CON los pies en el suelo y la ilusión por las nubes, el Sevilla afronta un nuevo Día D en su vida. Una vida plagada de gozosos días D y que tiene hoy junto al Mosa otra cita con la esperanza. Con el equipo como un tiro en la competición doméstica y el gol postrero de M'Bia en Rijeka alimentando con argumentos esa esperanza, el equipo de Unai se encuentra con la ocasión de dar otro puñetazo en la mesa para encarrilar su futuro continental.

La cita de hoy en Lieja viene tintada por el optimismo que produce ver cómo la tropa sevillista se comporta un día sí y otro también. Ese paso de oca que exhibe en su caminar por la Liga motoriza la andadura por una competición que le alegra las pajarillas y que ya considera como algo muy suyo. La Liga Europa, antes Copa de la UEFA, ha acarreado tanta alegría a la sala de trofeos de Dato que cada vez que se reencuentra con ella multiplica las ganas de vivir.

Eso de acudir al escaparate continental con la tranquilidad que proporciona llevar los deberes domésticos no sólo hechos, sino brillantemente enjaretados, es gloria bendita. Ni una sola sombra que desaconseje pisar a fondo el acelerador conlleva acudir a cada cita con la mente clara y toda la valija disponible. Así, de esa forma, es como el Sevilla viajó a Bélgica y siempre, como siempre, con los pies en el suelo y sin que la ilusión deje de pasar lista ni una sola vez.

Además, con un pie en la escalerilla del avión que condujo al Sevilla a Lieja, Pepe Castro no ha tenido el menor reparo en desvelar que es esta competición el objetivo principal del club. La idea de renovar el título continental es hija del sentido común. La Liga doméstica ya se sabe a medida de quiénes está hecha y la europea da, por si fuera poco, plaza en la Champions. Como para no embocar la cita belga con esa ilusión que tan bien marida con tener los pies en el suelo.