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Los galones ajados de Nasri

  • El francés, titular indiscutible, ve caer su estrella al lento ritmo de su juego

Nasri realiza un salto durante un circuito de ejercicios ante un utillero del Sevilla.

Nasri realiza un salto durante un circuito de ejercicios ante un utillero del Sevilla. / juan carlos vázquez

Mucho tiene que cambiar de aquí al final de la temporada para que el aficionado sevillista vuelva a preguntarse cuál es el precio de Samir Nasri. El mediapunta francés, reconvertido de la mano de Jorge Sampaoli en organizador del juego, mediocampista ofensivo, volante o como quieran llamarlo, ha visto decaer su carisma al tiempo que el Sevilla ha caído en el actual bache en el que se halla. Quedan diez partidos de Liga, diez finales por el ansiado tercer puesto, y en ellos Nasri tendrá mucho que decir... o no.

Hasta el momento, Sampaoli ha confiado ciegamente en Nasri, pues siempre que lo tuvo disponible lo puso de titular, si es que no lo reservó para empresas mayores, como hizo ante Alavés y Leganés para tenerlo fresco ante la finalísima de Leicester... Pero en el King Power Stadium escribió un feo jalón en su historia como sevillista. La expulsión fue el colofón a su bajísimo ritmo de juego, que pudiera haber sido la causa profunda de esas dos amarillas de juvenil que vio en medio de la impotencia propia y, por simpatía, como en una inmolación con explosivos, la de su equipo. Mucho deben confiar sus compañeros en él, mucha debe ser la ascendencia anímica sobre ellos para que éstos no lo miraran con recelo cuando lo vieron de titular de nuevo en el Vicente Calderón, donde volvió a exponer su bajísimo estado de forma.

En octubre alcanzó la cima y el aficionado preguntaba el precio de su compra opcional

Nasri adquirió un carisma inesperado, inopinado para todos aquellos que veían en él un grano en el zapato de Sampaoli por su carácter díscolo y por haber sido desechado por Guardiola, el gran referente de su ideario. Lo fue adquiriendo lentamente, de forma pausada, de igual forma que fue metiéndose a la afición en el bolsillo desde que ésta comprobó, ante Las Palmas, en su estreno como sevillista, que no había venido a intentar cazar algún balón arriba para desbordar y lucirse, sino que retrasó su posición para echarse literalmente el juego del equipo a sus espaldas. Y a fe que lo consiguió durante unos meses de septiembre y octubre en los que ya dio alguna muestra de su personalidad, como en San Mamés, gol incluido, y que culminó con su buen partido en Leganés y con su gol en Zagreb.

A finales de octubre muchos sevillistas se preguntaban cuál era el montante del precio fijado en su contrato de cesión con opción de compra. En noviembre, el propio jugador desveló que es de 25 millones de euros. "No sé qué pasará -dijo en L'Equipe-. Dependerá del final de la temporada y de la opción de compra. Para el Sevilla, financieramente es difícil. Yo puedo reducir mi salario, pero no me veo cortándolo a la mitad", dijo entonces. Hoy día puede que no haya ni un sevillista que anime a la cúpula del club a dar el salto al vacío de fichar en propiedad a Nasri, quien en junio cumplirá 30 años.

Salvo en la vuelta de la Copa del Rey ante el Madrid, Nasri fue titular siempre que estuvo convocado. Ante el Athletic forzó la amarilla para descansar ante el Alavés, y no fue citado estando sano ante el Leganés. Había que tenerlo fresco en Leicester. Pero allí evidenció que no ha llegado fino al tramo decisivo, que las lesiones o el alto ritmo de un Sevilla metido en dos grandes frentes han sido demasiado para un jugador que el año pasado tuvo graves lesiones musculares y que este año ha tenido secuelas. Que forzara para jugar ante el Barcelona, en medio de una de esas lesiones musculares, fue muy perjudicial, aunque después brilló en algún partido: Málaga, Real Sociedad... Pero de enero a marzo fue viendo apagarse su estrella, como si la polémica visita a la clínica Drip Doctors hubiera sido perjudicial. La realidad, a falta de estas diez finales, es que Nasri tiene ajados los galones que, por ahora, le sigue dando Sampaoli.

Hasta ahora, ha jugado 19 de las 28 jornadas de Liga, habiéndose perdido las dos primeras por no haber llegado aún a Sevilla y otras cinco por lesión, además del referido descanso buscado ante Alavés y Leganés. Y en Champions se perdió por lesión tres de los ocho partidos. En su haber, tres goles, uno en Champions, y mucho del juego que ha caracterizado al Sevilla este curso... hasta que su ritmo empezó a ser un lastre en lugar de un faro que guiase al resto. ¿Volverá a brillar su estrella tras el parón?

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