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La tribuna

Antonio M. Claret García

Municipales de 2011: un ensayo

FALTAN todavía muchos meses para las elecciones municipales de mayo de 2011, pero todos los partidos políticos han empezado ya, con considerable antelación, a preparar sus estrategias y a seleccionar a sus candidatos. Sin duda, las respectivas direcciones son conscientes de que las próximas elecciones locales en Andalucía tienen una importancia que va más allá del resultado concreto de este o aquel municipio, por importante que sea. Tanto PP como PSOE se juegan gran parte de sus posibilidades electorales futuras en esos comicios.

Nunca ha ganado el PP unas elecciones locales en Andalucía; tampoco autonómicas o generales. Ha tenido buenos resultados en las capitales de provincia, e incluso en algunos pueblos grandes, pero se le resiste la victoria en el conjunto de la región, donde el PSOE le ha sacado siempre una amplia ventaja en este tipo de comicios, con diferencias cercanas al 8% en las tres últimas elecciones. Sólo en las elecciones de 1995, en un momento de extrema dificultad para el PSOE-A, pudo acercarse a una distancia de 2,8 puntos.

Ahora, aunque falta mucho tiempo y la situación puede evolucionar, las encuestas anuncian que por primera vez el PP de Andalucía podría ganar en las municipales, no porque registren un aumento sustancial de su voto tradicional, sino porque reflejan una desafección del electorado socialista. De cumplirse estos pronósticos se produciría un vuelco electoral, cuyas consecuencias irían más allá de las propias elecciones de mayo.

Unas elecciones locales, por definición, tienen tantos objetivos parciales como ayuntamientos y diputaciones están en juego; esos son los objetivos que se afanarán por conseguir las organizaciones locales de los partidos, es su responsabilidad inmediata e indelegable y, con seguridad, se entregarán a ella con todas sus fuerzas. Pero, junto a esos objetivos locales, PP y PSOE tienen que definir un objetivo estratégico global. Ese objetivo primario va más allá del número de concejales o alcaldes elegidos con sus siglas; se trata de ganar las elecciones en el conjunto de la comunidad autónoma. El PP lo necesita como paso previo al asalto a la Junta de Andalucía y el PSOE como base firme para revalidar el Gobierno andaluz. Sin olvidar que las elecciones generales serán, sin adelanto, en 2012 y un buen resultado electoral en Andalucía es imprescindible para ganar en España. Con toda probabilidad las direcciones de ambos partidos van a alinear la táctica diaria de sus organizaciones a conseguir el objetivo primario, vencer en Andalucía, aunque, como es lógico, lo nieguen públicamente.

Si convenimos, pues, que el dato políticamente más relevante, por el que se medirá el éxito o el fracaso en las próximas elecciones municipales, será quién obtenga mayor número de votos en el conjunto de Andalucía, PSOE o PP pueden perder algunos ayuntamientos, grandes o pequeños, incluso alguna diputación provincial, pues son objetivos parciales y su repercusión política es limitada. Pero, desde luego, son importantes todos y cada uno de los votos municipio a municipio para el objetivo estratégico general. Por eso, PSOE y PP redoblarán sus esfuerzos para presentar candidaturas en todos los municipios de Andalucía e intentarán ganar en cada ayuntamiento. Y allí donde sea difícil obtener la mayoría presentarán candidatos, no para que ganen dentro de ocho años, sino para que arañen hasta el último voto posible, en concordancia con el objetivo primario, vencer en Andalucía. Este es el verdadero reto al que se enfrentarán populares y socialistas en las próximas elecciones.

En este marco, la selección de candidatos para las elecciones municipales deja de ser sólo un problema local, para convertirse en un asunto de la máxima relevancia regional, al que no pueden ser ajenas las direcciones andaluzas del PSOE y del PP.

En este sentido hay que entender la renuncia del PSOE de Andalucía a que la selección de los candidatos, a las alcaldías de ciudades de más de 50.000 habitantes, se realice mediante el sistema de primarias. En el momento actual, cualquier partido que sometiera a sus candidatos al desgaste previo de una batalla interna, con las heridas que crea y la imagen de desunión que proyecta, cometería un grave error que, sin duda, alegraría al resto de partidos. Otra cosa sería si todos los partidos estuviesen obligados a realizar primarias para designar a sus candidatos, lo que dejaría a todos en plano de igualdad.

Así pues, comienza un largo periodo preelectoral cuyos efectos no se van a limitar solamente a las elecciones municipales de mayo, sino que las locales de 2011 servirán de preludio y tendrán una influencia decisiva para las elecciones autonómicas y generales de 2012.

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