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Cultura

El arte sevillano cruza fronteras

  • 'Fin de fiesta à Séville' descubre en el sur de Francia la inquieta escena creativa actual y sus visiones de la ciudad

Sète es una villa portuaria del Mediodía francés célebre por ser la cuna de los artistas Georges Brassens y Paul Valéry. En uno de sus barrios de pescadores rodó Agnès Varda su deslumbrante debut como cineasta, Le pointe courte, y aquí abre sus puertas el Museo Internacional del Arte Modesto (MIAM) que dirige el pintor Hervé di Rosa.

En su afán por diseñar una nueva cartografía del mundo y de sus creadores, el MIAM ha posado su mirada en la "efervescente escena sevillana". Para ello eligió como comisario a Curro González, calificado a este lado de los Pirineos como "una figura mayor de la pintura española", a quien encargó dar una mirada propia y singular de lo que se cuece, en las artes visuales, en la capital andaluza.

González ha seleccionado obras de 36 artistas vinculados a Sevilla, desde las ilustraciones de Martínez de León a los diseños que Daniel Alonso realiza para su grupo Pony Bravo. El también cantante y teclista ha versionado su trabajo Giralda cohete, que ocupó la portada del disco Si bajo de espalda no me da miedo (y otras historias), para el cartel que anuncia esta vibrante exposición que hasta su clausura el 21 de septiembre será la gran atracción cultural de una ciudad cuyos criaderos de ostras, playas y puertos se cuentan entre los más estimados de la costa francesa, muy cerca de Arlés y Marsella.

Fin de fiesta à Séville (Fin de fiesta en Sevilla) se centra, según Curro González, en las generaciones de artistas que aparecen en la ciudad a partir de los años 80 y que han posado una mirada irónica y sin complejos sobre los estereotipos culturales, repensando cuánto hay de verdad y cuánto de ficción en la iconografía sevillana. Dándole, en suma, la vuelta a los tópicos.

El sentido del humor, como en toda la obra de González, está muy presente en esta selección. "Es una visión muy personal. He escogido obras de autores con las que me he confrontado en algún momento, de cuyas miradas aprendo y piezas que por alguna razón aprecio. Es un proyecto además pensado para un museo de las características del MIAM, cuyos montajes expositivos siempre tienen una marcada teatralidad y que trata de acercar el arte a todos los públicos y favorecer la circulación entre la alta cultura y la cultura popular". En ese afán del MIAM por dar protagonismo a trabajos relegados a un segundo plano se encuadra la mirada a Oselito, el personaje de Martínez de León -"un artista capaz de combinar humor y un dibujo excelente y cuya obra no ha sido valorada en su adecuada dimensión", recalca González- con el que se abre la muestra.

Fin de fiesta en Sevilla descubre una ciudad que escapa de los dictados del turismo a través de la mirada seria, crítica o irónica de muchos de sus mejores artistas al tiempo que hace visible a una serie de creadores que no habían tenido el eco que merecían. Con excepciones como Pilar Albarracín, que trabaja habitualmente con galerías y museos de París, o como Pedro G. Romero y el propio Curro González (a quien el museo Paul Valéry de Sète dedica también una muestra), la calidad formal, complejidad iconográfica y variedad de lenguajes de los artistas de Sevilla ha sorprendido al público francés. Incluso a aquellos que han visitado varias veces la ciudad, como el músico Pascal Comelade, autor del himno del MIAM y que ha presentado sus discos en el Teatro Central y el Lope de Vega. "La muestra aporta muchísima información y descubre a artistas muy interesantes. Es extraordinaria", celebraba Comelade tras la inauguración oficial presidida por François Commeinhes, titular de la alcaldía de Sète, institución que es la principal patrocinadora del MIAM, que editará un catálogo con motivo de la muestra.

