De Becerrita a San Gregorio
Cofradías El perfil del nuevo presidente del Consejo de Hermandades
Adolfo Arenas hizo sus pinitos como empresario de la chatarra y el marisco, vivió la Sevilla nocturna de los años sesenta desde el café Duque y anteanoche venció en los comicios cofradieros con mayor eco
Lleva más de cincuenta años de chaqueta y corbata. Dicen que en la Facultad de Derecho no se despojaba de la media etiqueta ni con la canícula veraniega. Más de tinto que de cerveza. Más de las burbujas del Möet-Chandon que del tintineo de los cubitos del trago largo. Más del centro que del extrarradio. Más de la costa gaditana que de la onubense. Nieto de Castillo Lastrucci, criado en la calle Baños, casado por el cardenal Bueno Monreal en la basílica del Gran Poder y licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla en los años sesenta. Adolfo Arenas ha cumplido el gran sueño de su vida tras una campaña que, en su caso, ha tenido como escenario de sus conjuras los salones privados del restaurante Becerrita. Un campaña en la que ha soportado golpes duros de quienes matan moscas con el rabo.
No se le conocen más aficiones que las hermandades y la pintura. Su padre fue prioste del Gran Poder cuando en las cofradías se llegaba a hermano mayor por currículum personal. Jamás por campañas electorales. Miguel Lasso de la Vega, vizconde de Dos Fuentes, hacía historia en el Gran Poder. Eduardo Miura, en la Macarena. Antonio Ordóñez, en la Esperanza de Triana. Y Otto Moeckel von Friess, en el Baratillo. Eran tiempos en que el prestigio y la trayectoria pesaban más que la habilidad y la estrategia.
Su juventud son recuerdos de veladas nocturnas en el café Duque, en la plaza del mismo nombre. Allí compartía tertulia con Juan Salas Tornero, Fernando Royo, Rotllán… El propio dueño, Agustín, participaba en unas charlas donde no faltaba el limpiabotas y el lotero que se alimentaba literalmente de media cañita de coñac. En aquel café conoció a la gran mayoría de los músicos de la banda municipal, que entre acto y acto de la sala de fiestas El Patio Sevillano acudían allí a tomarse el refrigerio. También en esa esquina de la Plaza del Duque con la calle Alfonso XII se cruzaba sentimentalmente cada Madrugada con Salas Tornero. Arenas, de fiscal de cruz de guía del Gran Poder. Salas, de fiscal del palio de la Concepción. "No olvides, Adolfo, que en Sevilla no hay premio para el segundo. Y que al Señor de Sevilla lo esculpió un hermano del Silencio", le repetía y repite siempre el dirigente empresarial con esos dardos socarrones que en muchas ocasiones se han perdido en un mundillo cofradiero donde a veces se echa en falta más sentido del humor y menos misticismo de catálogo.
Del carácter emprendedor de Arenas dan fe los negocios que montó con Salas en el sector de la chatarrería y el marisco. Tenían entonces 21 años y se dedicaban a comprar barcos, desguazarlos y venderlos a la Siderurgia Sevillana. Pero hay quien asegura que el marisco, más que sacarle dinero, se lo comían.
Arenas dejó aquellas empresas y comenzó una larga trayectoria como abogado especializado en temas urbanísticos. Llegó a tener despacho en Marbella. Consciente de la importancia de las formas en su gremio, explota bien su carácter ceremonioso, formal, casi litúrgico, que dicen que combina con extrema dureza cuando le toca defender a sus clientes. Arenas a primera vista da una apariencia de histriónico, de barroco y de andarse por las nubes en la distancia corta de una conversación, lo que puede equivocar a un interlocutor que, cuando se relaja, recibe de pronto una de sus directas y se queda planchado. Marca de la casa.
No se le conocen inclinaciones políticas. Mantiene una relación más que solvente con la delegada de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto-Castro, con quien tendrá que negociar la ampliación de la carrera oficial. Fue precursor en utilizar un lema electoral para su campaña a hermano mayor de la Hiniesta hace ocho años. Azul y plata. Entonces le ganó las elecciones a Andrés Alcántara. Ha dejado la cofradía con una nueva casa de hermandad construida. Y no le tembló el pulso para suspender cautelarmente a una cuadrilla completa de costaleros, donde detectó movimientos subversivos en plena estación de penitencia.
Aquel vendedor de chatarra de barcos de hierros, aquel niño que a muy corta edad ya olía la madera de cedro del taller de su abuelo, el viejo abogado que se ha forjado a sí mismo en los tribunales, tendrá que afrontar la gran reforma pendiente de los estatutos del Consejo: el juguete ideal para un veterano de las cofradías y del Derecho. Sabe perfectamente que la mitad de los hermanos mayores no le han votado. Y que gran parte del equipo no es de su designación directa. Pero también es consciente de que la memoria juega a su favor, porque suele ser frágil, excesivamente frágil, en asuntos de política cofradiera.
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