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A. Rodríguez Almodóvar

"En la Encarnación pondría un colegio, la revitalización que el centro necesita"

  • Este socialista "a secas" formó parte del primer Ayuntamiento democrático, un tripartito donde su partido no logró la Alcaldía pese a haber sacado más votos que PSA y PCE. Fue su primera lección en política en un mandato en el que dejó algunos hitos. No repitió, pero sigue militando y abriendo debates ciudadanos.

Lo suyo son los cuentos, los infantiles, que le han valido numerosos galardones, entre ellos el Premio Nacional de Literatura. De hecho, la política inspira poco al escritor Antonio Rodríguez Almodóvar (Alcalá de Guadaíra, 1941). Al menos eso dice él, que llegó con su familia a Sevilla con 16 años y se colocó con un recaudador municipal que le abrió las puertas de la Casa Grande, a mediados de los años 50. A los 33, se afilió al PSOE, pero ya contaba con una amplia experiencia en el movimiento estudiantil. Quiso ser incluso marino mercante antes que político, pues su abuela ya le advertía que eso era lo peor. En realidad, admite que huye de los cargos públicos y, a diario, compagina el trabajo en su taller literario con el debate sobre temas ciudadanos. En estos momentos forma parte de dos plataformas: una reivindica una Tablada verde y pública y otra impulsa actos para conmemorar el V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo que, aunque no es la Expo, "casi", asegura el literato. Ninguno de sus tres hijos ha seguido en la política, aunque una de ellas, Beatriz, se inicia en la literatura y sus tres nietos conocen de memoria las aventuras del gallo Kiriko, una de las lecturas que repite habitualmente en el colegio de Salteras que lleva su nombre: "Eso es mucho mejor que tener una calle".

-¿Estaba predestinado a la política o a la literatura?

-Siempre tuve claro que lo mío eran los libros. Pero en mi familia hay antecedentes políticos. Mi bisabuelo Fernando Massa fue auditor de la Audiencia de Manila, tardaba tres meses en ir y tres en volver, medio año en el mar. De ahí me viene mi vocación marinera. Soy marino mercante, terminé la carrera e hice las prácticas. También tuve otro bisabuelo que fue presidente de la junta de obras del puerto. Mi familia se vino abajo con la política.

-Antes de militar en el PSOE tuvo un activo pasado estudiantil, ¿no?

-Tan activo que me costó el puesto. Era interino en el instituto, en la Universidad era adjunto interino y en el 73 me echaron porque era PNN y publiqué un artículo en prensa que sentó muy mal en las altas esferas. Me llamó un inspector franquista… y bueno, me vi en la calle y con una hija ya en el mundo. El catedrático del que yo dependía me dijo que no quería a marxistas.

-¿Realmente lo era?

-No. Yo soy socialista a secas. Fue muy duro. Ya tenía marcado un camino en la universidad bastante claro. Había escrito varios libros, participaba en un movimiento de renovación de la literatura, entre el estructuralismo y la dialéctica. He tenido alumnos que han llegado a ser altos cargos de la Administración; por ejemplo, el actual consejero de Educación. Siempre he sido un hombre comprometido, pero no tenía previsto entrar en política.

-Pero militó y formó parte d ela Ejecutiva socialista, ¿no?

-Milité con carné desde 1974, pero antes también lo había hecho sin carné. Yo era compañero de facultad de Carmen Romero, hicimos juntos muchas huelgas. Siempre estuve en la órbita de Felipe González, más en la órbita de Carmen. Y en el año 79 me dijeron que habían pensado en mí como candidato a la Alcaldía. Me quedé perplejo.

-¿Y por qué dijo que sí?

-Sólo tenía argumentos egoístas para decir que no: mi carrera literaria y universitaria.

-¿De verdad que nunca tuvo vocación de alcalde?

-Una vez que estuve dentro descubrí un trabajo apasionante, pero no he sido un político vocacional.

