dramaturgia: Pedro Álvarez-Ossorio. Intérpretes: Antonio Dechent, Amparo Marín, Antonio Campos y Oriol Boixader. Escenografía: Juan Ruesga y Vicente Palacios. Vestuario: Carmen de Giles. Espacio sonoro: Santi Martínez. Audiovisuales: Ana Álvarez-Ossorio. Lugar: Teatro Central. Fecha: Jueves, 9 de diciembre. Aforo: Lleno.

Ignoro si Queipo de Llano sabía de memoria y recitaba de golpe y porrazo algunos fragmentos del Ricardo III de Shakespeare, pero que Pedro Álvarez-Ossorio haya elegido este recurso -que Dechent pase de interpretar a Queipo a que Queipo pase a interpretar a Richard- es un agravio comparativo para el texto tan débil que ha compuesto. Una débil lección de historia que intenta no jugar en esa liga pero que finalmente es lo único que consigue debido sobre todo a un debilísima construcción de los personajes protagonistas: Queipo y su hija Maruja. Una pena, porque Antonio Dechent es el actor que debía intérpretar esa personalidad enloquecida, traidora y narcisista hasta el hartazgo que fue Queipo; tiene todos los tics de un magnífico histrión y una presencia imponente, pero es imposible que su actuación supere un texto con tan poco gas, un ritmo tan corto y un argumento tan deslavazado.

Y entiendo que condensar los quince intensos años finales, de 1936 a 1951, de la vida de Queipo debe ser forzosamente fragmentario, pero encontrar la amalgama para que el experimento funcione es la tarea fundamental del autor en estos casos y aquí no resulta en absoluto. Conclusión: los pasajes de Queipo en la radio en el 36, Queipo en Sevilla en el 39, Queipo en Roma, Queipo de nuevo en Sevilla hasta su muerte, se van sucediendo como en una biografía de sucesivos episodios que sumen al espectador en cierto desconcierto y relajo.

El desconcierto se ve, bajo mi punto de vista, multiplicado cuando la música, las espeluznantes imágenes proyectadas en la pantalla y la confusión de las voces radiofónicas se unen en un momento del que aún ignoro el significado, ¿el torbellino de la historia? ¿El alma enloquecida de un ególatra despiadado? No sé.

Pero me interesan las biografías y creo que el trabajo fundamental de esta obra es ése: dibujar una biografía dramática y personal -la de Ávarez-Osorio-Dechent-, de un traidor a todos y todo excepto a él mismo que fue, por eso mismo -y la historia se ha repetido muchas veces-, venerado y odiado en la ciudad y sus pueblos. En el camino, sin embargo, la obra ha sacrificado adentrarse, por ejemplo, en la relación padre-hija, un conflicto que queda planísimo; en una verdadera reflexión sobre la traición, un tema que obsesionaba no sólo a Queipo sino a todo el estamento militar y la sociedad española de esos años; ha sacrifidado además que los personajes crecieran con estos conflictos.

El esfuerzo enorme de Antonio Dechent, algunos relámpagos en la actuación de Amparo Marín y las solo correctas por desaprovechadas presencias de Antonio Campos y Oriol Boixader, es lo más detacable junto a un principio de obra realmente cuidado y prometedor y un final apoteósico por la humorada y el insulto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios