Sevilla ayer y hoy

Centenario del santo P. Tarín (II)

  • PRÓXIMA ENTREGA Miércoles, 24 de noviembre.Tarín dedicó su vida a los más pobres del barrio de San Roque. Cuando predicaba en la parroquia, los feligreses, casi todos obreros anarcosindicalistas, le sacaban en hombros y lo paseaban por la plaza

EL día 12 de diciembre de 1910 murió en Sevilla en olor de santidad, el sacerdote jesuita y misionero Francisco de Paula Tarín Arnáu, considerado santo por el pueblo incluso antes de su muerte. Lo mismo que sucedió con el arzobispo Marcelo Spínola y con la fundadora Sor Angela de la Cruz, los tres contemporáneos y símbolos de la Iglesia en unos tiempos conflictivos que ellos vaticinaron que terminarían en tragedia. Y así fue.

Los sevillanos de finales del siglo XIX y primeros años de la anterior centuria pudieron cruzarse por las calles sevillanas con el Padre Tarín, el arzobispo Spínola y Madre Angelita. Los tres fueron amigos entrañables y admiradores de sus respectivas obras. Tarín vino a Sevilla de paso y, cuando conoció las realidades sociales sevillanas, decidió quedarse aquí a misionar en vez de seguir hacia África, logrando una vinculación con los ciudadanos más necesitados; monseñor Spínola consagró su amor a los pobres durante la terrible hambruna de 1905, cuando ya estaba gravemente enfermo, y Sor Angela desde 1875, cuando fundó la Compañía de Hermanas de la Cruz, y se convirtió en referencia básica de la espiritualidad y de la devoción de los pobres. ¡Qué tres figuras ejemplares del verdadero sentido evangélico de la vida! Y los tres sufrieron la incomprensión de sus contemporáneos, los mismos que luego les consideraron santos muchos años antes de sus fallecimientos.

Tarín dedicó su vida a los más necesitados del barrio de San Roque. Cuando predicaba en la iglesia parroquial, los feligreses, casi todos obreros anarcosindicalistas, le sacaban en hombros y lo paseaban por la plaza de Carmen Benítez. Cuenta su biógrafo, José María Javierre, que nada más conocerse la noticia de su muerte, las gentes comenzó a ir a la iglesia del Sagrado Corazón donde estaba expuesto su cuerpo. Más que un entierro, dice Javierre, "parecía una procesión clamorosa y entusiasta. Llevaron el cuerpo del Padre Tarín descubierto, a hombros hasta el cementerio, entre gritos que le proclamaban santo, padre de los pobres, consuelo de los afligidos, apóstol de Cristo, León de Cristo...".

Cuando la comitiva llegó al cementerio, el gentío se opuso a que fuera enterrado, y pidió el regreso al templo. El regreso se hizo en la noche del día 14, con sigilo, y el cuerpo se depositó en una cripta en la capilla de Ánimas. Desde entonces su tumba es lugar de peregrinación para sus devotos, extendidos por Sevilla, capital y provincia, Andalucía, España y varios países hispanoamericanos.

El Padre Tarín fue declarado Venerable por el Papa Juan Pablo II el día 3 de enero de 1987. Pero es importante subrayar que el Padre Tarín, como Sor Angela de la Cruz y el arzobispo Spínola, fue considerado santo y venerado por el pueblo sevillano aún antes de fallecer. Y por santos los siguen teniendo de generación en generación, una vez sometidos al implacable tribunal del tiempo.

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