-Pero cuentan que le sentó muy mal no ser alcalde después de haber sido en 1979 el partido con más votos del tripartito que gobernó.

-No lo fui por milésimas. Ésa fue mi primera lección de política y jamás la olvidaré.

-¿Y después no contaron más con usted?

-Lo decidió el partido y sin darme explicaciones. Muy desagradable.

-Pero conoce la explicación.

-Sí, entonces en el partido quien mandaba era Alfonso Guerra. Y él tuvo siempre a su candidato, Manuel del Valle. Y ya está, se acabó.

-Bueno... en el 91 encabezó una candidatura renovadora que se enfrentaba a otra guerrista.

-Yo siempre he sido un poquito disidente dentro de la organización. En el 91 encabecé con mi amigo Alfredo Sánchez Monteseirín la lista de la renovación. Me siento muy orgulloso de esa época porque conseguimos una cosa que parecía imposible, que en los congresos del partido se votara individual y secretamente. Ya nadie sabe lo que se vota.

-Después de eso en Sevilla soplaron otros aires...

-Sí. Yo he hecho cosas de carácter organizativo que han tenido bastante trascendencia. Y Alfredo fue un empeño personal.

-Confió en él cuando nadie lo hacía.

-Sí, tuvimos una reunión en mi casa de Galaroza y me dejó convencido de que era una persona con mucho empuje, ideas y ganas de refrescar el partido. Y ha estado 12 años. Ahora no sé qué va a pasar.

-¿Qué sería lo justo?

-Espero que el partido sepa reconocer el mérito que tiene haber sido, sin duda, el mejor alcalde de Sevilla. Si repasa lo que ha hecho cada uno… el mejor es Alfredo.

-¿Y el segundo?

-Luis Uruñuela y, después, con una larga distancia, todos los demás. Sólo hay que repasar los logros: con Uruñuela hicimos la democratización del Ayuntamiento, la puesta al día de la Hacienda municipal, que era un desastre, y yo mismo hice 14 colegios nuevos.

-¿Cómo lo hizo con un presupuesto tan corto en el Ayuntamiento?

-Negocié con los propietarios, con compensaciones. Recuerdo que había un suelo en la Macarena, donde hoy está el colegio Antonio Gala, que tenía tres propietarios y uno de ellos estaba en la cárcel.

-¿Y negoció en la cárcel?

-No tuve que ir, hablé con su abogado. En Las Naciones enterramos un cable de alta tensión... Empleamos mucho tiempo y esfuerzo, por eso cuando pasaron los cuatro años y me dijeron que no seguía me sentó muy mal, no creo que ése sea el trato que se merecen las personas. Tuve una reunión con el partido y el entonces secretario general, Paco Moreno, se levantó diciendo que tenía otras cosas que atender y yo me levanté y no supe nada más.

-Luego llegó la pre Expo y se hizo mucho en Sevilla durante los mandatos del PSOE en mayoría.

-Bueno se me olvidaba decir que el mejor alcalde de Sevilla ha sido Felipe González, y eso que no fue alcalde nunca (ja, ja, ja). La Expo, sin duda, transformó Sevilla.

-Pero se fraguó en su mandato.

-El primer acuerdo de apoyo a la Expo lo llevé yo al Pleno. También llevé el billete para jubilados de Tussam, eso es algo que conocen pocos. Aproveché un día que me tocaba presidir el consejo de Tussam para llevarlo y aprobarlo. Por cierto, un billete que yo sólo he disfrutado un año, luego cambiaron los criterios y no me corresponde.

-Se cuenta, como maldad, que aprovechaba la ausencia del alcalde Uruñuela para ocupar su sillón.

-Sólo ocurrió esa vez, cuando lo de Tussam. Las maldades las contaban algunos medios que no veían con buenos ojos a la izquierda.

-Guillermo Gutiérrez, otro concejal socialista de su mandato, recuerda campañas incluso de tipo personal.

