Crítica de Música

Regreso (aburrido) al pasado

Digámoslo claro desde la primera línea de esta crítica: el único interés que tuvo este concierto que no pasará a la memoria de la ROSS estuvo en la participación de la soprano malagueña Berna Perles y de la pianista de la propia orquesta Tatiana Postnikova. Ellas dos solas elevaron el nivel de una velada por lo demás marcada por los tonos más grises.

Acostumbrados a verla a la izquierda de la orquesta oculta por violines y por el propio piano, Postnikova es en realidad una pianista de enorme sensibilidad y de una musicalidad sobresaliente que, por desgracia, se prodiga poco en solitario. El diálogo que estableció con la voz de Perles en la maravillosa escena mozartiana tuvo toda la delicadeza y la poesía que precisa una parte en la que el propio Mozart se retrata a sí mismo. Con articulación picada, clara y ligeramente ligada, junto a un sabio uso del rubato, su fraseo fue cien por cien puro Mozart.

La réplica se la dio una Berna Perles cuya voz, desde la Micaela que cantase en el Alcázar hace año y medio, ha evolucionado hacia una mayor anchura y solidez en el centro y los graves, tiñéndose de seductores tonalidades sombreadas; lo que, puesto al servicio de un fraseo incisivo y detallado, con una soberbia línea de canto, derivó en dos espléndidas versiones de este fragmento y del aria de Beethoven.

Justo los momentos culminantes de este concierto que, en lo demás, pasó sin pena de gloria por mor de una batuta anclada en paradigmas directoriales ya caducos. Tanto su Egmont como, sobre todo, su Cuarenta fueron ejemplos de versiones pesantes y espesas, poco atentas a los acentos y a la variedad fraseológica, establecida sobre tempos monótonos y sobre un excesivo vibrato que entorpeció el fraseo de unas cuerdas esta vez solo rutinarias.

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