El fantasma del Parlamento

HISTORIAS DE PARAPSICOLOGÍA

Los diputados andaluces que el próximo jueves ocupen por primera vez sus escaños pueden encontrarse con una compañía inusual. En el hospital de las Cinco Llagas habitan espíritus, según cuenta la leyenda

María José Sánchez-Apellániz

26 de marzo 2008 - 00:00

Los espíritus del Hospital de las Cinco Llagas han sido objeto de comentario durante años. Una de las apariciones que cuenta con mayor número de testimonios es el de una monja, sor Úrsula, que por su carácter difícil era llamada “sor Ametralladora”. En el barrio sevillano, el de la Macarena, muchos vecinos afirman haber visto a la monja en las ventanas o azoteas del edificio, que desde 1992 es la sede del Parlamento de Andalucía. Un funcionario de esta Cámara cuenta que son habituales las llamadas de personas que dicen ver una mujer con el hábito y la toca característica de las Hermanas de la Caridad. También lo afirman visitantes y trabajadores que, en muchos casos, no confiesan su experiencia por miedo al ridículo.

R.G.C. lleva 16 años trabajando en el edificio. Cuenta su experiencia con naturalidad, como quien está acostumbrado a estas cosas. “Estaba limpiando con una compañera en la galería de arriba. Todo estaba cerrado y, de repente, un vendaval empezó a cimbrear las plantas de adorno. No una corriente de aire, un auténtico vendaval que movía los arbolitos hasta el suelo. Sentimos que entre las dos pasaba una presencia, como alguien corriendo. Y se acabó el viento. Otros compañeros lo han pasado peor. Uno vio una chica rubia en el espejo de un aseo que estaba limpiando. Y otra, que tiene un sexto sentido, los ve todos los días, sentados en los bancos del patio”.

El personal que trabaja en el edificio por la noche dice haber visto u oído a la monja, a una niña en la biblioteca, llantos, pasos y otros fenómenos extraños. Algunos se lo tomaron a guasa, como Luis Carlos Rejón, que dijo tener a sor Úrsula como asesora de su grupo parlamentario “para descubrir a los fantasmones de la Cámara”. Otros diputados relacionan las apariciones con la desaparición de losas de mármol y azulejos durante las obras de restauración del edificio. La leyenda ha relacionado incluso al que fue presidente preautonómico, Plácido Fernández Viagas, con las visiones, cosa que su hijo desmiente con rotundidad: “Mi padre ni siquiera estuvo aquí”.

Los investigadores de estos fenómenos no saben qué despierta las presencias paranormales en edificios, aunque piensan que las obras que remueven zonas donde hubo enterramientos pueden ser una causa. “Aquí se sacaron carretillas enteras de huesos cuando las obras”, dice otro funcionario.

José Manuel García Bautista es técnico electrónico e informático. Lleva años investigando fenómenos paranormales y solicitó permiso al Parlamento para investigar la posible presencia de estos fantasmas, pero se lo denegaron “quizás piensan que podría dar mala imagen de la institución”, dice. Él ha grabado muchos fenómenos extraños y ha visto un fantasma. “Fue en una investigación que realizamos en la calle Arguijo de Sevilla. Oímos un sonido, como de pasos por la escalera y vimos algo neblinoso que subía. Cuando me asomé al hueco de la escalera, había un rostro que me miraba”. No salió corriendo, como era de esperar, “me pudo más la curiosidad y cuando analizamos lo grabado vimos luces y siluetas luminosas en ese punto”.

García Bautista asegura que en el Hospital de las Cinco Llagas son tradicionales los fenómenos extraños y lo atribuye a que el edificio está situado donde hubo enterramientos masivos por las epidemias de peste. “Han referido también casos extraños en el Hogar Virgen de los Reyes, que está enfrente y en la Iglesia de San Luis de los Franceses. A diferencia de los poltergeist, que son presencias que intentan fastidiar, las del Hospital de las Cinco Llagas no interactúan con las personas, aunque se cuenta el caso de un paciente que, cuando el edificio era todavía sanitario, salió a fumar un cigarrillo y un ente, que identificó como sor Úrsula, se le acercó por detrás y le reconvino. Dejó de fumar radicalmente”.

El investigador cuenta que “a un guardia de seguridad le cayó una lluvia de piedras encima una noche, cuando se asomó a un patio porque había oído un ruido”. Reconoce que es muy difícil separar la realidad de la sugestión colectiva, pero defiende la seriedad de sus estudios: “Nuestro equipo está formado por técnicos en electricidad, electrónica e informática, nada de videntes ni de güijas”. En cada investigación se documentan sobre la historia y las características del edificio donde se producen los fenómenos y entrevistan a las personas que dicen haber tenido experiencias paranormales. Luego utilizan complejos equipos de medición, detectores de presencia, de luz y de temperatura y cámaras de vídeo con visión nocturna de infrarrojos para captar lo que no se pueda ver en la oscuridad. También grabadores de sonido muy sensibles, cámaras termográficas para detectar campos de calor y barridos de campos láser. Todo ello conectado a equipos informáticos que graban durante cinco o seis horas. Trabajan de noche para controlar que en el perímetro donde realizan la investigación no haya otras personas o animales cuya presencia pueda distorsionar las grabaciones. “Cuando llegas a casa y analizas el material, puede haber sorpresas”, explica. Luego se puede concluir que en ese lugar se producen fenómenos paranormales, pero sólo si hay evidencias.

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