-No hacíamos nada bien. Y eso lo viví de nuevo en la Expo, cuando fui director del Pabellón de Andalucía. Los medios no iban a ver cómo avanzaban las obras, sino cómo se retrasaban. Y la derecha bautizó al AVE como el rapidillo. En esta ciudad, si por la derecha fuera, todo sería Semana Santa. Yo me maravillo porque Sevilla sigue adelante y lo hace por su gente. La etapa de Alfredo ha sido incomparable.

-Pero ya se acaba. Viene otro candidato socialista, Juan Espadas.

-Muy bueno. He tenido varias conversaciones con él y me parece una persona que, sin duda, en otra época hubiera sido un grandísimo político para esta ciudad.

-¿Hoy tiene más obstáculos?

-Tiene que superar los momentos de crisis actual y lograr que no le pasen factura. Éste es un relevo que esta ciudad necesita para que se continúe con el mismo discurso.

-¿Y éste no está desgastado?

-Doce años son muchos y es peligroso porque los equipos pueden cometer errores. Y la oposición los va a buscar, o los va a inventar.

-¿Un posible error de Alfredo es haber pactado otra vez con IU?

-Era inevitable para formar gobierno. Tuvimos una primera experiencia que fue un pacto a tres que funcionó milagrosamente y las mayorías absolutas son muy difíciles.

-A Torrijos lo conocerá de antaño.

-Sí, claro. Y apoyó una iniciativa para que usaran los nombres de mis Cuentos de la Media Lunita en el Parque Claudio Guerín. Fue algo que no me esperaba.

-¿Y la derecha de ahora se parece a la de López Palanco?

-No. La de ahora es más enconada. Y López Palanco era una gran persona, tan grande que no aguantó y se fue. Ahora, en la política hay mucho de interés, en el sentido más amplio de la palabra.

-¿Se refiere por ejemplo a intereses urbanísticos?

-Tablada, por ejemplo. Me solivianta este tema. Es un suelo que siempre fue de los sevillanos y que en mala hora cambió a titularidad privada. Yo creo que ahora mismo Tablada está en un momento crítico, aunque eso no se airea. Pero una sentencia del Constitucional del pasado noviembre es clave para invalidar las compraventas iniciales. Es lamentable que un suelo que como rústico sigue valiendo lo que vale, quiera ser vendido por el triple... La mejor solucion sería devolver todos los dineros que han pagado los propietarios y retomar la titularidad pública. Negociar nos costaría siempre dinero y no creo que se deba pagar ni un euro. Moralmente, Tablada es de los sevillanos.

-Al menos ya todos coinciden en que sea verde.

-La plataforma a la que pertenezco ha iniciado una ronda con políticos. A ver lo que nos dice Zoido.

-Todos los posicionamientos están lejos del convenio urbanístico que se firmó en la época del PA.

-Nos dejó petrificados a todos, con el apoyo de las cajas, que tenían sus intereses. Hoy, si nos paramos a pensar, aquello hubiera sido un desastre mayor que el de Seseña. Con la situación de crisis actual todo estaría empantanado. Hubiera sido una debacle. Los actuales propietarios tendrían que estar contentos de no estar arruinados.

-¿Cómo fue esa época del PA al frente del urbanismo?

-Muy mala. Y con una alcaldesa que miraba para otro lado. Yo, de esa época de Rojas Marcos y Soledad Becerril, no recuerdo nada. Todavía está por ver que la derecha haga algo memorable.

-El PP de Zoido lleva cuatro años prometiendo proyectos.

-No conozco grandes proyectos, sólo que va contraatacando todo.

-¿Y cómo ve el escenario actual?

-No descarto la reedición del pacto de izquierda.

-Hay socialistas descontentos con esa alianza.

-Un pacto con el PP sería impensable, no hay estado de alarma para eso. Yo le deseo lo mejor a Espadas .

-Parte con desventaja, la mitad de los sevillanos no le conocen aún.

-Eso es normal. ¿Quién me conocía a mí cuando me presenté? Y la gente decía quién es éste... cuando se presentó Alfredo.

