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La tribuna

Josep Casadesús

Doble felicidad

FRANCIS Bacon, un filósofo y político inglés del siglo XVI, hizo una predicción difícil de creer en su tiempo: que la ciencia serviría para mejorar nuestras vidas. Cinco siglos después, cualquiera en su sano juicio está de acuerdo con Bacon: la ciencia ha cambiado nuestra vida cotidiana, y gracias a los progresos científicos vivimos más y mejor. Pero hay días especiales, en los que un logro científico nos produce no sólo admiración y respeto, sino también emoción.

El martes fue uno de esos días, al enterarnos del nacimiento de un bebé que, además de estar libre de una enfermedad genética que podía haber heredado, ayudará a curar a su hermano de esa misma enfermedad. El bebé ha nacido en un hospital andaluz -el sevillano Virgen del Rocío-, cuya Unidad de Genética, Reproducción y Medicina Fetal ha puesto en práctica por primera vez en España un procedimiento de selección de embriones llamado "diagnóstico preimplantacional", que la legislación española autorizó en 2006.

Se trata de una variante de los métodos habituales de fecundación in vitro, procedimiento que inevitablemente produce varios embriones. En vez de implantar uno de ellos elegido al azar, los embriones se analizan y se elige uno que cumpla determinados requisitos. En este caso, la elección realizada por los genéticos del Hospital Virgen del Rocío ha evitado que el bebé padezca la enfermedad sanguínea llamada talasemia. Además, dado que un hermano del bebé padece dicha enfermedad, entre los embriones libres de talasemia se eligió uno que fuera compatible con el sistema inmunitario del hermano enfermo.

De este modo, el cordón umbilical del bebé podrá proporcionar células con las que hacer un trasplante de médula ósea que mitigue la talasemia del hermano mayor. Felicidad, pues, por partida doble para la familia gaditana que, probablemente venciendo dudas y miedos, ha creído en el poder de la ciencia y en la capacidad del equipo sevillano de genéticos.

Los detractores de la reproducción asistida podrán argumentar que los procedimientos de reproducción asistida generan embriones sobrantes, lo cual es rigurosamente cierto. Pero ocurre que, sin varios embriones entre los que elegir, el procedimiento no sería factible. A nadie le gusta tener que manejar embriones que nunca darán lugar a un bebé. Pero esta incomodidad ética resulta más llevadera si uno piensa en la felicidad que supone para cualquier pareja traer un bebé sano al mundo. Si además existe el riesgo de una enfermedad genética, el diagnóstico preimplantacional es la única opción libre de riesgo. Además, en el caso que hoy es noticia, la felicidad es doble, puesto que el éxito científico de los genéticos de Virgen del Rocío previsiblemente tendrá como propina la curación de otro niño mediante un trasplante.

La noticia tiene otros aspectos dignos de reflexión, secundarios al lado de la felicidad de los familiares del recién nacido, pero de ningún modo triviales. Hasta ahora, los padres de bebés nacidos tras diagnóstico preimplantacional habían tenido que acudir a hospitales extranjeros. La Ley de Reproducción Asistida de 2006 ha facilitado las cosas, permitiendo que el procedimiento se realice en España. Afortunadamente, ilustres pensadores como Menéndez Pelayo y Unamuno se equivocaban cuando opinaban que los españoles no servimos para la ciencia.

También es digno de mención que el primer éxito del diagnóstico preimplantacional en España haya tenido lugar en Andalucía, rompiendo tópicos igual de trasnochados que las opiniones de Menéndez Pelayo y Unamuno sobre la capacidad de los españoles para investigar.

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