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'Orfeo y Eurídice', del Hades a Sevilla

  • El Lope de Vega acoge este jueves el título de Gluck en un montaje estrenado en la Maestranza de Ronda cuyo elenco encabezan la Orquesta Sinfónica del Aljarafe y el contratenor José Carrión

Los cantantes José Carrión y Bruna de Castro (en el centro, vestidos de blanco) rodeados por el Coro Nova Nerta y el resto de intérpretes.

Los cantantes José Carrión y Bruna de Castro (en el centro, vestidos de blanco) rodeados por el Coro Nova Nerta y el resto de intérpretes. / m. g.

La Real Maestranza de Ronda organiza cada verano una Semana Musical donde los mejores intérpretes españoles encuentran un escenario muy sugerente para su talento. El contratenor Carlos Mena y el tiorbista Daniel Zapico -con el programa que después inauguró el Otoño Barroco de Sevilla- o la guitarrista María Esther Guzmán fueron algunos de los protagonistas de la pasada edición, junto a la Orquesta Sinfónica del Aljarafe que dirige el maestro Pedro Vázquez y que estrenó en el Picadero del coso rondeño su producción de Orfeo ed Euridice de Gluck, obra esencial en la transición del barroco al clasicismo.

El mito de Orfeo, ligado a la evolución de la historia musical desde que Monteverdi le dedicara el que se considera el primer gran título operístico, tiene una especial presencia en esta edición del Festival de Música Antigua de Sevilla por estar dedicada al compositor italiano, lo que significa poner de relieve no sólo su música sacra, sino también la más teatral; de ahí que la cita incluya algún pasaje del Orfeo monteverdiano (como en la velada de Capella Mediterranea).

Pero el Orfeo que primero bajará al Hades en busca de su amada Eurídice será, este jueves a las 20:30, el del francés Christoph Willibald Gluck, pues la Sinfónica del Aljarafe ofrecerá en el Lope de Vega la versión -resultado de unas jornadas sobre tragedia griega y filosofía- que debutó en Ronda. No son habituales las propuestas operísticas escenificadas en el teatro del Parque de María Luisa y este Orfeo y Eurídice de Gluck, a sus indiscutibles atractivos, suma la presencia de tres cantantes sevillanos que despuntan en el panorama nacional y a los que se puede disfrutar en un momento ascendente de sus carreras: el contratenor José Carrión es el protagonista principal y encarna a Orfeo; la soprano Bruna de Castro Paluzzi asume el rol de Eurídice y la joven soprano Irene Román se reserva el papel de Amor o Cupido, al que el director de escena, Ignacio Herrera, concede un mayor protagonismo.

La propuesta de Herrera, según explica el también director general de la Real de Ronda desde 2001, que regresa con este proyecto a su primera dedicación y pasión, la escena, pone de relieve la complejidad psicológica de Orfeo. "Este montaje sitúa la tragedia en un contexto atemporal y muestra a Orfeo completamente traumatizado por haber perdido a su amada el mismo día de la boda. Mi propuesta gira en torno al proceso catártico por el cual su frustración y su duelo le conducirán a enfrentarse a su propia ira y al fantasma de la muerte".

Hacia 1760, establecido en Viena desde la década anterior, Gluck decide abandonar los esquemas barrocos para adoptar los clásicos y reformular la ópera. Y el primer título donde plasmó esa revolución fue Orfeo y Eurídice (estrenado en la corte vienesa en 1762), una obra de música exquisita y economía de medios -apenas tres personajes- donde se recorta la leyenda del cantor tracio a sus pasajes esenciales. El semidiós Orfeo se enamora de la bella y discreta Eurídice y la desposa, pero una serpiente muerde a esta ninfa cuando recoge flores junto a sus amigas, provocándole la muerte. Con el Orfeo que dispone su entierro y canta junto a la tumba de la amada, completamente enajenado, arranca la ópera de Gluck. Los lamentos de su lira llegarán hasta los dioses y el Amor se presenta para anunciarle que podrá bajar a los Infiernos a recoger a su difunta esposa pero que abandonará el Hades confiando en que Eurídice lo seguirá, pues si mira hacia atrás antes de salir al exterior, la perderá para siempre.

Para Ignacio Herrera, "en Orfeo y Eurídice está el drama musical en estado puro que se convertirá en modelo para Mozart o Wagner, y el aria final que canta Orfeo cuando pierde a su amada por segunda vez, Che farò senza Euridice, es de una belleza incomparable".

En la producción que acogerá el Lope el ballet tiene un gran protagonismo -como ocurría en la versión francesa que Gluck estrenó, revisada, en París en 1774- y corre a cargo de la Compañía de danza del Aljarafe que dirige Ana Aranda. Para esta única función en Sevilla no se han escatimado esfuerzos y se ha ampliado el papel del Coro Nova Nerta que dirige Juan Luis Lorenzo y el de la Sinfónica del Aljarafe, lo que da mayor profundidad a la propuesta.

De lo que sí ha prescindido Ignacio Herrera es del final feliz -"una concesión de Gluck a la censura, donde el Amor premiaba la constancia de Orfeo y le devolvía a su amada", recalca- por una lectura mucho más "psicológica" que trae al primer plano cómo la desconfianza y el recelo ponen en peligro la relación de una pareja. "Nos centramos en cuánto le cuesta a Orfeo aceptar la realidad y asumir la pérdida del ser más querido, lo que sólo logrará gracias a la intervención de Cupido".

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