Recreativo-Betis

Puntos de oro con fútbol de plomo (0-1)

  • El Betis sostiene el liderato con un golazo de Xavi Torres en uno de los pocos momentos de su deficiente partido El árbitro no concedió un gol fantasma de Caye e ignoró, ya al final, un penalti de Bruno sobre Menosse

El Betis evitó la crisis a orillas del Odiel con una victoria balsámica frente el Recreativo tras el ridículo perpetrado una semana antes en Heliópolis. Los tres puntos, oro molido que le permiten aguantar el liderato, los sumó, empero, con un fútbol tosco y plomizo, digno del que se estila en esta categoría de la que los verdiblancos no logran abstraerse por más que los dirija un entrenador cuyo recetario no puede ser más antagónico de lo que se elabora luego sobre el césped.

Pero no es porque Mel sea un charlatán de medio pelo ni una especie de rabanito - la comparación elegida por Bilardo para señalar a Menotti: rojo por fuera y blanco por dentro-. En absoluto. Otra cosa es que disponga en su plantilla de los elementos apropiados para ejercer en todos los partidos ese papel mandón que, por categoría y viendo el paisanaje -los demás equipos son aún peores-, sí debería recitar.

Por ejemplo: el Betis carece de un centrocampista organizador al punto de que Mel se ha visto impelido a situar a dos mediocampistas defensivos, una combinación que, en principio, era sólo para emergencias. Tampoco disponen los verdiblancos de extremos puros si se salva a Vadillo, aún en rodaje, ni de centrales útiles para tirar la línea adelante. Ni siquiera de...

Es decir, las carencias no se hallan ocultas. Pero el técnico, con todo, cree a ciegas en su método y, lo mejor, de momento, números en mano, se sale con la suya.


La prueba más evidente de las pretensiones de Mel no hay que buscarla en la brillante disertación del equipo frente al Valladolid. Basta con repasar con mimo los dos arranques de ayer. El Betis salió enchufado, presionando, con la defensa arriba y las líneas juntas y combinando el balón aun sólo con el acierto que le permite su calidad técnica. Y, de hecho, el gol llegó por esta vía en los albores del segundo tiempo, en una jugada en la que seis o siete futbolistas tocan el balón antes de que Varela, por fin, le ponga un plátano a la viril llegada de cabeza de Xavi Torres. Un gol para enmarcar pese al afortunado toque involuntario de un adversario casi al final de la secuencia.

Pero Mel va a tener que dedicarse al baloncesto. Su equipo es de lo más distraído, se va de los partidos con una mosca que le pase cerca de la oreja. El Betis sería otro con tiempos muertos, sin duda. En el Colombino bastó que el Recre eligiese la pieza adecuada a flotar para que el balón saliese siempre por allí. Fue Héctor Rodas, cuya impericia con el balón atoró de nervios a sus compañeros e hizo crecerse a los blanquiazules, que se fueron por primera vez a su vestuario con el Betis tembloroso y pidiendo la hora y con los merecimientos para un gol que Adán nunca iba a permitir y que Caye, ni solo ante él, no fue capaz de anotar.

Los verdiblancos, sin que pueda reprochárseles su actitud, se fueron yendo del partido. Alguno, como Jorge Molina, ni siquiera estuvo. Otro, como Portillo, se quedó sin socios muy pronto, al punto de que Mel, ya cuajada la hora de partido y con el equipo ganando, optase por situar al malagueño por detrás de Rennella, sustituto del alcoyano, pasar a un Cejudo hiperactivo a la banda izquierda y acostar a Rubén Castro en la otra por delante de Molinero. Pero si en algo surtió efecto la medida sólo fue porque el Recre, que se desgastó bastante más, empezó a notar la fatiga pronto.

Es otra de las claves positivas de este Betis. Apenas ofrece síntomas de cansancio y acaba los partidos, siempre, más entero que su rival. Por eso quizá resulte tan difícil de explicar la descarada, vergonzosa y progresiva pérdida de metros de su defensa ayer en Huelva.

Tras el gol, aguantó diez minutos como un hombre para ir aculándose por minutos hasta resucitar a un rival que había echado hiel y espuma por la boca y al que tampoco supo asestar la puñalada certera en un par de contras en las que Rubén Castro volvió a evidenciar que anda ido. Incluso habría que premiar en el canario su afán en estos días en que su cabeza anda tan confusa como resentida su chispa.

Sin Héctor Rodas, encima, el Betis perdió juego aéreo y necesitó más que nunca de los buenos oficios de Adán. Sólo Cejudo, ante la escasez de fútbol en su empresa, se afanaba en los estertores del choque en al menos dificultar el deslavazado juego recreativista. El resto se amontonaba y el equipo concedía los metros del miedo, los que obligaron a Bruno incluso a cometer un penalti sobre Menosse tras un balón colgado que se merendó Xavi Torres...

Menos mal que el colegiado lo debió ver de otra manera. Aunque tampoco se puedan rescatar muchos errores arbitrales a favor del Betis esta temporada. Y si en Segunda no lo miran un poquito mejor que a los demás, también sería para cerrar el quiosco.

Al menos, la grey bética regresó ayer por la autopista del Quinto Centenario con la alegría de que su equipo ha dado un pasito más para escapar del infierno. Eso sí, no se le va de la cabeza que con este fútbol igual puede sonar la flauta en Huelva que llenarse de saliva en más de una plaza.

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