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Cultura

Museos y Sevilla, parálisis permanente

La ilusión con que la sociedad civil malagueña celebró ayer la inauguración de su museo refleja el interés, real y ajeno a luchas partidistas, de una comunidad capaz de movilizarse durante dos décadas por un proyecto cultural cuyo resultado no sólo es ya el espacio expositivo más grande de Andalucía, sino el espejo ante el que otras pinacotecas de titularidad estatal y gestión autonómica palidecen.

Porque a este lado de la Andalucía Occidental la realidad pinta bien distinta, con colecciones arqueológicas tan valiosas como la del Museo de Cádiz esperando un proyecto de renovación para el que nunca se destinan fondos, y con los dos museos que deberían liderar el turismo cultural sevillano, el Bellas Artes y el Arqueológico, sin presupuesto para costear sus históricas ampliaciones ni sus cotidianas carencias, que van desde la falta de autonomía en la gestión a la escasez de personal, pasando por las goteras, grietas y otras deficiencias de los edificios que los acogen, sin descontar la imposibilidad de mostrar muchos de sus tesoros -del Carambolo a la gran pintura decimonómica sevillana-, que siguen almacenados a la espera de esa bonanza que nunca llega.

Algunos detalles ilustran mejor que las grandes cifras el desinterés institucional y el Bellas Artes sevillano ofrece varios ejemplos. Hasta 2014 no se aprobó que fuera un servicio administrativo con gestión diferenciada, una figura jurídica que, respetando la titularidad estatal, permite que la pinacoteca no dependa de la Delegación Provincial de Cultura sino de la Dirección General de Museos de la Junta y ello "con el objetivo de lograr una mayor eficacia en el servicio", según se lee en el BOJA. Tras muchos años relegado en los organigramas de la Consejería de Cultura, el Bellas Artes sevillano logró equipararse a conjuntos arqueológicos como los Dólmenes de Antequera o Madinat Al-Zahra. Sin embargo, antes incluso de su apertura, el Museo de Málaga ya cuenta con gestión diferenciada, aprobada el 22 de noviembre pasado, lo que sin duda le permitirá despegar sin los lastres que ha sufrido su homólogo sevillano.

Aunque sin página web propia, el Museo de Málaga ya dispone de una cuenta oficial de Twitter para promocionar sus excelencias -algo de lo que carece el sevillano-, ha logrado que la Junta apoye su andadura aportando personal de otros espacios por ella gestionados y, en breve, contará con restaurante y cafetería propios, una oferta hostelera que Sevilla no puede ofrecer por falta de espacio, dinero y ambición.

Pero quizá el detalle más llamativo es que el Museo de Málaga ya sabe que cuenta con 2,5 millones de inversión para afrontar 2017, planificar su primer año de vida y llenar de actividades sus flamantes salas temporales. Por contra, el Bellas Artes sevillano sólo tendrá 792.000 euros para sufragar tanto su funcionamiento y seguridad como su programación, es decir, no tiene una partida específica para actividades y depende de eventos especiales como el Año Murillo y de acuerdos con entidades como La Caixa o Cajasol para completar su calendario. Por suerte para la Junta y el Estado, los sevillanos nunca han salido a la calle para luchar por su museo y alzar la voz por un patrimonio que tanta riqueza podría aportarles.

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