Los huertos ciudadanos entre el ocio y la necesidad
La ciudad cuenta con 60.000 m2 de estos cultivos, que cada vez se usan más para aliviar carencias económicas.
El cultivo de suelo urbano, una actividad que nació en Sevilla en 1983, ha experimentado un importante crecimiento en la zona metropolitana y los municipios de la provincia desde el estallido de la crisis. Un estudio realizado por Gregorio Ballesteros, miembro de Ecologistas en Acción, revela que en la ciudad hispalense hay ocho zonas de huertos ciudadanos distribuidos, principalmente, por los pulmones verdes de los distritos. Estos espacios de uso vecinal ocupan casi 60.000 metros cuadrados de cultivo distribuidos en un total de 800 parcelas. En total, son 216 las ciudades españolas que cuentan con este tipo de cultivo.
"Los huertos urbanos pueden ser de tres tipos: el primero es el comunitario, que busca la socialización y la vecindad; el segundo, que es el que mayor auge tiene en Sevilla, es el ciudadano, que se caracteriza por la reorganización de la producción y la creación de talleres de concienciación medioambiental; por último, existe el tipo empresarial, por el que los hoteles y negocios se benefician de lo que siembran, aunque este modelo no existe en Sevilla". Así explica Jaime Romero, experto en desarrollo social, la tipología de las huertas en la actualidad. Romero expresa que esta actividad empezó como una propuesta vecinal y, en los últimos años, se ha convertido en una alternativa a la crisis económica para muchos de los usuarios.
Este experto afirma que el perfil del hortelano suele ser "gente del barrio en el que se sitúan las zonas de cultivo. En este grupo encontramos principalmente jóvenes que no encuentran trabajo, personas en paro y jubilados".
El concepto de huertos ciudadanos llegó a Sevilla en la década de los 80. "Los vecinos de Miraflores crearon la asociación comité Parque Educativo Miraflores con el objetivo de convertir una escombrera en zona de ocio para los residentes del barrio", apunta Romero. En la actualidad, el espacio de cultivo cuenta con 170 parcelas para familias, 10 para asociaciones y 10 para actividades con escolares, con casi 160 metros cuadrados cada una. María José López, coordinadora de la escuela agrícola-urbana Las Moreras, afirma que ellos, en concreto, siempre han tenido mucha demanda, aunque "es cierto que con la crisis económica las solicitudes han aumentado. Los jornaleros no pueden vivir de lo que cosechan pero el huerto sirve para complementar esa alimentación en casa". Explica que el auge de los huertos sociales no se debe únicamente al boom de la agricultura ecológica, "muchas personas que participan utilizan lo que siembran como alternativa alimenticia porque entre 300 y 400 familias se benefician de los productos que labriegan".
El equipo técnico está formado por tres educadoras y una coordinadora. "Aunque haya un grupo de especialistas, si los hortelanos no colaborasen, ninguna de las actividades que realizamos sería posible", asegura López.
La puesta en marcha de las huertas de Miraflores trajo consigo la recuperación de numerosos edificios en desuso del parque como la finca de la Albarrana, un puente de triple arquería, un molino de aceite o un secadero de tabaco. Manuel Lara, presidente de la asociación de Las Moreras, señala que el principal objetivo del proyecto es poner la agricultura al alcance de los ciudadanos en el plano cultural y educativo. Para ello "la iniciativa se ha ampliado en los últimos años y también abarcamos patrimonio y medio ambiente".
Otro de los planes de agricultura ciudadana es el que iniciaron los miembros de la asociación Verdes del Sur hace tres años. Jaime Romero afirma que "éste es un ejemplo de la voluntad de un grupo de vecinos por aprender. Precisamente, estos hortelanos recurrieron a los docentes de la Universidad de Sevilla para que les enseñasen las técnicas de cultivo".
Al frente de este equipo de casi 50 hortelanos está Juan Manuel Blanco. La zona de labranza consta de 10 parcelas de 25 metros cuadrados. Este espacio se sitúa en la parte trasera del centro de educación para adultos del Polígono Sur, aunque esperan trasladarse pronto a las zonas de labriego del recién inaugurado parque de Guadaíra. "Esta iniciativa surgió como una propuesta vecinal debido a las necesidades económicas y a la precariedad laboral que hay en el barrio. Nuestra única oportunidad para encontrar empleo es reciclarnos y los huertos son una alternativa para ello", asegura Blanco.
El presidente señala además que la iniciativa de las huertas nació como una experiencia piloto para formar a los hortelanos antes de trasladarse al parque de Guadaíra. "De esto hace ya tres años y todavía no hemos obtenido respuesta por parte de las administraciones públicas. Queremos hacer en ese parque lo mismo que han hecho los vecinos de Miraflores con el suyo, pero nuestra actividad iría destinada a terminar con el hambre de muchas familias del barrio", apunta Blanco y añade que más de 40 familias del distrito se benefician de los productos que siembran.
Conchi Pacheco, hortelana de la asociación Verdes del Sur, explica que el Polígono Sur tiene muchas necesidades sociales y con "nuestra actividad, no sólo creamos valores, también comemos de lo que cultivamos". Esta jubilada asegura que, para sacar adelante una cooperativa, es necesaria la ayuda entre vecinos, "este barrio es muy parado para iniciar proyectos que requieran una inversión económica, aunque sea pequeña".
La Hispalense ha donado a la asociación de vecinos 120 olivos autóctonos y sus docentes se ofrecieron voluntarios para enseñar a los vecinos del barrios las técnicas de cultivo.
Técnica de agricultura pionera en los edificios del Polígono Sur
Los vecinos de la asociación Verdes del Sur (del distrito Sur) realizan, junto a la Universidad de Sevilla, un proyecto de cultivo ecológico pionero y único en la capital. La iniciativa, que comenzó hace un año, se conoce como acuaponia, es decir, una combinación de hidroponía y piscicultura en el que las verduras cultivadas y los peces se benefician mutuamente. Los vecinos han usado los bajos de un edificio de la zona de Las Vegas para instalar tres tambores con capacidad para mil litros de agua cada uno. El sistema utiliza las grandes cantidades de excrementos generados por los peces y los transforma, gracias a la acción de bacterias, en nutrientes para las plantas cultivadas en agua. Que los jornaleros no tengan que labrar la tierra o que se disminuyan los gastos en materiales de mantenimiento como abonos o fertilizantes son algunas de las ventajas que presenta esta técnica que, todavía se encuentra en fase de desarrollo. Los miembros de la asociación buscan aumentar el tamaño de las instalaciones y, con ello, la producción de las mismas. Para conseguir este objetivo, Juan Manuel Blanco, coordinador de Verdes del Sur, indicó que "los vecinos iniciamos a comienzos de verano una iniciativa de crowfounding que se presentará dentro de unas semanas y con la que pretendemos conseguir ayudas económicas, no sólo para el huerto sino para mantener el proyecto de acuaponia e incluso aumentar sus dimensiones".
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