Crítica de Música

Gracia y drama del Clasicismo

El Clasicismo musical nace mediado el siglo XVIII y se desarrolla merced a muchos aportes diferentes, incluso opuestos: el estilo galante puso la claridad, el equilibrio, el encanto melódico; los estilos nacionales, el color de las danzas folclóricas; el Sturm und Drang, la pasión, la emoción, la inestabilidad, el movimiento...

De todo hubo en esta nueva visita de Amandine Beyer a la ciudad para ponerse al frente de la OBS. La violinista francesa dirigió desde el puesto de concertino y además tocó como solista el Concierto nº1 de Mozart, una obra con resabios aún claros del universo barroco, en el que mostró un arco de extraordinaria flexibilidad y un muy elegante tratamiento de la ornamentación, aunque en el arranque tuvo problemas de articulación, lo que oscureció algunos pasajes.

La OBS había arrancado con una Sinfonía de carácter eclesiástico de W. F. Bach en un pianissimo de soberbia delicadeza, bellamente coloreada por los traversos, antes de derivar en una fuga punzante y a la vez transparente. El drama lo puso sobre todo el hermano menor de Friedemann, Emanuel Bach, con una obra de pleno estilo Sturm und Drang en la que la OBS enfatizó ataques y acentos, extremó los contrastes dinámicos y jugó con audacia con el tempo.

La Sinfonía nº65 también pertenece a la época tormentosa de Haydn, pero la obra incluye un singularísimo Andante de carácter pastoral, un minueto con un inquietante trío en modo menor y un más típico final de corte cinegético, en el que las trompas respondieron con precisión y sin estridencias. Interpretación ágil, ligera, de fraseo exquisito y notables sutilezas tanto en dinámicas como en el equilibrio tímbrico. De propina, el Andante del Concierto en la menor de Bach mostró a la Beyer más precisa, refinada y expresiva de toda la noche.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios