QUERIENDO resulta imposible incomodar más a un amplio sector de la afición al fútbol según Sevilla. Una vez más, Betis y Sevilla juegan a la misma hora, con lo que se impide ver qué hacen los dos equipos de la ciudad. Se repite la faena y por más que se busca explicación, ésta no aflora cuando son muchísimas las posibilidades de que no coincidan en una banda horaria que arranca el viernes en Riazor y acaba el lunes en Vallecas.

Sólo llevamos dos meses de campeonato y han coincidido varias veces los dos equipos sevillanos. Pensar que son ganas de meter el dedo en el ojo a nuestra cuota futbolística no es lógico, pues siempre que se comete un atropello hay que empezar a resolverlo mediante la averiguación de quién se beneficia con él. En este asunto no hay, aparentemente, ningún beneficiario, pues, con los dos de visitante, ni siquiera existe la posibilidad de un fracaso taquillero.

Prefiero pensar que es torpeza y no mala intención lo que provoca esta medida. Quiero creer que se trata de una muestra más de la impericia de quienes imponen los horarios, que nunca termino de saber si los coloca Tebas o el no menos inquietante Roures. Desde las nueve menos cuarto de la fiebre del viernes noche a la misma hora del lunes marrón hay una infinidad de variantes como para que Sevilla y Betis no coincidan y que el sevillano que quiera pueda ver a ambos, pero...

Insisto en que ni queriendo pueden hacerse peor las cosas, pues tampoco el filón televisivo se verá beneficiado por esta coincidencia. El domingo, nuevamente a ver uno en directo y grabar el otro por si merece la pena visionarlo. Pero ya sin el inquietante factor que es no saber qué va a pasar. ¿Tebas o Roures? Quién sabe quién es el artífice de estos desmanes; unos desmanes que hasta hace poco, muy poco, resultaba impensable que pudieran darse. En fin...