El balcón

Ignacio / Martínez

Hace ocho años

VISTO con ojos de hoy, el intento de secesión catalán parece cosa de toda la vida. Como si ya lo hubiese planteado en 1359 el obispo de Gerona a quien se tiene como primer presidente de aquel embrión de Generalitat medieval y estamental. Pero no. Hace sólo ocho años acertó a pasar por aquí Artur Mas, invitado a un Foro Joly. Y no hablaba de independencia, sino cosas muy distintas, en una entrevista que le hizo un servidor. Ejemplo: "Nosotros [CiU] no somos un partido político que busque la independencia. Ese es el proyecto de Esquerra Republicana" (4 de junio de 2006).

Hay que situar el momento. Un año antes de empezar la crisis que hundió la economía española, Mas estaba en la oposición y en campaña para el referéndum del Estatut, que se celebraba dos semanas después, el 18 de junio. Aquel refrendo obtuvo el respaldo del 73,9% de los votantes, pero se abstuvo más de la mitad del censo. Lo que significa que poco más de un tercio de la ciudadanía (37%) catalana aprobó un estatuto al que el Tribunal Constitucional enmendaría 14 artículos cuatro años más tarde. El Estatut no había sido votado con entusiasmo, pero los soberanistas invocan la sentencia del TC como el detonante de la espiral de tensión que nos ha traído hasta aquí.

Por aquel entonces, Mas decía que frente a la España plural del presidente Maragall, que como máximo sería federal, él prefería un Estado con distintas naciones, entre ellas Cataluña. Pero no estaba pensando en la independencia.

-¿Ve una España plurinacional, con Cataluña y País Vasco en el interior, dentro de 50 años?

-No sólo lo veo, sino que lo deseo. No sé si 50 años o menos. El Estatuto de Cataluña es una vía hacia un Estado plurinacional. Y no se rompe España.

Eso sí, fue muy sincero cuando añadió que no hay límite para las reclamaciones nacionalistas. Sostenía que España se calmaría cuando se diera cuenta de que "no se pueden poner puertas al campo". Expresión que después ha utilizado mucho.

En enero de 2006 había pactado con el presidente Zapatero los puntos del Estatut atascados en la negociación del Congreso de los Diputados. Los conceptos más espinosos eran nación y financiación. CiU planteaba entonces, como Thatcher en el 84, un cheque catalán que estaría entre 3.000 y 6.000 millones de euros al año. O limitar al 5% su déficit fiscal. Hoy los hechos son otros. Mas ya no habla de financiación. Sueña con encabezar una lista única de todos los soberanistas en unas autonómicas y Junqueras (ERC) propone la declaración unilateral de independencia la misma noche electoral. Muchas cosas han cambiado no en siete siglos, sino en sólo ocho años.

Como guinda, valga un argumento de Mas sobre Andalucía. No se negaba a su eventual reconocimiento como nación. Pero sentenciaba que es evidente que el pueblo andaluz no lo quiere. Y en esto, es posible que acierte.

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