Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Tarifa plana, 'addio'

RECORDARÁN cuando se hablaba del Tío del saco reconvertido a narcotraficante en la puerta de los colegios. El supuesto camello del recreo se llevaba también a los niños, pero en vez de en un saco se los llevaba con un plan de inversión, un cronograma y un pay-back, con destino sin retorno a un paraíso diabólico, en cuyo trayecto se llevaba por delante economías y familias enteras: "Primero", se decía, "les dan la droga gratis, y cuando ya son dependientes, empiezan a cobrarle, todos los días de su vida". El esquema draculino no sólo vale para la droga: la vida está llena de estrategias de dominación del mismo corte. También en los suministros de los que alguien nos provee en nuestra casa.

Uno, por ejemplo, decide instalar -invirtiendo un pastón, al contado o a plazo- calderas y radiadores de gas y al cabo de poco tiempo descubre que había aviesos sioux apostados detrás de arbustos y de rocas, y que el mantenimiento vendido como completo resulta no serlo, ni mucho menos: "Uf. Esto hay cambiarlo, ya tiene cinco años su caldera, no llega a chiquicientos euros, se los financiamos sin problema en la propia factura". Como el comprador de un coche que acaba pagándolo una vez y media en menos de diez años. O el banco que te obliga a comprar sus seguros, ir a sus notarios y hacer un depósito con ollas exprés de cebo si quieres la hipoteca. Lo llaman fidelización, pero proponemos aquí garrapating. Las reformas estructurales sólo afectan teóricamente a estas prácticas: como es constatable empíricamente, esas reformas, más allá de la cosmética, son laborales y punto.

Ahora Telefónica anuncia que lo de tener tarifa plana de internet en casa se va a acabar. Que como sucede con los móviles, tienes un límite a partir del cual pagarás más, porque la banda ancha fija está muy mala, cachis con la tecnología. Y donde dije digo, se siente, digo Diego. Ya se está haciendo en otros países, y acabarán quitándonos el caramelito narcótico aquí. Como cuando te daban un móvil que no necesitabas -pretérito imperfecto- al comprar un cuarto de kilo de chopped pork. Con esta medida que cambia el statu quo -es un decir- cliente-proveedor, la compañía líder acomete la "monetización de los datos", que no es otra cosa que pagar por lo que antes no pagabas. (Busquemos algo bueno aquí: esas veladas frente a una tele que ninguno de la familia mira porque la wifi gratis te hace estar en donde no estás, esas cenas de vasos incomunicantes, digo, se van a ver también alteradas: "Chicas, tenemos que hablar: no estamos ni a quince y ya no tenemos megas. Hablemos".)

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