Ricardo Cadenas, presente aquí con uno de sus poderosos dibujos a lápiz en gran formato donde reúne iconos como Israel Galván, el grupo de rock Triana, Manolo Caracol, Curro Romero o el pintor Patricio Cabrera, cree que "la exposición funciona tan bien porque es la consecuencia de una sola mirada, la de Curro González, que sin caer en tópicos ni casticismos inserta nuestros diversos imaginarios y memorias sentimentales en el contexto internacional. Se puede ver cómo los artistas de Sevilla manejamos con libertad una iconografía de la que se han apropiado tantos artistas de fuera". Para Cadenas, resume a la perfección el espíritu grave a la vez que irónico de la cita la obra de Rafael Agredano sobre el cementerio de San Fernando. Y también, por el modo en que construye el espacio a su alrededor, la instalación de Pedro G. Romero con una síntesis de su Archivo F.X. junto a su máquina troqueladora de medallas de la Macarena.

Tras las fotografías de Atín Aya de su serie Sevillanos, la serie de panorámicas circulares de Alejandro Sosa ubica al visitante en los escenarios sobre los que, como la estación de Santa Justa, pivota la Sevilla contemporánea. Las instalaciones de Federico Guzmán y Pedro G. Romero anteceden a la apoteosis iconográfica de la sala principal del MIAM, que se abre con el tríptico entre la pintura y el diseño donde Manolo Cuervo hace convivir a la Macarena y la Magdalena de Veronés con personajes de la cultura popular como Amy Winehouse, Lou Reed o la modelo Kate Moss.

Entre la polifonía de voces asoman asociaciones fructíferas. Por ejemplo, el diálogo entre la pintura de Salomé del Campo y la de Jabi Machado con sus llamadas de atención sobre el contraste entre la historia real y la oficial, sobre eso que se muestra como identidad y se vende en el extranjero; entre las aproximaciones a la iconografía religiosa de Antonio Sosa e Ignacio Tovar; asimismo, el uso del espacio y las arquitecturas en la obra de Javier Buzón, José Miguel Pereñíguez y Gloria Martín, la artista más joven de la selección, que llegó a la inauguración en Sète desde Bruselas, en cuya Maison d'Art Actuel des Chartreux desarrollará hasta septiembre una estancia creativa gracias a la beca Sevilla es talento del Ayuntamiento y la Fundación Valentín de Madariaga.

El más veterano de los artistas en activo aquí reunidos es Antonio Garrido, a quien el alcalde de Sète (del partido conservador) dedicó una calurosa acogida y cuya pintura sorprende tanto por su barroquismo como por su lozanía. "A sus 84 años su vitalidad y compromiso político no tienen nada que envidiar a los de los artistas más jóvenes", celebra Curro González de este ex trabajador de una empresa metalúrgica que se dedicó con entusiasmo a la pintura tras su jubilación y cuyo discurso encaja plenamente en la concepción de esta muestra.

Otro feliz hallazgo en esta selección es el colectivo 4Taxis, que presenta en Sète el calendario de Sevilla que elaboró durante su estancia en los años previos a la Expo92, cuando mantuvo en la calle Tintes un taller para estudiantes franceses de arte. El calendario, en el que sus propias fotografías se combinan con imágenes procedentes de archivos y periódicos para desmontar los tópicos sobre la ciudad de la Giralda, no se exhibió nunca en la capital andaluza, que sí acogerá el próximo otoño la presentación del libro que, con un texto introductorio de Pedro G. Romero, resume la trayectoria de 4Taxis y de sus talleres, "una pedagogía nómada que nos ha llevado a lo largo de 23 años por países como México, Brasil, Italia y Estados Unidos", señala esta pareja de artistas galos.

Los vídeos y fotografías de Guillermo Paneque, Alonso Gil, Juan Sebastián Bollaín, María Cañas, Israel Galván, Juan R. Rodríguez Tous, Celia Macías, Juan Carlos Robles e Inmaculada Salinas; los dibujos, ilustraciones y pinturas de Nazario, Abraham Lacalle, Cristina Lama, Victoria Gil; las esculturas de Hervé di Rosa, Anna Jonsson y el mismo Curro González ofrecen también otros guiños y disidencias a la iconografía sevillana, siempre a la sombra de la portada de la Feria de Abril ideada por Patricio Cabrera que ocupa las tres plantas de la sede del MIAM en un antiguo depósito de vinos. Todos ellos reconstruyen el puzzle de una realidad muy diferente (dulce y violenta, melancólica y alegre) de ese territorio ideal vendido desde hace décadas en Francia por las agencias de turismo y, un siglo antes, por los viajeros románticos.

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