Sevilla

El duque de Segorbe, nuevo académico de Buenas Letras

  • Dedicó su discurso de ingreso a los archivos nobiliarios

  • Vicente Lleó le replicó: "Rebate el tópico de noble ocioso"

Segorbe en la ceremonia de ingreso.

Segorbe en la ceremonia de ingreso. / V. Rodríguez

La Academia de Buenas Letras recibió ayer con los brazos abiertos a su nuevo miembro, Ignacio Medina y Fernández de Córdoba, duque de Segorbe, para que se les una "en la permanente batalla contra la barbarie y la mediocridad, que amenazan permanentemente nuestra herencia cultural", en palabras de Vicente Lleó Cañal, el académico que lo propuso y que respondió al discurso de ingreso, que el duque tituló Los Archivos nobiliarios: de fortalezas de la perpetuidad a Universitates Rerum. "Bienvenido a esta casa, querido Ignacio", terminó el profesor Lleó, "y ¡a luchar contra los filisteos¡".

El discurso fue un resumen del libro que los asistentes al acto celebrado en la Casa de los Pinelo recogieron al final, donde no aparece el emocionado recuerdo que Ignacio Medina hizo de uno de los tres amigos que perdió en la semana de Feria, el hispanista británico Hugh Thomas, que de muy buena gana habría acudido a la institución de la que era académico correspondiente.

Ocupa el sillón de José María Javierre y tuvo un emotivo recuerdo para Hugh Thomas

El duque de Segorbe hizo una apasionada defensa de los archivos nobiliarios como herramienta fundamental para conocer la historia. Se detuvo en la ambigua separación entre lo privado y lo público, ilustrada con una divertida anécdota sobre la afición de algún rey francés a despachar con sus subordinados en el retrete, una imagen que hizo suya Buñuel en una de sus películas.

Familia y linaje, nobleza y monarquía. Un entramado apasionante, una historia apasionada de unos instrumentos para contarla -la Historia- que a veces se han visto preteridos en beneficio de las fuentes artísticas o bibliográficas. En su lucha contra los filisteos, se detuvo en el contencioso que durante quince años mantuvo con la Junta de Andalucía -y que ganó en el Supremo- después del convenio con el Ministerio de Cultura para crear un Archivo de la Nobleza con sede en el hospital Tavera de Toledo.

Hasta en los mapas del tiempo se obsesionan las autonomías en marcar su territorio. A partir de esa broma con lluvias y tormentas, provocó la sorpresa y algunas risas del auditorio cuando contó que en muchos documentos del Archivo Ducal de Medinaceli conservados en la Casa de Pilatos se encontraba una tarjeta introducida por técnicos del Archivo General de Andalucía durante el proceso de microfilmación. En esa tarjeta se leía "No andaluz, no microfilmar".

Como Segorbe creció en Pilatos, pero no se lava las manos ni se casa con nadie -lo matrimonial ha sido muchas veces un engorro para lo patrimonial-, en el libro que contiene su discurso de ingreso en las Buenas Letras practica un desacato no administrativo y lo ilustra con dos documentos no andaluces, pero que hablan de la solera de su casa: el documento más antiguo del condado de Ampurias, datado en el año 860, donación que hizo Carlos el Calvo a un caballero del partido de Peralada, y un gráfico de la fortaleza de Quermanço, en el alto Ampurdán, primera sede del archivo condal de Ampurias en el siglo XI.

En su entrada, lo acompañaron los académicos más jóvenes, Antonio Caballos e Ismael Yebra. El arabista Rafael Valencia, director de la Academia, leyó en latín la oración a San Isidoro. Después Segorbe hablaría de un patriarca del arabismo, Pascual de Gayangos, a quien años después de la desamortización le encargaron la creación del Archivo Histórico Nacional y certificó los expurgos, las subastas y las pérdidas de documentos, a diferencia de lo que ocurrió en Portugal, "donde no se extravió uno solo".

En el contexto internacional, los ingleses revolucionaron la archivística y en Francia la Revolución marcó su destino; la legislación italiana surgió en plena dictadura fascista. Segorbe concluyó su discurso con una cita de Ricardo Filangeri, que reconstruyó el Archivo del Estado de Nápoles que destruyeron los nazis.

Vicente Lleó dijo que Ignacio Medina rebate "el tópico del noble ocioso". Se ha topado con la ignorancia de las autoridades locales y la pusilanimidad de las estatales, con el "establishment cultural y político". "Esto es un acto de justicia o, mejor, la reparación de una injusticia". Además de los jóvenes académicos que lo introdujeron, Pinelo se llenó de geniales octogenarios, archivos vivientes. Dos ex alcaldes, de Sevilla (Alejandro Rojas-Marcos) y de Úbeda (Arsenio Moreno), dos obispos, el de Sevilla, Juan José Asenjo, y el de Tuy, Luis Quinteiro, especialista en Carlos Marx. Académicos como Juan Gil y Carmen Iglesias. Curro Romero, saludado por Carmen Tello y por alguien que le comparó la jugada de Benzema con un lance del Faraón de Camas.

Ignacio Medina citó al medievalista Manuel González Jiménez. En Pilatos trabajó de archivero más de veinte años Antonio Sánchez. Allí preparó su tesis sobre Alfonxo XI el catedrático Manuel García y la prepara su hijo, Jesús García, que estudia los pleitos fiscales entre el condado de El Puerto de Santa María y el ducado de Alcalá de los Gazules. "Andaluz, microfilmar...".

El duque de Segorbe ocupa el sillón de José María Javierre. Asistieron Su Alteza Imperial Gloria de Orleans y Braganza, hija de Pedro II de Brasil, y Su Alteza Real la duquesa de Calabria.

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