Este domingo fue un gran día para Pedro Zerolo. El concejal del Ayuntamiento de Madrid que preside Ana Botella fue elegido por la mañana secretario de Movimientos Sociales de la Federación Socialista Madrileña y por la tarde recogió en la Sala Chicarreros de Cajasol uno de los premios de la asociación Adriano Antinoo por su contribución "a la igualdad sin discriminación por razón de sexo". También fueron galardonados Amparo Rubiales, Armand de Fluviá, Beatriz Gimeno, Jorge Cadaval y un mención honorífica para María Fulmen.

Con el patio de butacas lleno, el cartel parecía de una película de romanos. Dos efigies, la de Adriano y su amante, Antinoo, réplicas escultóricas del artista Ángel Pantoja para la asociación que preside José Antonio Campillo. De la película al teatro cuando Mercedes de Pablos glosó los méritos de Amparo Rubiales: "¿Cómo no darle el premio Adriano Antinoo a Antígona?", en referencia a su pasado de actriz. La primera en tantas cosas -concejala, junto a Mercedes Gamero, consejera de la Junta, delegada del Gobierno- le dio un tirón de orejas a los "machitos de la Academia" "porque ser machista está mal visto".

De César a Adriano. Jorge Cadaval hizo un viaje de emperadores. La muralla de Adriano, que llegó hasta Inglaterra, no era tan sólida como el muro que tuvieron que vencer. Jorge compartió su premio con su hermano César. "Tuve un juicio, había gente que se retiraba cuando me veía entrar en cualquier sitio".

El decano, por militancia y edad -"como dice un personaje de La tía de Carlos, estoy entre los 50 y la muerte"- es Armand de Fluviá, barcelonés. Dos veces clandestino, por izquierdista y por homosexual. Fundó el primer movimiento gay en España y tiene un doble currículum. El que enumeró su amigo José Ángel Lozoya: genealogista, heraldista, hombre de erudición, militancia y vitalidad, "el joven más mayor que conozco". El otro, el que se derivaba de la consideración legal del franquismo. "Yo empecé con esta lucha en 1970 y entonces era un peligroso social, corruptor de menores, enfermo mental, para la Iglesia un pecador y para la sociedad una escoria".

Beatriz Gimeno estudió Filología Bíblica y Archivística. La presentó Vanessa Casado. Trabaja en el Ayuntamiento de Madrid y militó por la aprobación de la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo. "No es lo mismo ser gay que lesbiana; las lesbianas luchamos para que se nos vea, para que no se nos borre de la historia".

Amparo Rubiales evocó los tiempos en los que la mujer era "esposa, madre y punto". "Yo soy esposa, madre y abuela, que es lo que más me gusta del mundo, pero no se le puede obligar a nadie". Armand de Fluviá se enamoró de uno de los cuatro sevillanos que acudieron a unas jornadas homosexuales en el País Vasco. Su pareja, Juan Pedro, murió de sida. Jorge Cadaval acudió con Kent, su marido desde hace cinco años. "Ahora es difícil entre los matrimonios heterosexuales, pero yo quiero celebrar mis bodas de plata", dijo el Moranco.

A Zerolo lo presentó la parlamentaria Verónica Pérez. En su blog tiene: "Soy uno más. Nada menos". "Los derechos traen tranquilidad, y la tranquilidad es la forma más bella de felicidad que conozco". Celia Arenas glosó la trayectoria de su amiga María González Pérez, nombre de pila de María Fulmen. Acabó con versos de la librera de la calle Zaragoza: "El mañana qué importa si estáis aquí".

La palabra matrimonio es fundamental. Campillo se preguntó "de qué Iglesia estamos hablando, la de Tarancón o la del de ahora". Reivindicó las fiestas marianas y la Iglesia del amor. Estuvo medio grupo socialista del Ayuntamiento (Juan Espadas, Antonio Muñoz, Adela Castaño, Juan Carlos Cabrera, Mercedes de Pablos) y medio de IU (Antonio Rodrigo Torrijos). Ninguno del PP. Se invirtieron las proporciones del Corpus. "Al PP se le invitó por tres vías, la local, la provincial y la regional. En ninguna hubo respuesta", explicó Campillo.