Decimoquinta del abono de la maestranza

López Simón, alternativa triunfal y sangrienta

  • El torero madrileño consigue el único trofeo y cae herido, Manzanares concreta una actuación sólida y Morante apunta un precioso quite por chicuelinas.

En una pobre programación por la que ha descendido ostensiblemente el número de abonados, el cartel del jueves era de los más atractivos. Manzanares aportaba la corona de rey de la Feria de Abril 2012 conseguida el pasado viernes tras una actuación histórica. Cerraba su feria Morante, torero enigmático. Y se estrenaba y doctoraba el madrileño Alberto López Simón. A ello se unía la ganadería triunfadora del año pasado: Núñez del Cuvillo, que contó con el famoso indulto de Arrojado. Por tanto, el lleno estaba asegurado. Y, pese a que el cielo grisáceo no pintaba bien, los tendidos se abarrotaron y se masticaba la expectación en la Maestranza.

El comienzo fue agridulce. El madrileño Alberto López Simón triunfó en el día de su alternativa, pero cayó herido; aunque, afortunadamente, de carácter leve. El joven torero, vestido de blanco y oro, fue doctorado por Morante, quien le cedió los trastos para lidiar y estoquear al sobrero Juncoso, un toro negro, que embistió muy bien, especialmente por el pitón derecho. El astado sustituyó a un titular de la misma ganadería, devuelto por inválido. López Simón sorprendió con una faena con ligazón, temple y variedad. En los medios, con la diestra, dio un pase por la espalda al toro, que se arrancó como un obús desde tablas. Nuevo fallero, en la distancia media. Toreó de rodillas de manera asentada, hilvanando hasta cuatro pases y el de pecho. De pie, en el mismo platillo, se lució en cuatro muletazos suaves, empalmados a un pectoral. Saltó el público y se arrancó la música. Luego, un par de series con elegancia y temple. Y otra más, toreando muy despacio. Un pase del desprecio y unas manoletinas en las que estuvo a punto de ser cogido fueron el epílogo de una importante faena para quien se estrenaba como matador. Se perfiló. Alguien le advirtió desde el callejón. Y el torero contestó: “Calla, calla, que a este le mato”. Se dejó ver mucho y el toro le propinó un pitonazo en la pierna derecha. A cambio de la cornada, una estocada casi entera. Flamearon los pañuelos y le concedieron una más que merecida oreja. Fue operado en la enfermería de la plaza.

El festejo quedó en un mano a mano entre Morante y Manzanares. Morante no llegó a confiarse en sus dos primeros toros. Ante el segundo, hizo un quite al riesgo oportunísimo a su banderillero Rafael Cuesta, que cayó en la arena cuando bregaba. El de La Puebla intentó hacerse con un animal que, cuando le bajaba la mano, se caía. No hubo nada. Como tampoco ante el sexto, sin clase y parado, al que no quiso ver. En el sexto, un animal manejable, pero que no humillaba, Morante se lució en tres chicuelinas y una media que hicieron estallar la plaza en una ovación estruendosa. Tras ese quite del perdón, el sevillano quiso congraciarse también con la parroquia, en la muleta, con un comienzo con pases por alto, pero el toro, con movilidad, no humillaba y el trasteo estuvo salpicado de enganchones.

Manzanares, por su parte, defendió su corona con inteligencia, entrega y buen gusto. Ante el tercero, manso, manejable y a menos, que contó con un buen pitón derecho, el alicantino consiguió trazar dos tandas con la diestra, con muletazos con mucho sabor y de trazo largo. Pero cuando cogió la izquierda, el toro ya estaba aplomado. Recibió al quinto, que echaba las manos por delante, con una variedad capotera en la que fue muy ovacionado por un quite por chicuelinas, en el que estuvo a punto de ser cogido. Con la franela, en las afueras, muy molestado por el viento y con un toro que no descolgaba, realizó una faena meritoria, con un par de series destacables con la diestra y dos naturales de ensueño. Otras pinceladas, como un cambio de mano monumental o un kikirikí, fueron muy ovacionadas. El público estaba con Manzanares, pero no hubo trofeo. El alicantino dio un pinchazo previo a una estocada definitiva. De nuevo, espléndida la actuación de su cuadrilla.

La tarde, que comenzó con una ovación a Manzanares, por la aludida actuación histórica, y una buena faena del toricantano López Simón, no alcanzó las expectativas que se habían levantado.

Ficha del festejo:

DECIMOQUINTO FESTEJO DEL ABONO EN LA MAESTRANZA

GANADERÍA: Corrida de Núñez del Cuvillo, de desigual presentación y juego. El mejor para la muleta, el que abrió plaza.

TOREROS: José Antonio ‘Morante de la Puebla’, de tabaco y oro. Pinchazo hondo (silencio). En el cuarto, media (pitos). En el sexto –que mató por López Simón–, pinchazo y estocada (silencio). José María Manzanares, de azul marino y oro. Un pinchazo y casi entera (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos tras ovación). Alberto López Simón, de blanco y oro, que tomaba la alternativa. Estocada casi entera; siendo herido.

Incidencias: Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Jueves 26 de abril. Lleno. Nuboso. Viento que molestó en varios pasajes de la lidia. López Simón pasó por la enfermería después de dar muerte al toro de la alternativa para ser intervenido de “una herida por asta de toro en cara anterior de muslo derecho tercio medio, que interesa musculatura de vasto interno. Presentando una trayectoria ascendente de 7 cm. Se hace limpieza de tejidos, hemostasia y sutura. Pronóstico: Leve. Firmado: Octavio Mulet Zayas”.

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