-También decían que le faltaba carisma, liderazgo.

-Pero ahí está. Los candidatos desconocidos al final, de tanto preguntar la gente por ellos, acaban siendo más conocidos que otros.

-¿Está la política deshumanizada?

-Más bien desprestigiada. Sigue siendo un trabajo digno y es injusto que no se reconozca eso por algunos casos puntuales. Una persona pública que es honesta puede estar sometida hoy a unos enjuiciamientos públicos insoportables.

-Esta última etapa del gobierno local será recordada por los juicios.

-Y puede que queden en nada. Son cosas insignificantes magnificadas por la prensa a veces. Hay gente pegando codazos todo el día para salir en la foto al lado del alcalde cuando éste, a lo mejor, no los quiere ni ver.

-Munícipes de los primeros mandatos democráticos coinciden en que el ambiente de cordialidad hoy se ha perdido en el Ayuntamiento.

-Me da pena. En mi época era muy cordial, aunque alguna prensa se empeñaba en decir que estábamos todo el día peleando. Yo sólo tuve dos enfrentamientos con Uruñuela: uno por los centros de planificación familiar, que yo apoyaba, y otro por la operación del Polígono Aeropuerto. Estaba previsto poner entre Sevilla y el aeropuerto una ciudad como Santander y la oposición al proyecto logró que allí se hiciera un urbanismo tolerable. Al final Uruñuela titubeó.

-Hubo también otros logros sociales, por ejemplo en materia de educación de adultos ¿no es así?

-Puse en marcha un programa pionero que luego, cuando estuve un año de director general en la Junta, pude extender a toda la comunidad y fue reconocido por la Unesco.

-¿Y de la Expo no guarda buenos recuerdos?

-Muchos. El gran proyecto de mi vida fue la Andalucía de los niños. Yo no lo hubiera metido en Isla Mágica, pero bueno, ahí está, y agradezco que se pueda conservar.

-¿El empuje que supuso la Expo para Sevilla se puede volver a repetir?

-No. Hoy hay otras revoluciones pendientes: la red completa del Metro y Tablada, como gran parque periurbano. El ocio puede ser productivo. Y todavía queda mucho suelo libre en la ciudad.

-El problema es que no hay dinero para construir.

-Sí, pero yo echo en falta que se recupere suelo para colegios públicos. Tenía la esperanza de que en la Encarnación se dejara un espacio para ello.

-Bueno, ahora quedará libre el solar del mercado.

-Esa idea que aporta es magnífica. Se la voy a pasar al alcalde. El centro necesita colegios para revitalizarse de forma humana.

-¿Y las setas le gustan?

-Es un proyecto espectacular.

-Las peatonalizaciones, la piel sensible, el tranvía... ¿todo esto revitaliza el centro?

-Claro. ¿Y qué me dice de la peatonalización de Asunción? Los comerciantes sacaron las pancartas y ahora están encantados.

-¿Entonces la vida política no le inspira para escribir? Dicen que en la política hay mucho cuento.

-Nada. Los cuentos de terror no son mi fuerte. Cuento es una palabra tan polisémica...

-Los Cuentos maravillosos españoles los escribió siendo concejal. Y su última novela retrata la etapa de la Transición que usted vivió.

-No habla de mí, sí de las cosas que pasaban en Sevilla en los años 50. Fue una época muy dura, terrible. Lo he hecho con sarcasmo, porque contar las cosas difíciles se hubiera vuelto insoportable.

-Es algo que las nuevas generaciones deben conocer.

-La novela tiene un recorrido pedagógico. Pocos, incluso personas mayores, saben que en Sevilla había cinco campos de concentración.

-Si hubiera continuado en su carrera hacia la Alcaldía quizás no hubiera escrito tantos libros.

-Quizás sólo la mitad de cincuenta.

-Va a tener que agradecérselo a Alfonso Guerra...

-Por qué no. Aunque ésa no era su intención.

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