Crítica de Música

Una orquesta en busca de su público

Ante una sala llena gracias a la gratuidad de las entradas para este concierto, John Axelrod expresó al final del concierto la nueva política de precios para este ciclo complementario, deseando así atraer a más público del que ha asistido a los dos conciertos anteriores. Bien está apelar a la respuesta de los aficionados y estimularlos con precios más asequibles, pero también hay que colaborar con una oferta de mayor calidad de la que se pudo escuchar anoche.

No es la Turina una sala apropiada para conjuntos sinfónicos, aún en formación intermedia como la de este ciclo, dada su acústica excesivamente redundante, sensacional para música de cámara, pero que en la sinfónica amplifica el sonido hasta niveles de saturación y de emborronamiento.

Pero no cabe escudarse en tal circunstancia para calificar este concierto. Desde los primeros compases de la Inacabada se apreció un sonido deslavazado en las cuerdas, especialmente en los violines, de sonido abierto y sin brillo en la franja superior. Al bajo nivel de empaste y de conjunción en los ataques se añadía el desequilibrio en la cuerda grave, con sólo tres chelos y dos contrabajos, lo que lastró el sonido global de la primera parte del programa.

Y a todo ello vino a sumarse una dirección poco fina por parte de Axelrod, en la que a ataques bruscos y subidos de decibelios le seguían pasajes flácidos, sobre todo en el primer movimiento de Schubert y en ese extraño engendro sobre esbozos de Beethoven que tan poco suena al genio de Bonn. Y lo mismo con Haydn, falto de una concepción global.

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