Sevilla FC

Cuando correr no es de cobardes

  • Marcelino llega a Nervión con ciertas ganas de revancha y un estilo a la contra similar al fútbol al espacio de Montella, pero con más pegada.

Muriel inicia una arrancada con el balón despegado mientras Montella atiende a otro ejercicio del entrenamiento de ayer.

Muriel inicia una arrancada con el balón despegado mientras Montella atiende a otro ejercicio del entrenamiento de ayer. / antonio pizarro

Se presenta un Sevilla-Valencia con muchísimas connotaciones, una auténtica final liguera, si es que se puede usar este concepto para un torneo en el que prima la regularidad. Si fuera por simples conceptos económicos, desde luego que habría que calificar el encuentro de final, dado que en juego están los presupuestos de los dos litigantes por la cuarta plaza, la última que da billete para el paraíso de la Champions. El Valencia llega con una sustancial ventaja de ocho puntos (53 por 45), pero un triunfo del Sevilla enjugaría esa distancia hasta los cinco puntos con mucho que decir todavía.

Se trata de un partido de fútbol entre dos rivales que, curiosamente, están practicando un fútbol similar por su tendencia al juego al espacio, al ataque del campo abierto, un fútbol en el que correr, en contra de la máxima, no es de cobardes, sino todo lo contrario. Arriesgar el balón buscando ganar metros, sin asegurarlo para evitar el repliegue del rival, es una premisa tanto de Vincenzo Montella como de Marcelino García Toral.

El asturiano llega además en un buen momento para desquitarse de las frustraciones que ha vivido en Nervión, donde fue destituido en febrero de 2012 y donde nunca ha ganado: suma cinco derrotas en Liga, con Recreativo, Racing y Villarreal, un empate con el Villarreal y otra derrota, también con el Villarreal en aquella eliminatoria de Liga Europa de marzo de 2015.

Si bien puede que esté más definido el fútbol al contraataque del Valencia, por tener futbolistas de banda quizá más específicos como Soler o, sobre todo, Guedes, el del Sevilla también es de rápidas triangulaciones, más fiadas a la precisión y la calidad de sus piezas que a su velocidad. Su máxima expresión fue el tempranero gol en la vuelta copera ante el Atlético, en poco más de 15 segundos desde el despeje de Mercado hasta la definición de Escudero, en un ataque vertiginoso de múltiples combinaciones desde la derecha, definido en la izquierda. Fútbol de verdad.

El Valencia, por su parte, ya le enseñó todas sus armas al Sevilla en Mestalla, donde el equipo de Berizzo encajó un 4-0 víctima de los robos y rápidos ataques de un Valencia que castiga como un látigo cada error. Cualquier pérdida en zona peligrosa, como le sucedió ante el Atlético a un Sevilla que aún sale mucho desde atrás, puede salir caro ante un Valencia que, a diferencia del equipo de Montella, tiene mucha más pegada.

Ambos juegan bajo un 4-4-2. Y corren tanto para atacar como para replegar, todo muy rápido. En el Sevilla N'Zonzi y Banega son los medios frente a Kondogbia y Parejo por el Valencia. Las bandas también están definidas: Sarabia y Correa frente a Soler y Guedes, y en ataque, Rodrigo y Zaza -Santi Mina es baja- contra Franco Vázquez y Muriel, el elegido por Montella para ese fútbol de balones corriendo por la pradera de Nervión.

El Valencia, concentrada su energía en la Liga al no jugar en Europa, gana al Sevilla en todo. Los nervionenses acumulan 44 partidos oficiales por 33 de los ches. Marcelino cuenta con una potente delantera y su equipo ha anotado 52 goles en la Liga, por 36 del Sevilla, 16 menos. Y en defensa, el de Marcelino es un equipo durísimo de batir: lleva sólo 30 goles encajados, con un positivo balance de +22, frente a los 40 del Sevilla, para un balance de -4. Pero el once de gala, aun sin Jesús Navas, de Montella se ve capaz de todo. Y se trata de una final.

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